Gracias... y que siga - Alfa y Omega

Gracias... y que siga

«La Jornada Mundial de la Juventud ha supuesto un acontecimiento de gracia para la Iglesia y ha dado al mundo entero un testimonio público de fe, contribuyendo a que el camino de la Historia se haga bajo el signo de la esperanza». Así se expresan los obispos del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal, en una nota publicada el jueves pasado, en respuesta a la carta autógrafa que, el 22 de agosto, Benedicto XVI escribió al cardenal Antonio María Rouco. La carta fue leída también, el día anterior, en la Misa de acción de gracias por la Jornada, que se celebró en la catedral de la Almudena. Éste es el texto íntegro:

Papa Benedicto XVI
Benedicto XVI saluda a los voluntarios de la JMJ, durante el encuentro con ellos en IFEMA, el domingo 21 de agosto

Al Venerado Hermano Antonio María cardenal Rouco Varela, arzobispo metropolitano de Madrid, Presidente de la Conferencia Episcopal Española. Al regresar a Roma después de los inolvidables días de mi Visita pastoral a Madrid para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, quisiera manifestar a Vuestra Eminencia mi más cordial reconocimiento por las innumerables muestras de hospitalidad y las continuas atenciones que me ha dispensado durante mi reciente permanencia en España.

Ruego también que Vuestra Eminencia transmita mi viva gratitud a los obispos sufragáneos, a los obispos auxiliares, al clero, a las comunidades religiosas y demás colaboradores en esa querida Iglesia particular de Madrid, así como a las autoridades nacionales, autonómicas y municipales, a las Fuerzas de Seguridad, al personal sanitario y a los incontables voluntarios que se han empeñado en tan magno evento juvenil.

Del mismo modo, tenga la bondad de hacerse intérprete de mi afecto ante los miembros de la Conferencia Episcopal Española por su decidido apoyo a este importante acontecimiento eclesial, y manifieste asimismo mi cercanía a los presbíteros y representantes de la vida consagrada por su generosa implicación en este significativo encuentro. Que todos y cada uno de los que han hecho posible esta fiesta de la fe que hemos vivido juntos, cooperando en ella de diferentes formas y entregando lo mejor de sí mismos en su preparación, desarrollo y feliz culminación, sepan que los llevo gozosamente en mi corazón.

Correspondo complacido a tanta deferencia como he experimentado a lo largo de mi Viaje apostólico, suplicando a Dios que enriquezca a todos los hijos de esas nobles tierras con la abundancia de dones de su amor y misericordia, que sirvan particularmente a las nuevas generaciones para mantenerse arraigadas y edificadas en Cristo, firmes en la fe y dispuestas a anunciar a todos la alegría que supone vivir en plenitud el Evangelio, dándolo a conocer con valentía a cuantos nos rodean.

Con estos sentimientos, y a la vez que confío a la intercesión de Nuestra Señora de la Almudena a Vuestra Eminencia, a los obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y fieles de Madrid y de España entera, les imparto de corazón una especial Bendición apostólica, prenda de abundantes dones divinos.