Una vez más, la encuesta de valoración de líderes mundiales realizada anualmente por Gallup International sitúa en primer lugar al Papa Francisco, seguido por Angela Merkel y Enmanuel Macron, los únicos que obtienen saldos positivos (opinión favorable menos opinión desfavorable) en esta época de descontento global.
A nivel mundial, el Papa cuenta con un 53 % de opiniones favorables frente a un 23 % de desfavorables, lo cual arroja un saldo positivo de 30 puntos, el doble de los 15 de la canciller alemana y el cuádruple de los siete del presidente francés. A partir del cuarto líder —el primer ministro indio, Narendra Modi— todos reciben saldos negativos.
Resulta muy llamativo que el líder de una confesión religiosa asociada con Europa, América y África reciba una valoración positiva en todos los países salvo seis, con Siria como el más negativo.
Desde que el Concilio Vaticano II asumió como tarea de la Iglesia católica velar por «la única familia humana», san Pablo VI, san Juan Pablo II y sus sucesores se han hecho cargo de los sufrimientos y aspiraciones de todos los seres humanos, con independencia de su religión.
Paradójicamente, el país que más aprecia al Papa Francisco es ortodoxo: Rumanía, con un 88 % de opiniones favorables. Le siguen Filipinas, Líbano, Colombia e Italia.
España es el décimo país que más le valora, con un 71 % de opiniones favorables. La simpatía por el Papa es llamativamente fuerte entre los mayores de 65 años, con un 86 %, pero el saldo positivo se da en todas las categorías de edad, incluida la más fría, entre los 18 y los 24 años.
El sondeo anual y planetario de Gallup International —realizado en España por Sigma Dos— revela que el estruendo continuo de los blogs y portales informativos hostiles a Francisco encuentra eco tan solo entre su reducido grupo de lectores, a quienes amargan la vida.
La pequeña galaxia de los medios viganoides —así llamados desde que publicaron simultáneamente en Estados Unidos, Italia y España el manifiesto del exnuncio Viganò que pedía la dimisión del Papa— es solo una cámara de eco encerrada en sí misma.
En cambio, el mundo admira La alegría del Evangelio, Laudato si, o su defensa tenaz de los pueblos maltratados. Desde los rohinyá de Myanmar a los indígenas de la Amazonia.