Mes de san José - Alfa y Omega

Hace unos días se instalaba el restaurado retablo de San José en la iglesia de Miguel Esteban. A un lado, el Sagrado Corazón de Jesús y al otro, el Sagrado Corazón de María. En medio, el padre de Jesús bendice a los migueletes que comprueban que ya está allí, que nada ha cambiado, que todo vuelve a ser igual: «Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en la última agonía. Jesús, José y María, muera yo en paz en vuestra compañía».

Cuando era niño recuerdo que, con la llegada del mes de marzo, las madres y abuelas se iban llamando de puerta en puerta. Poco después de comer, un buen grupo de vecinas se juntaban en una casa para «hacer el mes de san José». Ante una imagen del santo y con un viejo libro en la mano, una de las más jóvenes iniciaba el rezo con una jaculatoria en la que se reconocía a san José como «patrón del linaje humano, auxilio y dulce consuelo de los desamparados y acompañante en el trance hacia la eternidad». A continuación se leía una breve meditación seguida de un ejemplo de cómo la fe en san José obró un milagro (la tradición popular gusta de los milagros, como ya recogió en el siglo XIII Gonzalo de Berceo en Milagros de Nuestra Señora). Tras el ejemplo, una oración para cada día y, después, el rezo del rosario con las letanías de san José. A las abuelas les gustaba llevar a los nietos para que leyeran las oraciones y presumir de lo bien que leían.

Los años han pasado y, aún hoy, las vecinas se siguen reuniendo en algunas casas del pueblo. El viejo y ennegrecido libro de los años 50, ya desencajado y desencuadernado, sigue cumpliendo su misión. Unas pocas personas en una labor silenciosa siguen pidiendo por las vocaciones, por las familias y por todas las necesidades que nos agobian. Y ahora por los enfermos de coronavirus, sus familias, el personal sanitario… «Al patriarca san José, para que sea nuestro abogado en la vida y en la muerte».

El mes de marzo también es del seminario y los sacerdotes. A día de hoy, nueve han salido de nuestra parroquia. La oración de esas mujeres que se juntan a rezar en las casas el mes de san José sigue dando fruto.