El Papa invita a convertir el «miedo en confianza» y la «angustia en esperanza» esta Semana Santa - Alfa y Omega

El Papa invita a convertir el «miedo en confianza» y la «angustia en esperanza» esta Semana Santa

En este Triduo que los fieles no podrán celebrar en las Iglesias, Francisco los ha invitado a agarrarse al crucifijo y al Evangelio, elementos claves de «una gran liturgia doméstica». En la Misa de Casa Santa Marta, ha pedido rezar por la conversión de los «Judas contemporáneos» que aprovechando la emergencia sanitaria venden a sus hermanos

Redacción
Foto: AFP/Vatican Media

El Papa Francisco ha instado a los católicos a convertir el «miedo en confianza» y la «angustia en esperanza» ante la llegada de una Semana Santa cuyas celebraciones litúrgicas, que continuarán este Jueves Santo sin el tradicional ritual de lavatorio de los pies, estarán blindadas en lugares cerrados y sin la presencia de fieles para evitar el avance de la pandemia de coronavirus.

«Hay que pedirle con fe a Jesús que convierta nuestro miedo en confianza, nuestra angustia en esperanza y nos haga experimentar la cercanía de su amor infinito», ha subrayado el Pontífice durante la audiencia general de este miércoles.

El Santo Padre ha reconocido que será una Semana Santa en cierta manera atípica pues los fieles no pueden «ir a la iglesia» ya que las disposiciones de confinamiento imponen una severa cuarentena. Pero ha pedido a los cristianos que se agarren «al crucifijo y al Evangelio», porque son los elementos que constituyen «una gran liturgia doméstica».

En silencio ante el crucifijo

Francisco, que ha presidido la audiencia general desde su biblioteca privada en el palacio apostólico del Vaticano, ha destacado que a través del crucifijo se aprenden «los trazos del rostro de Dios», porque la cruz es su «cátedra». Y ha especificado: «Nos hará bien estar en silencio frente el crucifijo y ver quién es nuestro Señor, que no nos trata como extraños, sino que hace suyo nuestro mal y nuestros pecados». Y por ello ha reiterado: «Para liberarnos de los prejuicios sobre Dios, miremos al crucifijo y abramos el Evangelio».

El Papa ha reconocido que a causa de la emergencia sanitaria, parte de la sociedad podría pensar «que Dios está ausente, que no se interesa por nosotros y por nuestro sufrimiento». Ante estas preguntas, «que reflejan la situación de angustia que vive buena parte de la humanidad debido al COVID-19» y que «afligen el corazón» nos ayuda la narración de la Pasión de Jesús.

Leyendo este relato, puede escandalizar un Dios que muere. A veces preferiríamos tener un Dios «fuerte y poderoso». ha reconocido. Sin embargo, ante este deseo ha recordado que «el poder de este mundo pasa, mientras que el amor permanece. Solo el amor custodia la vida que tenemos, porque abraza nuestras fragilidades y las transforma. La Pascua nos dice que Dios puede cambiar todo a bien. Que con Él podemos confiar en que todo irá bien. No es una ilusión, la Resurrección es una realidad».

Contra los Judas actuales

Unas horas antes de la audiencia general, el Santo Padre ha seguido introduciendo a los fieles en la dinámica de la Semana Santa. Al ser Miércoles Santo, ha centrado la Misa de Casa Santa Marta en la traición de Judas, que narra el Evangelio del día. Francisco ha reconocido que no sabemos gran cosa del Iscariote. Sería «un muchacho normal, tal vez, e incluso con inquietudes, porque el Señor lo llamó a ser discípulo». Nunca llegó a serlo, «pero Jesús lo amaba…». Un detalle ha llamado aquí la atención del Santo Padre: que Jesús anuncie que será traicionado, pero nunca lo llame «traidor». Al contrario, lo sigue tratando como «amigo». «¿Cómo es el misterio de Judas? No sé…».

Sí ha explicado el itinerario que acabó con su traición. El amor al dinero lo llevó a robar, y de ahí «a traicionar hay un paso pequeñito». Pero detrás de ello hay «otra cosa que es más real: el diablo». Y el diablo, ha advertido el Papa, «es un mal pagador. Te promete todo, te hace ver todo y al final te deja solo a ahorcarte en tu desesperación».

Por eso ha invitado a todos a pensar en «tantos Judas institucionalizados» que existen en la actualidad. «También hoy en día se vende gente. Hay Judas que venden a sus hermanos y hermanas». Ocurrió hace siglos con los esclavos llevados de África a América, y hace unos años con las jóvenes yazidíes vendidas por el Dáesh. Y sigue ocurriendo hoy con quien explota el trabajo de los demás sin pagarles lo justo; o con quien deja a sus padres en una residencia y no va nunca a verlos.

Quienes hacen esto es porque han elegido otro señor. «O sirves a Dios, y serás libre en la adoración y el servicio, o sirves al dinero, y serás esclavo del dinero». Mucha gente intenta seguir a ambos, y «al final fingen que sirven a Dios para servir al dinero. Son los explotadores ocultos que socialmente son impecables, pero bajo la mesa comercian, incluso con la gente». Son discípulos de Judas; o, más bien, «del diablo».

En este día el Pontífice ha ofrecido la Eucaristía por quienes en el contexto de la pandemia «comercian con los necesitados», aprovechándose de sus circunstancias: «Los mafiosos, los usureros y muchos otros. Que el Señor toque sus corazones y los convierta». Pero también ha pedido a los fieles reflexionar sobre «el pequeño Judas que cada uno de nosotros tiene dentro de sí a la hora de elegir: entre lealtad o interés».

Europa Press / Redacción