La Casa Común - Alfa y Omega

Con la vorágine de las vidas modernas habíamos olvidado el valor de lo esencial y llegó el virus, para detener el tiempo y aquellas falsas ilusiones. Para hacer evidente, que estábamos perdidos.

Volvimos a encontrarnos en el hogar, protegidos y expectantes. Recuperamos el tiempo y las conversaciones pendientes. Encontramos en la tecnología un aliado para combatir el miedo y la tristeza. Necesitábamos —necesitamos— una voz con la que compartir tantas pérdidas que se iban sucediendo. Siempre habíamos perdido, pero ahora, éramos conscientes de forma drástica. Perdimos libertad, seguridad, patrimonio, redes sociales y salud.

Ganamos conciencia comunitaria, conociendo por primera vez al vecino de la puerta de al lado, y ganamos unas presencias incómodas, el Coronavirus y la soledad.

Como así lo han demostrado investigaciones científicas, carecer de relaciones satisfactorias afecta a la salud mental, emocional y física de las personas, independientemente de la edad. Aunque quizá, con mayor prevalencia, afecta, como el virus, a las personas mayores que con mayor trayectoria vital se hayan resignado a convivir con ese sentimiento indeseado y que les desnuda frente al espejo.

El virus ha hecho evidente que la vejez y el confinamiento eran caras de la misma moneda. La realidad que no quisimos ver ni quisimos atender. Ahora, lamentamos tantas muertes en soledad.

Algunos, descubrimos también, que después de tanta pérdida, la receta para combatir ambas pandemias, las del Coronavirus y la soledad no deseada era la misma. Más inversión financiera al sistema sanitario de salud y valoración de sus profesionales, más cuidados intergeneracionales e interdisciplinarios y presencia constante.

La lección es clara y contundente: perdimos para ganar. Volvamos a cuidar de la Casa Común y de sus privilegiados habitantes, para que su edad no sea un factor de riesgo para morir antes de tiempo y hacerlo en absoluta soledad, como así ha sido.

Francisco Olavarria Ramos
Experto en comunicación vinculado a los sectores de la dependencia y la discapacidad