El obispo responsable de Migraciones, en el 8-M: «Cristo sufre cuando las mujeres sois heridas y silenciadas» - Alfa y Omega

El obispo responsable de Migraciones, en el 8-M: «Cristo sufre cuando las mujeres sois heridas y silenciadas»

Juan Carlos Elizalde se acuerda, en el Día Internacional de la Mujer, de las mujeres que huyen de sus países por la pobreza y de las víctimas de la trata. En su diócesis, Vitoria, anima a las mujeres a que digan abiertamente y se postulen para desempeñar cargos de responsabilidad

Fran Otero

El obispo de Vitoria y presidente de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal, Juan Carlos Elizalde, ha publicado este fin de semana una carta con motivo del Día Internacional de la Mujer, en la que recuerda especialmente a las mujeres que sufren por todo el mundo: ya sea por causa de la pobreza o de la trata.

«Hoy la pobreza tiene rostro femenino y la falta de oportunidades y la falta de oportunidades de las mujeres y niñas atraviesa todos los continentes. La suerte de unos y otros nos afecta. No podemos ser indiferentes a lo que viva alguno de nuestros hermanos, porque son nuestra carne. ¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está tu hermana? Es una cuestión humana, ética y religiosa», señala en la misiva.

Es en este contexto en el que denuncia «una de las realidades más sangrantes y dramática, que refleja con mayor crudeza el mundo en el que vivimos y la mercantilización del ser humano»: la trata de personas. «Es un crimen contra la humanidad, un desgarro en la familia humana y por tamnto también del cuerpo de Cristo», añade.

Por esto y por todas las vulneraciones de derechos que sufren las mujeres, «la Iglesia –continúa el prelado– eleva la voz junto a ellas y se pone de su lado, mano a mano, corazón con corazón, para abrir caminos de dignidad y de vida».

Petición de perdón

En la carta también pide «perdón», porque «no siempre hemos estado a la altura». Perdón «por tantas resistencias y miedos» y porque «no siempre dejamos que el Espíritu nos renueve y nos haga un solo cuerpo en el amor».

«El Cuerpo de Cristo sigue sufriendo hoy dentro y fuera de la Iglesia. Es herido cuando vosotras las mujeres sois heridas, es atenazado cuando sois silenciadas y relegadas a un segundo lugar, sufre cuando vuestros cuerpos son profanados y utilizados, sufre cuando vuestro rostro queda invisibilizado», recoge.

Elizalde concluye con el compromiso de dar pasos con «audacia evangélica en la integración, paridad, colaboración y mutuo enriquecimiento de hombres y mujeres». De hecho, pide a las mujeres de la Iglesia de Vitoria que alcen la voz y digan, si así lo creen, que pueden asumir más responsabilidades.