Cercanía frente a utilitarismo - Alfa y Omega

Cercanía frente a utilitarismo

Quizá podamos ayudar a un vecino mayor con la compra, quizá hacer esa llamada pospuesta… Pero hagámoslo antes de que sea tarde

Alfa y Omega
Un joven voluntario lleva la compra a una persona anciana. Foto: EFE/Mariam A. Montesinos

El coronavirus golpea a buena parte del mundo y, con especial fuerza, a Italia y a España, donde las muertes diarias se cuentan por centenares. Sin saber a ciencia cierta cuándo se alcanzará el pico de casos, los dos países mediterráneos estamos paralizados, con toda la población confinada, los hospitales colapsados y la actividad económica reducida a la indispensable para garantizar el abastecimiento de los hogares.

En medio de este drama, que para casi todos ha pasado ya de las cifras a los rostros concretos, hemos convertido en rutina salir a las ventanas a mostrar nuestro apoyo al personal sanitario. También hay música y conversaciones hasta hace poco impensables. Hay quizá un deseo de sentirse menos aislados y, por qué no, de decirle al vecino que él tampoco está solo. Que somos más que simples vecinos, que podemos ser un apoyo.

Este recordatorio es importante para los mayores, que son un alto porcentaje de la población en Italia y en España, dada la esperanza de vida. Repugna leer cuando muchos quitan hierro a la pandemia porque se ensaña especialmente con los que, a su juicio, ya han vivido demasiado. Preocupa también que otros tantos solo vuelvan la vista hacia ellos ahora, después de tenerlos olvidados durante demasiado tiempo por puro utilitarismo.

El Papa Francisco subrayaba hace unos días –como ha hecho en numerosas ocasiones a lo largo de su pontificado– que los ancianos son una fuente de sabiduría, de historia, de vida, y pedía que rezáramos por ellos ahora que sufren «con una soledad interior muy grande y a veces con mucho miedo». También debemos echarles una mano en la medida de nuestras posibilidades, igual que están haciendo italianos y españoles como los que aparecen esta semana en Alfa y Omega. Quizá podamos ayudar a un vecino con la compra, quizá hacer esa llamada tantas veces pospuesta… Pero hagámoslo antes de que sea tarde.

El mundo que sobreviva a esta pandemia va a ser un mundo muy diferente: probablemente más consciente de su fragilidad y más reflexivo, pero también con nuevos descartados y con limitaciones antes inexistentes. Ojalá, en palabras del Sucesor de Pedro en el programa de Jordi Évole, todo esto sirva también para «rescatar la convivencia humana, la cercanía».