Un Papa en streaming - Alfa y Omega

Desde el domingo 8 de marzo, el Papa Francisco habla a los fieles tan solo en streaming a través del canal de YouTube del Vaticano y todos los medios de comunicación, televisiones incluidas, que distribuyen en tiempo real el ángelus, la audiencia general y la Misa de las siete de la mañana en la capilla de Santa Marta.

Paradójicamente, la pandemia de coronavirus que ha obligado a cerrar la plaza de San Pedro ha multiplicado la presencia del Papa en todos los rincones del planeta. Decenas de millones de personas obligadas a guardar la cuarentena en casa tienen ahora la posibilidad de verle en la pantalla del ordenador, la tableta, el teléfono móvil o el televisor.

Aunque la plaza de San Pedro está desierta y vacía, el Papa sale a su ventana para bendecirla cada domingo después del ángelus en streaming. Es una bendición a las personas que hubieran querido estar allí pues –igual que la basílica, ahora también vacía– esa plaza es el lugar de encuentro de Francisco con el pueblo de Dios.

En la audiencia general de los miércoles, el Santo Padre dedicaba a recorrer la plaza en papamóvil –para que todos pudieran verle de cerca– y a saludar a los enfermos casi tanto tiempo como a la lectura de su discurso. El afecto con que besaba a los niños y abrazaba a los enfermos resultaba siempre conmovedor. La plaza se llenaba de aplausos y de lágrimas de alegría.

Francisco ha anunciado que este viernes, 27 de marzo, a las seis de la tarde, presidirá «un momento de oración en el atrio de la basílica de San Pedro con la plaza vacía. Escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica y adoraremos al Santísimo Sacramento, con el que daré la bendición urbi et orbi, asociada a la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria».

El Papa estará solo en la explanada pero no en la plegaria, pues ha invitado a todos los cristianos «a participar espiritualmente a través de los medios de comunicación». Y esa plegaria de millones de almas se alzará de modo unánime.

Como dijo Francisco hace unos días, «a la pandemia del virus queremos responder con la universalidad de la oración, de la compasión y de la ternura». Y también con nuevos modos de comunicarse, que seguirán siendo muy útiles después de la pandemia.