El triunfo de la Vida - Alfa y Omega

Esta Semana Santa que acabamos de vivir será inolvidable. Nada ha sido como solía ser. En nosotros está que se recuerde como una pesadilla o como una gran oportunidad para descubrir la grandeza de un mundo en el que hombre sigue necesitando a Dios.

Cuando todo esto empezaba, en los pueblos creíamos que el dolor y la muerte estaban lejos, que los fallecidos eran gente sin rostro. Nuestro confinamiento era llevadero, pues las casas son grandes… Pero, poco a poco, fuimos poniendo cara al dolor y descubrimos que, a nuestro lado, había mucha gente que sufría los zarpazos de la enfermedad y la muerte… ¡Los terribles duelos en soledad! ¡Con lo que reconforta en esos momentos el abrazo de consuelo de familia y amigos! Conocíamos la muerte de algún vecino por las redes sociales y por la vela que cada noche encendía uno de nuestros sacerdotes al rezar una oración por su alma. ¡Y no podíamos acompañar!

El gran reto era cómo sentirse comunidad, miembros de una iglesia, si no podíamos participar presencialmente en las celebraciones o asistir a las procesiones. Las celebraciones litúrgicas las hemos podido compartir unidos a todos los cristianos del mundo. Las calles y balcones se han adornado con imágenes y colgaduras. A la caída de la tarde, a la hora de las procesiones, los músicos de las bandas, desde sus casas, han roto el silencio y recordado que Cristo sigue saliendo al encuentro. Y el Domingo de Resurrección… Jesús Sacramentado bendice al pueblo y recuerda que el amor siempre vence.

Este año le hubiera tocado dar el pregón a la cofradía de más reciente creación en Miguel Esteban, la Hermandad del Cristo Atado a la Columna y Santa Mujer Verónica, fundada en 1997. En el silencio de la capilla descubrimos tres imágenes, metáfora de estos días: Dios hecho hombre, atado a la columna, sufriendo el confinamiento y el dolor. A su lado la Verónica, mujer humilde que sale al encuentro del que sufre para paliar su dolor (¡cuántas verónicas están limpiando el sufrimiento de los demás!). Y, al fondo, el triunfo sobre la muerte: Cristo resucitado.