América Latina se consagra a la Virgen de Guadalupe para pedir el fin de la pandemia - Alfa y Omega

América Latina se consagra a la Virgen de Guadalupe para pedir el fin de la pandemia

«En situaciones difíciles y de calamidad, la gente acude con mucha devoción a poner sus sufrimientos» en manos de Nuestra Señora de Guadalupe, explica el secretario general de Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Este Domingo de Pascua ha vuelto a ocurrir

María Martínez López
Foto: CNS

«Como Juan Diego, sintiéndonos pequeños y frágiles ante la enfermedad y el dolor, te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti». Así comienza la oración a la Virgen de Guadalupe con la que este Domingo de Pascua toda América Latina y el Caribe se han puesto en manos de su «patrona y emperatriz» para pedirle el fin de la pandemia de COVID-19.

«Se trata de una advocación muy arraigada, sobre todo en las comunidades indígenas. En su rostro se reconoce el rostro latinoamericano, con influencia de muchas culturas. Por eso, en situaciones difíciles y de calamidad la gente acude con mucha devoción a poner sus sufrimientos en sus manos», explica a Alfa y Omega monseñor Juan Carlos Cárdenas, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que ha organizado la consagración junto con la Conferencia Episcopal Mexicana. El CELAM se hará presente en la misma mediante un videomensaje de su presidente, monseñor Miguel Cabrejos Vidarte.

La consagración se realizó al final de la solemne Misa de Pascua, que tuvo lugar este domingo, día 12 de abril, a las 12:00 horas locales (19:00 hora española). Al rezar el acto de consagración, se hizo una ofrenda floral a la Virgen con las banderas de todos los países, «para significar que queremos poner a los pies de María a nuestros pueblos», explica monseñor Cárdenas.

Con María, ante el Resucitado

Se ha elegido este día, en el que «los cristianos proclamamos el triunfo de la vida sobre la muerte, del supremo Bien sobre el mal», para desde esta perspectiva «poner de la mano de la Santísima Virgen, ante su Hijo resucitado, la esperanza de nuestro pueblo». Contemplando al resucitado –profundiza el también obispo auxiliar de Cali (Colombia) – «sentimos que nuestros sufrimientos no son la realidad definitiva. La última palabra la tiene Él».

Caridad y evangelización

La oración es uno de los frentes con los que la Iglesia en América Latina está respondiendo a la emergencia sanitaria del coronavirus. Pero también «está muy activa en la caridad», en un contexto en el que la lucha para frenar los contagios encuentra más obstáculos que en el primer mundo por las «muy precarias» condiciones de vida de gran parte de la población.

El secretario general del CELAM recuerda que «un altísimo porcentaje vive en la pobreza, y hay muchísimos trabajadores informales, que solo si trabajan hoy tienen algo que comer mañana». Una situación que «los gobiernos tienen que tener en cuenta para que esto no se vuelva una bomba social». En algunos países –explica– se están empezando a entregar subsidios económicos o alimentos. Y en esta última labor «la Iglesia ha jugado un papel muy importante», pues en varios territorios los bancos de alimentos están vinculados a ella.

Más allá de lo material, en otros lugares se están poniendo en marcha proyectos de acompañamiento y escucha, además de numerosas iniciativas para poder seguir a través de las redes sociales no solo las celebraciones sino las catequesis y ofertas formativas como cursos de Biblia. «Creo que el Espíritu Santo ha iluminado a nuestros obispos y ha suscitado una gran creatividad», celebra monseñor Cárdenas.

Esta presencia mediática es también importante para hacer frente a los otros retos de América Latina frente al COVID-19: la «indisciplina» de algunos (no de la gran mayoría) a la hora de guardar la distancia social y la necesidad de promover entre los gobernantes un mensaje de unidad «y de mirar en la misma dirección, que es la de la vida humana y la búsqueda del interés superior».

Texto de la consagración

En estos momentos, como Juan Diego, sintiéndonos pequeños y frágiles ante la enfermedad y el dolor, te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti.

Te consagramos nuestros pueblos, especialmente a tus hijos más vulnerables: los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los migrantes, los que no tienen hogar, los privados de su libertad.

Acudimos a tu inmaculado Corazón e imploramos tu intercesión: alcánzanos de tu Hijo la salud y la esperanza.

Que nuestro temor se transforme en alegría; que en medio de la tormenta tu Hijo Jesús sea para nosotros fortaleza y serenidad; que nuestro Señor levante su mano poderosa y detenga el avance de esta pandemia.

Santísima Virgen María, «Madre de Dios y Madre de América Latina y del Caribe, Estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos», sé fortaleza de los moribundos y consuelo de quienes los lloran; sé caricia maternal que conforta a los enfermos; y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura en cuyos brazos todos encontremos seguridad.

De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles en Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.