Dulces conventuales para el personal hospitalario - Alfa y Omega

Dulces conventuales para el personal hospitalario

Las carmelitas descalzas de Fuente de Cantos han abandonado sus labores para hacer mascarillas. Su iniciativa trascendió los muros del convento y la idea ha sido copiada por muchas otras religiosas. Las hermanas clarisas de Vitoria no podían hacer mascarillas, porque se dedican a los dulces, así que mandaron 80 kilos al hospital de Txagorritxu

José Calderero de Aldecoa
Dulces de las clarisas de Vitoria en el hospital. Foto: Diócesis de Vitoria

La especialidad de las hermanas clarisas de Vitoria son los pasteles. Ahora tienen la producción paralizada a causa de la crisis, pero en condiciones normales es el modo de subsistencia de las 13 religiosas del convento de San Antonio. «Dedicamos toda la mañana, entre las 9:00 y las 13:00 horas, a hacer dulces, y luego por las tardes tenemos oración, estudio y formación», explica sor María Dolores. Así, pusieron sus dones al servicio de los demás y enviaron cerca de 80 kilos de pasteles para todo el personal del hospital de Txagorritxu: médicos, enfermeros, celadores, personal de limpieza…

«Están realizando una labor maravillosa. Es nuestra forma de darles las gracias por todo lo que están haciendo ante el sufrimiento de la gente», explica. La religiosa conoce bien la situación. «Tengo una sobrina que está trabajando en la UCI, aquí en Vitoria, y su madre me contaba que había estado hablando con ella y que se sentía como si le hubiera pasado un camión por encima», explica. «Está convencida de que ella también lo va a coger, pero aun así sigue trabajando».

Pero esta donación es tan solo la primera remesa de dulces. Las religiosas del convento de San Antonio «ya hemos preparado algunas bolsas más para volver a mandarles». Mientras tanto, sor María Dolores y sus compañeras se han entregado a la oración. «Rezamos mucho por la situación. De hecho, ahora mismo, no hacemos otra cosa más que rezar». Y esto mismo aconsejan a todos los fieles: «rezar y acudir a Dios para que tenga misericordia de nosotros».

Las clarisas han tenido el templo abierto hasta el 23 de marzo, «pero hemos tenido que cerrar». «No venía prácticamente nadie y no podíamos arriesgarnos a contagiarnos, somos todas muy mayores», concluye.