Desechos tóxicos espirituales - Alfa y Omega

La expresión «desechos tóxicos espirituales», utilizada por Benedicto XVI, en 2009, al referirse a la colonización cultural de África, es extrapolable hoy a la situación iberoamericana. El Observatorio Cardenal Van Thuân, en Verona, ha publicado el IV Informe sobre la doctrina social de la Iglesia en el mundo, con título La colonización de la naturaleza humana. Zenit ha entrevistado al arzobispo y Presidente del Observatorio, monseñor Crepaldi, quien denuncia «las enormes presiones internacionales» sobre los Gobiernos iberoamericanos, «para que cambien su tradicional legislación sobre la procreación, la familia y la vida». Un «Occidente hastiado y nihilista», dice, presiona «para que los Estados todavía atrasados entren al fin en el progreso».

Una de las mayores sorpresas para los obispos europeos en el reciente Sínodo de los Obispos —contó el cardenal Rouco, al hacer balance final, en este semanario— fue constatar que la ideología de género ya no es exclusiva de Occidente, sino que «los mismos problemas, o parecidos, se están dando en todo el mundo». En este mes de diciembre, Uruguay aprobaba la llamada Ley de Matrimonio Igualitario, poco después de haber impulsado una liberalización del aborto. Argentina ya equiparó las uniones homosexuales al matrimonio en 2010, igual que han hecho el Estado brasileño de Alagoas, y, en México, la capital (México D. F.) y el Estado de Quintana Roo.

Otros países de la región inician un proceso gradual hacia el matrimonio homosexual. Es el caso de Costa Rica —el primero en Centroamérica—, donde el Congreso debate sobre las llamadas Sociedades de convivencia; y de Chile, con la diferencia de que el término empleado es aquí Acuerdo de vida en pareja. En Colombia, mientras la opinión pública está pendiente de la negociación con la guerrilla de las FARC, se debate abiertamente sobre el matrimonio homosexual. Y ya puestos, sobre la legalización del suicidio asistido y la eutanasia. «No se le ha dicho la verdad al país», denuncia el Secretario General de la Conferencia Episcopal Colombiana, monseñor José Daniel Falla. El proyecto «defiende oscuros ideológicos», y busca convertir la muerte en una opción fácil y económica, «pues resulta más efectivo ponerle una inyección letal al paciente y no preservar su salud». Además, «los familiares, el médico y las instituciones de salud podrán disponer, en ciertas ocasiones, de la vida del paciente sin que éste pueda expresar libremente su voluntad, o ser al menos informado».

La presión internacional es más visible en unos casos que en otros. Costa Rica acaba de ser obligada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos a introducir la fecundación in vitro. «Este fallo es un lamentable ejemplo de la ideología de la muerte», denuncian los obispos.

Fuera del continente americano, otro país de mayoría católica ha sucumbido a las presiones de los organismos internacionales: Filipinas. Una nueva ley prevé la financiación estatal a políticas de planificación familiar y control de natalidad, incluidas las campañas para el fomento de anticonceptivos y programas de educación sexual en las escuelas, en la línea ideológica de la ley. «Aquellos que corrompen las mentes de los niños invocarán la ira divina sobre sí mismos», advirtió, en la Misa del Gallo, el Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Filipina, monseñor Sócrates B. Villegas. «La ley de Salud Reproductiva pondrá en peligro la fibra moral de nuestra nación», añadió. «Como los obispos hemos dicho en el pasado, una mentalidad contraceptiva es la madre de la mentalidad abortista», y «dará como resultado la destrucción de la vida familiar y una mayor violencia contra las mujeres».

La crónica de Associated Press desde Filipinas cita fuentes de la ONU, que se atienen al guión oficial desde hace décadas, inasequible a los estudios que desmienten sus tesis: «La ley ayudará a reducir el alarmante número de muertes relacionadas con el embarazo, prevendrá los embarazos que ponen en riesgo la vida [de la madre, se entiende] y disminuirán la expansión del sida».