Tiempo de replantear lenguajes y estrategias - Alfa y Omega

Tiempo de replantear lenguajes y estrategias

Mientras unos promueven activamente ideologías feministas contrarias a la familia, la Iglesia parece incapaz de comunicar de forma atractiva su visión sobre la dignidad de la mujer. Así lo ha reconocido un congreso celebrado del 22 al 24 de mayo en Roma, que ha animado también a buscar puntos en común con la ONU y diversos grupos que trabajan en la defensa de la mujer

Jesús Colina. Roma

Si la visión cristiana de la mujer en los debates internacionales es cada vez más olvidada o incluso combatida, la culpa la tienen en parte las mismas organizaciones católicas que no han encontrado los registros comunicativos adecuados para que su voz sea escuchada. Ésta es una de las conclusiones a las que llegó una conferencia internacional organizada en Roma, del 22 al 24 de mayo, con el impulso de la Santa Sede, en particular del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, en colaboración con la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas y con la World Alliance for Life and Family.

Ana Cristina Villa Betancourt, responsable de la Sección Mujer del Consejo Pontificio para los Laicos, resumió las ideas surgidas en las mesas de trabajo de este encuentro, que reunió a más de un centenar de participantes en representación de las organizaciones católicas de todos los continentes. En pocas palabras, las conclusiones reconocieron la falta de capacidad propositiva y comunicativa de muchas instituciones católicas. El resultado es el avance de una mentalidad contraria a la familia, así como la ideología de género (que anula la diferencia hombre-mujer por considerarla una construcción convencional, en lugar de una diversidad natural).

¿Las víctimas? Con frecuencia, las mujeres, a quienes no se les reconoce sus derechos naturales a su propia identidad, y en particular a la maternidad, a un trabajo armonioso, a un hogar. Pero mientras lobbies homosexuales y promotores de una visión de la mujer desencarnada marcan la agenda, los católicos con frecuencia se limitan a hacer polémica, en vez de compartir la belleza intrínseca de la complementariedad entre la mujer y el hombre.

«Hay que comunicar mejor»

No hay que sorprenderse, por tanto, si el documento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, en el número 5, se limita a enunciar este objetivo: «Permitir y potenciar el alcance de la igualdad de género de las mujeres y de las jóvenes». El texto no utiliza conceptos como familia o maternidad.

«El objetivo número 5 debe ser revisado –afirma Ana Cristina Villa Betancourt–. Dejando clara la diferenciación de género, queremos pedir que se dé un mayor valor a las palabras igualdad de oportunidades. Es más, queremos que en el debate se introduzca la valoración de la femineidad, esa capacidad para educar a los niños, de desarrollar una familia, que son dotes propios de la mujer. Nos entristece la ausencia de la palabra maternidad. Surge la sospecha de que se trata de una opción ideológica, como si estuviera dictada por una mentalidad contraria a la vida y a la familia».

Villa Betancourt explica que, en el Vaticano, «desde hace años, estamos profundizando antropológicamente en la dignidad de la mujer, en la diferencia entre hombre y mujer. Quizá también nosotros deberíamos mejorar en la traducción de los óptimos análisis en conceptos más comprensibles, capaces de ser entendidos por todos. Por ejemplo, cuando hablamos de la complementariedad entre el hombre y la mujer, la mayor parte de las personas se pregunta: ¿Qué es eso? No falta el patrimonio de valores, pero ahora tenemos que dar ese salto para que sea comprensible, para que llegue al mayor número de personas posible. Diría que el desafío consiste en ser mejores comunicadores».

Este desafío comienza en las relaciones con las Naciones Unidas, que no deben ser de ruptura. «Tenemos que dialogar con la ONU –indica Villa Betancourt–. Estamos totalmente de acuerdo con la promoción de la mujer, de las niñas y jóvenes. Lo positivo es comenzar por el reconocimiento de la dignidad de la persona, pues si tiene lugar ese reconocimiento cada persona puede vivir con más fruto. Éste es el punto de partida sobre el que puede basarse el diálogo. Debemos dar a entender que, si no se incluyen los conceptos de familia y de maternidad, se corre el riesgo de no comprender plenamente el valor de la mujer».

Mensaje del Papa

El Papa Francisco se hizo presente en este congreso enviando un mensaje en el que denuncia la grave situación que, con frecuencia, viven las mujeres. «En el mundo occidental, todavía sufren, a veces, la discriminación en el lugar de trabajo; a menudo, se ven obligadas a elegir entre el trabajo y la familia; su vida de novias, esposas, madres, hermanas, abuelas, conoce a menudo por desgracia la violencia», afirma el Pontífice. «En los países en desarrollo y en los más pobres son las mujeres las que llevan el peso más grande sobre los hombros; las que recorren día a día kilómetros en busca de agua; las que muy a menudo mueren al dar a luz un hijo; las que son secuestradas para fines de explotación sexual u obligadas al matrimonio en edad demasiado joven o en contra de su voluntad; a veces incluso se les niega el derecho a la vida sólo por ser mujeres».

Francisco reconoce en este texto que «no puede tener bases sólidas una sociedad que, mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz, se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada».