Una lacra que se extiende; y la reforma, en punto muerto - Alfa y Omega

Una lacra que se extiende; y la reforma, en punto muerto

En 2011, uno de cada cinco embarazos acabó en aborto: 118.359 muertes. 12,44 de cada mil mujeres en edad fértil abortaron; un 8,3 % más que en 2010. Este triste récord ya no se puede atribuir sólo a la crisis, a la irresponsabilidad de los jóvenes o a la inmigración. Los datos confirman que la mentalidad abortista se extiende cada vez más, pero el Gobierno disimula. Parece tener otras prioridades antes que la reforma de la ley

María Martínez López

Entre la Operación salida y el Gordo de Navidad, el Gobierno hizo públicos –pero lo menos públicos posible– los datos del aborto de 2011. Baten un nuevo récord, aunque eso, por desgracia, no sorprende: 118.359 muertes. El número absoluto de abortos aumentó un 4,7 % respecto a 2010, pero si se relaciona con el número de mujeres en edad fértil –un grupo demográfico en declive–, el incremento es mayor: un 8,3 %, de 11,49 a 12,44 abortos por cada mil mujeres en edad fértil. Si en 2006 uno de cada seis embarazos acababa en aborto, en 2011 fueron uno de cada cinco. La Estrategia de salud sexual y reproductiva incluida en la ley del aborto de 2010, y la venta sin receta de la abortiva píldora del día después no han conseguido, como se dijo, reducir los abortos.

El coladero, al descubierto

Estos datos confirman que el supuesto de riesgo para la salud psíquica de la madre, presente en la ley de 1985, era un auténtico coladero. En la primera mitad de 2010 –último período con dicha ley en vigor–, el 96,77 % de abortos fueron bajo este supuesto. Ahora, la mayoría –el 89,58 % de los abortos de 2011– se ha trasladado al plazo de 14 semanas en el que se permite abortar sin aducir causa alguna. Pero podrían volver a camuflarse bajo el primer supuesto, ya que el PP tiene intención de incorporarlo en su reforma.

Con todo, a doña Carmina García Valdés, Directora General de la Fundación RedMadre, no le gusta hablar de aborto a petición de la mujer: «Nos consta que no es por deseo de la mujer, sino por necesidad, y porque con la nueva ley hay más presión» laboral, familiar, por parte de asistentes sociales y en los propios centros abortistas. «A las mujeres se les dice que, como no tienen que alegar nada, no se lo piensen y aborten cuanto antes».

La generación del aborto

Al analizar los nuevos datos, se ha subrayado cómo el grupo de mujeres entre las que la tasa de abortos ha crecido más, un 11,61 %, es la franja entre los 35 y los 39 años, seguida de los 30-34 años (un 10,5 %) y de los 40 años en adelante (un 10,29 %). Las cifras «confirman la tendencia que venimos observando –subraya doña Carmina–: aumenta el número de mujeres con más edad», muchas de ellas casadas, «con hijos y sin trabajo» –el 23,13 % de las madres que abortaron en 2011 estaba en paro–. Saben lo que es tener una vida en el vientre, pero «abortan porque no pueden mantener a otro hijo. España está a la cola de Europa en ayudas. Si hubiera más» –algo que el Gobierno ha prometido en su reforma del aborto–, «esas familias tendrían a sus hijos».

Con todo, el aumento de los abortos no se debe sólo a la crisis, sino a un cambio más profundo y prolongado. Entre las adolescentes, más de la mitad de los embarazos acaban en aborto; pero la tasa crece igual o incluso por debajo que en la población general. En cambio, desde 2002, la tasa de abortos ha aumentado en torno al 65 % entre las mujeres de 25 a 34 años, 18 puntos por encima de la media. Si la comparación se hace con 2006, los abortos en mujeres de entre 30 y 34 años han aumentado un 32 % –casi el doble de la media–, y más de un 25 % a partir de los 35 años. Estos datos apuntan a una expansión de la mentalidad abortista entre los españoles nacidos en la segunda mitad de los años 70 y en los 80. En palabras de doña Carmina, son la generación del aborto, que ha asumido que, «como el aborto es legal, es bueno y se puede hacer indiscriminadamente. Ya se ha instaurado en la conciencia social que el aborto es un método anticonceptivo más» ante una adversidad.

Salvar vidas… y la economía

Urge un cambio, y no sólo por las vidas perdidas. Pocos días antes de conocerse los datos del aborto, se supo que los nacimientos han disminuido un 9,2 % en tres años. Los políticos «no se dan cuenta de que cada vez hay menos población activa, más ancianos, y de que la gente que venía a trabajar se está yendo. Las políticas que van a levantar este país, moral y económicamente, son las que ayudan a la familia», afirma doña Gádor Joya, portavoz de la plataforma Derecho a vivir.

Por eso, resulta frustrante que el Gobierno imite al PSOE, publicando los datos del aborto a escondidas, y con una introducción que alaba la Ley Aído. Los datos de 2011 todavía se pueden atribuir a los socialistas, pero el PP «no ha hecho nada y es de esperar que los de este año sean peores», prevé doña Gádor. El ministro de Justicia, don Alberto Ruiz Gallardón, prometió para otoño un anteproyecto de reforma de la ley. El problema es que buena parte de las energías de este Ministerio se han consumido en la polémica de las tasas judiciales. Mientras tanto, se ha buscado el consenso con el PSOE en la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, renunciando a la promesa electoral de la despolitización de la justicia. Existe ahora el temor de que la reforma del aborto, que ahora está en punto muerto, pueda ser también objeto de un consenso similar.

Frente a un Gobierno que, en palabras de doña Gádor, está «perdido y da bandazos», los defensores de la vida sí tienen claras sus prioridades. «Mientras llegamos a una ley que no permita en ningún caso el aborto, la reforma debe acabar con el aborto eugenésico en su totalidad, y eliminar el supuesto de riesgo para la salud psicológica de la mujer. Si se sigue contemplando ese supuesto, no habremos conseguido nada». A esto, añade el apoyo a la maternidad, que doña Carmina, de Red Madre, explicita: «Medidas eficaces de ayuda, asesoramiento a las mujeres en situaciones difíciles; que se informe con verdad a las mujeres que se lo plantean como un método anticonceptivo; que se dejen de financiar con dinero público los abortos y se destine parte de ese dinero a ayudar a las familias; que se facilite el acceso a las guarderías públicas y se incentiven las empresas familiarmente responsables». También la opinión pública tiene su tarea: «Mirar con buenos ojos a la embarazada, considerar el embarazo como una buena noticia y un bien social. Todos los ciudadanos podemos», con pequeños gestos, «reforzar esa reforma de la ley». Cuando llegue.