En la Misa diaria, Francisco pide que «el Señor nos ayude a vencer el miedo» - Alfa y Omega

En la Misa diaria, Francisco pide que «el Señor nos ayude a vencer el miedo»

Horas después de saberse que un residente de la casa Santa Marta, y por tanto vecino del Papa, está ingresado con COVID-19, este ha ofrecido la Eucaristía que celebra cada día animar a no perder la confianza en tiempos en los que abunda el temor. Ha citado el miedo de los ancianos solos, de los trabajadores precarios o expuestos al contagio, y los «que cada uno sabe»

Redacción
Foto: Vatican Media

El Papa Francisco ha rezado este jueves para que «el Señor nos ayude a tener confianza y a tolerar y vencer el miedo» que abunda en «estos días de sufrimiento». En la Misa que celebra cada mañana en la capilla de Santa Marta, el Santo Padre ha enumerado algunas de las situaciones que pueden generar temor en medio de la pandemia de COVID-19: la vulnerabilidad de los ancianos solos «en las residencias, el hospital o en su casa, que no saben qué puede ocurrir»; la de los trabajadores que ven peligrar su puesto de trabajo y el sustento de su familia; o la de quienes están luchando contra la enfermedad aun a riesgo de contagiarse. También «los miedos de cada uno de nosotros y que cada uno sabe».

Francisco pronunciaba estas palabras horas después de que se supiera que un residente en la casa Santa Marta, el mismo edificio donde vive el Pontífice, ha dado positivo en la prueba del coronavirus. Se trata de un funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, y está hospitalizado y aislado, si bien su salud no corre peligro, según el periódico Il Messaggero.

Los ídolos del corazón

En la homilía de la Eucaristía, a raíz de la lectura sobre el becerro de oro del libro del Éxodo, ha hablado de los ídolos del corazón, que a veces se nos ocultan a nosotros mismos de forma astuta. «¿Qué ídolo escondido tienes en tu corazón, en mi corazón? ¿Qué salida escondida donde me encuentro bien, que me aleja del Dios vivo?», ha preguntado. Israel —ha explicado el Papa— «no tuvo paciencia para esperar a Moisés, querían novedad, querían cualquier cosa, un espectáculo litúrgico, lo que fuera».

Destacó también que los israelitas utilizaron para hacer el becerro el oro y la plata que habían recibido de Dios, quien les había ordenado que se lo pidieran a los egipcios; y, así, lo perdieron. «Esto es algo malísimo», pero que sigue ocurriendo con cualquier tendencia a la idolatría: «Nos alejamos de Dios, porque hacemos otro dios con los dones que el Señor nos ha dado. Con la inteligencia, con la voluntad, con el amor, con el corazón… son regalos del Señor que usamos para la idolatría».

Por otro lado, el Papa ha recordado que la idolatría puede llegar al ámbito de la piedad: el pueblo de Israel se construyó un ídolo para adorarlo. Por ejemplo, «muchas veces la mundanidad, que es una idolatría, te hace transformar la celebración de un sacramento en una fiesta mundana», como en algunas bodas.