Gema, enfermera en Madrid: «Vuestras oraciones nos llegan» - Alfa y Omega

Gema, enfermera en Madrid: «Vuestras oraciones nos llegan»

Los profesionales sanitarios están estos días corriendo más riesgos que nadie por contagio de coronavirus, pero «vuestras oraciones nos sostienen», y «nosotros queremos estar en primera línea», dice Gema, una enfermera de un hospital madrileño que está a la espera de que le confirmen si tiene o no la enfermedad. «Si vas de la mano de Dios, el miedo desaparece», asevera

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: REUTERS/Sergio Pérez

Al habla con Alfa y Omega Gema, enfermera en un hospital madrileño estos días en plena pandemia de COVID-19, contaba que estaba en casa por precaución con febrícula, a la espera de hacerse la prueba que confirme si se ha contagiado o no.

Llama mucha la atención la serenidad con la que lo dice, pero ella afirma que «estoy viviendo esta situación con el Señor». Y sobre la prueba que le harán en unos días espera que los resultados sean negativos «porque si no me van a aislar y yo lo que quiero es trabajar. Los sanitarios sabemos que tenemos más riesgo pero yo no lo vivo con miedo. Si vas de la mano de Dios, el miedo desaparece».

Gema afirma gozar de «mucha paz y tranquilidad, muy sostenida por las oraciones de todo el mundo. Todas estas oraciones que se hacen por nosotros estos días nos sostienen, nos unen, nos dan fuerza, nos motivan, nos hacen salir de nosotros mismos y hacen que no tengamos miedo. A todos los sanitarios les llegan, crean o no en Dios». En su entorno profesional, advierte un deseo de «estar ahí», y desvela que las enfermeras «nos animamos mucho entre nosotras, se respira un ambiente de querer estar en primera línea».

Sin embargo, al principio no fue así, porque «el primer día fue muy gordo, mi hospital se había convertido en un hospital de campaña, y el protocolo para atender a estos enfermos impresiona».

Una vez superada esa primera fase, lo que más echa de menos Gema ahora es poder atender a los enfermos a la manera en la que está acostumbrada: «Antes entrabas en la habitación, hablabas con el enfermo, escuchabas… pero ahora nos han dicho que seamos prudentes, y ves en el paciente una sensación de que le abandonas un poco. Y eso duele mucho verlo».

A Gema también le duele comprobar que los pacientes aislados están solos las 24 horas del día, porque no pueden recibir visitas: «Ves mucha tristeza cuando el paciente no puede estar con su padre, su madre, su marido… y no puede abrazarle. Y en sus familiares ves mucha impotencia al no poder siquiera estar ahí para alcanzarles un vaso de agua cuando tienen sed. Solo tienen permiso un rato cuando el paciente se va a morir… Es muy duro ver tanta soledad, el desamparo, no poder hacer nada».

Por eso, como creyente, intenta ofrecer un plus que solo le da su fe: «Hay situaciones muy duras y tenemos que ir un paso más allá. Yo a algún paciente o a algún familiar le he dicho: “¿Quieres que rece por ti?”. La gente está muy sola, no ya porque no tengan apoyo familiar, sino porque no tienen al Señor. A otra mujer le pregunté si necesitaba confesarse, que podía llamar al capellán. A otros les he ofrecido la comunión. Y en ninguna ocasión me encontrado nada de rechazo, sino al contrario: hay mucha sed de Dios, mucha necesidad de Él». De ahí que pida a los profesionales sanitarios católicos «que no seamos tibios, que llevemos a Dios y ofrezcamos a los enfermos el servicio de capellanía».

Esto no es «vender enciclopedias», sino dar a «Quien lo sostiene todo. Dios está deseando que le pidamos sin descanso porque quiere concedernos todo. Y ese todo es Él mismo».