Teólogos vaticanos estudian si el matrimonio entre bautizados no creyentes se ha de considerar «sacramento» - Alfa y Omega

Teólogos vaticanos estudian si el matrimonio entre bautizados no creyentes se ha de considerar «sacramento»

Europa Press
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La Comisión Teológica Internacional, un órgano de la Curia vaticana que ayuda a la Santa Sede y especialmente a la Congregación para la Doctrina de la Fe a examinar cuestiones doctrinales de mayor importancia, examina en un documento si la unión matrimonial entre bautizados no creyentes «se ha de considerar sacramento».

«Una cuestión que la reciprocidad entre fe y sacramentos no podía dejar de lado: la dilucidación de si la unión matrimonial entre bautizados no creyentes se ha de considerar sacramento», se lee en el capítulo 4 del texto que es el fruto de un trabajo de cinco años que se hace público este martes 3 de marzo y que fue aprobado por el Papa Francisco el 19 pasado de diciembre de 2019 en la Sesión Plenaria de la Comisión el año pasado.

El departamento que preside el cardenal español Luis Francisco Ladaria Ferrer abunda a través del «debate, reflexión y análisis» en la reciprocidad que existe entre la fe católica y los sacramentos, según señalan desde el Vaticano.

Así, el Vaticano apunta a que esta relación «ha sido discutida durante muchos años, particularmente en el caso del matrimonio». «Benedicto XVI y Francisco se han cuestionado sobre la validez de muchos matrimonios celebrados en la iglesia por costumbre o tradición, pero sin la verdadera fe», incide.

De esta manera, los teólogos que componen la Comisión Teológica Internacional han planteado en su estudio, estructurado en cinco capítulos, algunos fallos pastorales que descuidan, por ejemplo, la importancia de los sacramentos en la construcción de la comunidad cristiana. «No pocos católicos se han hecho a la idea de que la sustancia de la fe radica en vivir el evangelio, despreciando lo ritual como ajeno al corazón del evangelio y, consecuentemente, ignorando que los sacramentos impulsan y fortalecen la vivencia intensa del mismo evangelio», se lee en el texto.

El texto plantea que su razón de ser es «poner de relieve la esencial reciprocidad entre fe y sacramentos, mostrando la mutua implicación entre fe y sacramentos en la economía divina». Los teólogos esperan de este modo «contribuir a superar la fractura entre fe y sacramentos allí donde se dé, en su doble vertiente: ya sea una fe que no sea consciente de su esencial sacramentalidad; ya sea una praxis sacramental realizada sin fe o cuyo vigor plantee serios interrogantes con relación a la fe y la intención fiducial que la práctica de los sacramentos requiere».

En definitiva, el texto se centra en el hecho de que la reciprocidad entre la fe y los sacramentos está en crisis en la práctica pastoral actual.

El capítulo 1 plantea que la humanidad de Jesucristo es «cauce efectivo de la salvación de Dios». Sin embargo, esta eficacia no reviste un carácter automático, según apunta el Vaticano ya que «requiere un contacto adecuado con ella: humilde, suplicante, abierto al don». «Todas estas actitudes desembocan en la fe, como el medio más apto para recibir la oferta de salvación», se lee en el texto que continúa afirmando que en los sacramentos se actualiza la fuerza sanadora que emana del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, para sanar de la herida del pecado y dar la nueva vida en Cristo.

En el capítulo 2 se plantea el trasfondo teológico desde el que se abordará la problemática de la interrelación entre fe y sacramentos. «Este capítulo ilustra que una celebración de un sacramento sin fe carece de sentido por contradecir la lógica sacramental que vertebra la economía divina, que es constitutivamente dialogal», escriben los teólogos.

Entre algunas de sus conclusiones, el capítulo 2 afirma: «En el caminar del creyente, la fe se va modulando y expresando en las diversas situaciones de la vida, acompañada por los diversos sacramentos que la Iglesia ofrece para la vida cristiana a lo largo del peregrinaje terreno». De hecho, en este capítulo se constata que entre fe y sacramentos hay una reciprocidad en crisis, que se manifiesta en la disociación entre la fe y los sacramentos. Las razones, afirma el documento, son diversas: filosóficas, culturales, planteamientos nuevos desde las ciencias, distorsiones en la vivencia de la fe, como el ateísmo, el paradigma tecnocrático.

El documento, resalta también que «la sacramentalidad propia de la fe comporta siempre un dinamismo misionero», pues «nadie recibe los sacramentos en exclusiva para sí mismo, sino también para representar y fortalecer la Iglesia, que, como medio e instrumento de Cristo». Así señala que el católico ha de ser testigo «creíble» y «signo eficaz de la esperanza contra toda esperanza testificando para el mundo la salvación de Cristo, sacramento de Dios por antonomasia». Así, subrayan que a través de «la celebración de los sacramentos y la vivencia adecuada de los mismos el Cuerpo de Cristo se robustece».

En el capítulo 3, el documento ofrece asimismo «unos criterios para dilucidar cuál es la fe que se precisa para la celebración de cada uno de los sacramentos de la iniciación». Estos son: el bautismo, la confirmación y la eucaristía. Para profundizar en su aporte, el documento plantea una metodología a partir de: el fundamento bíblico principal; la correlación entre dicho sacramento y la fe adecuada para la celebración del mismo; la problemática que se presenta hoy en día en torno a dicha correlación; la iluminación a partir de momentos señeros y escogidos de la Tradición; y, a la luz de la reflexión precedente sobre el puesto de la fe en la celebración del sacramento, una propuesta teológica en orden a la pastoral acerca de la fe necesaria para la celebración de cada sacramento.

El capítulo 5 plantea que «la Iglesia misma presta un servicio para todos: es el medio y el instrumento que proclama la presencia en la historia del designio universal de la salvación en Jesucristo. Cada cristiano participa en esta misión eclesial, que cada sacramento refuerza a su modo. En cada sacramento se da una recepción del don de Dios, una configuración con Cristo y una misión eclesial para la vida del mundo».

Lo que se propone, se lee en el documento, es una «delicada tarea para los pastores y para todos los agentes implicados en la pastoral matrimonial, para ayudar a los futuros cónyuges a crecer en su fe hacia lo que significa el matrimonio».