Miedo, incertidumbre y desamparo: el temor de los sintecho ante el coronavirus - Alfa y Omega

Miedo, incertidumbre y desamparo: el temor de los sintecho ante el coronavirus

Las personas sin hogar, consideradas un colectivo de riesgo, aún no cuentan con la asistencia necesaria para protegerse del virus. Muchos temen que las medidas que toman las instituciones puedan ponerles en un mayor peligro y convertir la situación en una «catástrofe»

Santiago Taus
Foto: Maya Balanya

Días después de que el estado de alarma se decretase en toda España, la desinformación sigue siendo una amenaza para las personas sin hogar. En Madrid, mientras la mayor parte de los vecinos se va habituando a la nueva rutina del confinamiento, aún hay más de 500 personas que siguen viviendo en las calles. «No les informan, no les explican lo que pasa, simplemente les dicen que se tienen que alejar entre ellas», explica Azucena Péres, representante del Samur Social en el sindicato Co.bas, al referirse a la actuación de la Policía frente a las personas que aún no tienen refugio frente al virus.

Patricia y su pareja suelen dormir en el barrio de Malasaña que ahora, desprovisto de su trajín habitual, parece una caricatura absurda de lo que era. Nos cuenta que nadie se ha dirigido a ella para darle información sobre la situación actual ni sobre medidas de prevención: «Me he ido informando por los periódicos que encuentro en la calle».

Las medidas tomadas por el Ayuntamiento de Madrid para dar refugio a los sintecho aún son desconocidas para muchos de ellos, y los que están informados temen que puedan poner en peligro su salud. El consistorio ha habilitado un hotel en Arganda del Rey y una pensión en Chamberí donde es posible alojar a más de 150 personas. Además, se ha ampliado la campaña del frío durante dos meses para que aquellos que tengan plaza pasen la cuarentena en los albergues sociales. Para los que no puedan acceder a ninguno de estos centros se ha habilitado el pabellón 4 del recinto ferial de IFEMA con 150 camillas donde acoger a personas asintomáticas, pero son muchos los que tienen miedo de acceder a estos alojamientos.

«No queremos que pase lo mismo que en las residencias»

Ángel Recio, a quien llaman «el abuelo» por todos los años que lleva viviendo en la calle, asiste con frecuencia a dormir en albergues, pero la situación actual le infunde temor: «La gente que está en esos sitios lleva todo el día en la calle y luego van al albergue donde hay muchas aglomeraciones: nos juntamos ciento y pico personas». Aquellos que son conscientes del peligro que comporta el virus y de su fácil transmisión temen que al entrar en centros de acogida como estos puedan exponerse a un gran foco de infección.

«No queremos que pase lo mismo que en las residencias de ancianos donde ya han muerto 20 personas», explica Enrique, quien también vive en la calle y se muestra receloso ante las alternativas que aporta el Gobierno: «Puede haber una verdadera catástrofe». Hasta el momento hay tres personas sin hogar que han sido diagnosticadas con el coronavirus y el número de los que presentan síntomas aumenta cada día.

En una crisis como la actual, en la que las medidas de contención son indispensables, los expertos temen que las condiciones en que se acoge a estas personas puedan dar lugar a situaciones de riesgo. Pedro Gullón, médico especialista en medicina preventiva y salud pública, explica que «si les meten de forma apresurada en sitios hacinados esto puede dar lugar a que estas personas se contagien más rápido». Elena Urdaneta, directora general de Médicos del Mundo España, reconoce que las condiciones en que se planea alojar a las personas sin hogar en IFEMA no cumplirían con los requerimientos: «Si hay una persona que es positivo en coronavirus y entra ahí, el número de contagios va a multiplicarse mucho».

IFEMA, sin aislamiento suficiente

La UME (Unidad Militar de Emergencias) trabaja desde hace días con el Samur Social y con los trabajadores del recinto ferial para habilitar el espacio donde residirán más de 150 personas sin hogar. Desde esta unidad del ejército informan de que las camillas estarán separadas por dos metros de distancia, los comedores contarán con largas mesas extendidas y los baños serán comunitarios. Estas condiciones distan mucho de las exigencias de aislamiento que evitarían la propagación del virus.

Ante la pregunta por la vulnerabilidad de estas personas, desde el área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento reconocen que «son población de riesgo. Son personas muy vulnerables siempre, pero en esta situación de emergencia sanitaria lo son aún más». Muchos de ellos tienen problemas crónicos de salud y enfermedades respiratorias que a menudo surgen como consecuencia de su estilo de vida, tal y como se explica en el Informe FOESSA de 2019. Esta circunstancia les convierte en un colectivo mucho más desvalido ante el avance del virus.

Cristian Rodríguez, enfermero voluntario de la Cruz Roja, lamenta la falta de organización y comunicación de las autoridades con los grupos que duermen en la calle. «En algunos albergues meten a gente hacinada, a 30 o 60 personas sin preocuparse por que puedan contagiarse entre ellos», explica desesperado ante su incapacidad para ayudar a los que aún no tienen dónde protegerse.

Rechazados en el hospital

Como voluntario pasa gran parte del día en contacto con personas sin hogar que, en su opinión, durante estos días no están recibiendo una ayuda digna. «El otro día recogimos en Atocha a tres personas con síntomas y las llevamos al hospital para que les hicieran las pruebas, pero cuando llegamos nos dijeron que las pusiéramos en cuarentena en algún albergue. No nos dieron más soluciones». La descoordinación es una de las críticas que más se repite entre las distintas asociaciones que dan su apoyo a estas personas.

Los albergues de la campaña del frío no tienen plazas suficientes para acoger a todas las personas que solicitan el alojamiento. Azucena Peres cuenta que «ante la presión de la policía muchas personas se aglomeran en Atocha para esperar al autobús que les lleve a un centro de acogida, pero luego son muchas las que se quedan en la calle».

Esta trabajadora del Samur Social también denuncia la falta de equipos de protección individual (EPI). Ni los trabajadores sociales ni las personas a las que dan asistencia cuentan con los materiales básicos (mascarillas, guantes, etc.) para protegerse de la infección, lo que pone en peligro a los asistentes y a los asistidos. «Está habiendo muchas quejas de personas que trabajan en albergues, que no están preparadas para tratar con personas infectadas y que no cuentan con los materiales suficientes para protegerse», relata Pedro Gullón.

Aun así, este experto en salud pública reconoce que desde las instituciones han avanzado en una buena dirección al llevar a cabo repartos de comida y habilitando espacios para alojar a cuantos viven en la calle, «pero todavía quedan muchos pasos que dar a la hora de dar mejores condiciones de habitabilidad a estas personas».

Ante las circunstancias actuales, el colectivo de personas sin hogar se enfrenta a una gran amenaza, y muchos denuncian que las medidas adoptadas por las autoridades no son realistas o que incluso pueden ser contraproducentes. Si el virus se extiende de forma generalizada entre ellos, su riesgo de mortalidad será previsiblemente mayor que el del resto de ciudadanos. Son muchos los que lamentan el desprecio que ya sufren por parte de cuantos se dirigen a ellos. El coronavirus va camino de convertirse en un nuevo estigma para este colectivo que ya sufre la exclusión social.