El móvil del cardenal - Alfa y Omega

A la segunda semana de cuarentena por coronavirus en Roma, la situación de las personas sin techo era dramática, a pesar de los esfuerzos de muchos voluntarios que seguían saliendo a las calles desiertas para ayudarlos, aún a riesgo de multas y de contagio.

Con la gente encerrada en sus casas, casi nadie daba dinero a los mendigos callejeros para comprar algo en el supermercado. A su vez, los restaurantes y bares que regalaban comidas sobrantes estaban cerrados.

Como respuesta de emergencia, el limosnero del Papa, Konrad Krajewski, organizó un sistema de comidas de viaje que sus voluntarios repartían por las estaciones de tren –ahora sin apenas pasajeros– y otros lugares donde suelen refugiarse las personas sin hogar.

Las llamadas bolsas del corazón contienen pequeñas latas de conservas, queso en porciones, aceitunas en bolsa, trozos de embutidos envasados al vacío y otros alimentos que la persona pueda llevar en los bolsillos sin miedo a que se ensucien o se estropeen.

El cardenal Krajewski ordenó a la Limosnería publicar en un comunicado un número de contacto, su propio teléfono móvil, para que le llamase directamente quien necesitara ayuda o quien pueda ofrecerla: alimentos, vehículos o ayuda personal.

El estilo de Konrad, aprendido del Papa, es resolver las cosas personalmente y con rapidez. Si los vagabundos carecen de un lugar para lavarse, se instalan duchas en la columnata de la plaza de San Pedro. Si llevan el pelo demasiado largo, se añade un local para peluqueros voluntarios. Si enferman, se abre al lado un ambulatorio gratuito, atendido por médicos voluntarios, en el que no se pide ningún documento…

La caridad del Papa es imaginativa. Ha incluido desde funciones especiales gratuitas para personas sin techo en un famoso circo ambulante hasta visitas guiadas a los Museos Vaticanos en días que están cerrados al público.

Para moverse con libertad de noche, el cardenal Konrad siguió viviendo en su pequeño apartamento, a un paso del Vaticano. Pero en 2017 se lo dejó a una familia de refugiados sirios y se fue a vivir a un local de la Limosnería hasta que se acondicionó una habitación en la parte alta.

En plena pandemia, Konrad está casi siempre en la calle, como el cardenal Carlos Borromeo durante la peste de 1576 en Milán, un ejemplo que recordaba hace poco el Papa Francisco.