JMJ: «Hay que prepararse a fondo espiritualmente» - Alfa y Omega

JMJ: «Hay que prepararse a fondo espiritualmente»

Sólo faltan cuatro meses para la JMJ, que «ha alcanzado un momento espiritual y pastoral decisivo», dice el cardenal Rouco. Pero incluso ya en esta fase, la JMJ está dejando «frutos pastorales espectaculares»

Redacción
Juan Pablo II besa la cruz que sostiene el cardenal Ratzinger durante el Via Crucis del Viernes Santo, en el Coliseo de Roma, en abril de 2004

¿Cómo va la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud?
Ha alcanzado un momento espiritual y pastoral decisivo. No se trata sólo de que estemos en condiciones de poder decir, desde el punto de vista organizativo y material, que todo marcha bien. Hay que valorar también el compromiso personal, y apostólico de muchos jóvenes, de vivir la Jornada Mundial como un encuentro con el Señor que les ayude, como dice el lema, a enraizar su vida en la fe, a edificarla en Cristo, para que su fe salga reforzada. Estamos en un momento en que hay que prepararse espiritualmente a fondo para la JMJ.

Es verdad que, en Madrid, es muy difícil separar la dimensión espiritual y pastoral de las tareas organizativas, de proporciones inmensas. Desde ese punto de vista, el Comité de Organización Local cuenta con un número de voluntarios cada vez mayor; se ha desarrollado de una manera muy adecuada, desde el punto de vista de las tareas que debe asumir; se trabaja con muchísimo entusiasmo, buen espíritu y generosidad.

¿Qué frutos ha dado ya la Jornada?
La peregrinación de la Cruz, que está ya concluyendo, ha dado unos frutos pastorales espectaculares. Y va in crescendo. En las últimas diócesis en Andalucía ha sido verdaderamente una gracia de Dios que se derramó a raudales sobre los jóvenes. Con ese espíritu tenemos que prepararnos estos cuatro meses que nos quedan para la celebración de la JMJ.

¿Y qué va a dejar la Jornada en Madrid y en España?
La JMJ va a ser un gran momento de misión, y tendrá, por tanto, un gran impacto moral y espiritual, de evangelización de los jóvenes de todas las ciudades españolas. Eso comenzará a notarse en los mismos días de la JMJ, en el ambiente que se va a crear en la ciudad de Madrid ya en los días previos, en las diócesis españolas de acogida… Y se va a ver, diríamos, la calidad espiritual y religiosa de esos jóvenes, en su calidad humana, a través de los grandes actos y también de los pequeños.

Antes de la llegada del Papa, tendremos unos días de estudio catequético, con obispos de todo el mundo, y centenares de miles de jóvenes que hablan distintos idiomas y que se van a acercar a la persona del Señor. Eso es de una fuerza enorme. Después vendrán las grandes celebraciones con el Santo Padre, como la noche de la Vigilia y la adoración en Cuatro Vientos. Pero además viviremos la interrelación entre los grupos, que, en el fondo, son también pequeñas y grandes comunidades eclesiales de jóvenes, con sus sacerdotes, sus educadores, sus obispos, en contacto con las parroquias y la realidades diocesanas de Madrid y con los voluntarios que van a animar la ciudad esos días… Todo esto produce un experiencia de comunión en la Iglesia en lo más hondo de su verdad, que es el mismo Cristo, que alimenta constantemente esa realidad con la gracia del Espíritu.

Y esos frutos de la fe, la esperanza y la caridad, se percibirán también miles de anécdotas ordinarias, en el momento de la ducha por la mañana, en la alegría en las calles, o cómo unos y otros se preocupan de los discapacitados o de los problemas del paro de los jóvenes…