Sacerdotes disponibles por teléfono «porque Cristo está con nosotros» - Alfa y Omega

Sacerdotes disponibles por teléfono «porque Cristo está con nosotros»

En unos días en los que abundan los retos de todo tipo, dos jóvenes ofrecen una propuesta distinta: una plataforma en la que poder contactar con un sacerdote y reservar una cita para hablar por teléfono. «Muchos necesitan una ayuda espiritual que les ayude a llevar todo su drama», dicen sus responsables

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Alfa y Omega

«Desde que empezó el confinamiento vemos que hay muchas personas que mueren solas, gente que afronta el duelo en soledad, personas que no pueden acompañar a sus seres queridos, enfermos aislados en los hospitales y en sus casas… Hay muchas personas que tienen encima una carga que no pueden llevar solos, y necesitan saber que Cristo está con ellos. Necesitan una ayuda espiritual que les ayude a llevar todo su drama», explican Patricia Domínguez y Manu Arianoff, los responsables de la iniciativa Habla con un sacerdote (hablaconunsacerdote.com), por la que cualquier persona puede reservar día y hora para conversar por teléfono con un sacerdote.

La plataforma, nacida hace apenas dos semanas, ya ha hecho posible 150 citas, y cuenta con 38 sacerdotes en activo y otros 20 en proceso de sumarse al proyecto. Son curas de toda España, de ciudades y pueblos, diocesanos, de movimientos y de congregaciones religiosas, «una mezcla muy bonita, algo muy católico, universal», dicen Patricia y Manu.

Se trata de una web muy sencilla, «porque queremos que todo el mundo pueda tener la posibilidad de contar con el acompañamiento de un sacerdote, especialmente pensando aquellas personas mayores que a lo mejor no controlan bien la tecnología».

A través de hablaconunsacerdote.com se accede directamente a un listado de sacerdotes y se puede escoger uno de ellos para reservar cita con él. Una vez hecha la reserva, el interesado recibe en su móvil un SMS de confirmación de la cita, y cuando llegue el momento el sacerdote le llamará para una conversación de máximo una hora.

«Reserva mucha gente que pide citas para familiares que están en hospitales o en casa para acompañarles en su enfermedad e incluso para acompañarles a morir, teniendo antes una conversación con el sacerdote», cuentan Patricia y Manu. También están llamando profesionales sanitarios que lo están pasando mal, o gente que antes llevaba una vida espiritual activa y necesita orientación para el confinamiento, o personas que simplemente necesitan alguien para hablar y rezar juntos.

«Hay un abanico muy amplio», dicen los organizadores, que también desvelan que hay jóvenes llamando con inquietudes vocacionales y padres que solicitan ayuda para vivir la Semana Santa en familia. Además, destacan el agradecimiento de los propios sacerdotes «por poder seguir realizando su labor en unos días en los que tienen que estar en casa sin poder atender a la gente. Están agradecidos por la gracia enorme de seguir prestando su servicio».

Cuando te enfadas con Dios

Uno de estos sacerdotes es Víctor Hernández, capellán del hospital La Paz y uno de los Misioneros de la Misericordia nombrados por el Santo Padre para el último Jubileo de la Misericordia. Víctor confiesa que la mayor inquietud es «la del duelo de personas que no han podido despedirse de sus familiares» debido a las restricciones impuestas por el confinamiento. «Ahí se trata de ofrecer sobre todo la escucha y la oración, y asegurar la celebración de la Eucaristía por su familiar fallecido», afirma.

También hay personas enfermas que no pueden contar con el auxilio espiritual de un sacerdote: «en estos casos podemos rezar con ellas, aplicarles la bendición apostólica y conceder la indulgencia plenaria que ha concedido el Santo Padre».

«Pero sobre todo nuestra labor es hacer ver que el amor de Dios siempre está a nuestro lado, incluso cuando nuestras tripas nos hacen estar enfadados o sin comprender a Dios en esta situación, como les pasó a María y Marta, que le reprochan Jesús el no haber estado a su lado y permitir que su hermano muriese. Jesús no se enfada con ellas, sino que les abre el camino a una nueva vida. Hay muchos que se sienten mal por estar enfadados con Dios, y hay que acompañar también en esas situaciones», concluye Víctor.