Fe, esperanza y caridad, en el corazón de Madrid - Alfa y Omega

Fe, esperanza y caridad, en el corazón de Madrid

Si algo define a la familia cristiana es la conciencia de que su fuerza está en Otro. Durante tres días, en un ambiente que ha recordado al de la Jornada Mundial de la Juventud, el Santísimo ha estado expuesto en la Plaza de Colón, y miles de personas han recibido el perdón de sus pecados. También se ha rezado, y mucho, por las familias en dificultades, y se ha presentado la labor de la archidiócesis de Madrid en apoyo a las familias

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El cardenal arzobispo de Madrid preside la exposición del Santísimo Sacramento en la carpa de la Adoración y del Predón.

Todo lo que alienta la vida de las familias cristianas en España se ha hecho presente, durante 40 horas ininterrumpidas, en la plaza de Colón, de Madrid, en dos jornadas inolvidables que han sido un excepcional inicio de la fiesta de la Sagrada Familia de este año. Durante esas 40 horas, una carpa situada en el centro de Madrid se ha convertido en un laboratorio de vida cristiana vivida en familia: han sido 40 horas de fe —durante todo ese tiempo estuvo el Santísimo expuesto, con turnos de adoración y de oración—, de esperanza —dos confesionarios de la JMJ vieron pasar un goteo ininterrumpido, también durante la noche, de personas que querían descansar en el sacramento de la Misericordia—, y de caridad —se colocó un arcón en el que, también de manera constante, aquellos que acudieron a la carpa depositaron su ayuda para las familias necesitadas de Madrid—. Y todo, en un cuidado espacio contemplativo que invitaba a la oración y que, sobre todo, reflejaba la belleza de la fe y de la familia.

Lo que el mundo necesita

En la inauguración de la carpa, el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, señalaba que estos días previos de oración son «la fuente de la gracia que permite vivir, con una fe honda, sincera, auténtica, y convertidos al Señor, la celebración del domingo, fiesta de la Sagrada Familia, como un acto de fe en el Evangelio de la familia, en la verdad de la familia cristiana, que el mundo tanto necesita».

Durante esta primera hora de Adoración, los cantos que entonan las Hermanitas del Cordero sólo se ven interrumpidos —benditamente interrumpidos— por el lloro de algún bebé y el trasiego de algunos niños jugando. A lo largo de las horas, los que acuden se reparten por toda la carpa, sentados en algunas sillas o en el suelo, de rodillas o de pie, y siempre alrededor del Señor, Jesús Sacramentado, que preside desde el centro la carpa. Conforme pasa el tiempo, unos y otros entran y salen, y se agolpan en los pasillos los carritos de bebé. A los niños más pequeños les gusta corretear en cuanto sus padres se despistan. Pero esto al Señor le gusta: Dejad que los niños se acerquen a Mí.

Como entrar en casa

Entran también muchas personas mayores, abuelos y padres de tantas familias, que también fueron niños y hoy tienen el alma curtida de tanto rezar por los suyos. Hay grupos de chicas, parejas de novios y, sobre todo, niños y más niños. Los que se acercan a dejar una vela a los pies del Señor y de la Virgen son un goteo constante: cada vela es una oración, una intención, un rostro querido, que ya se marchó o que estrena la vida. Ninguno de ellos puede quedar en mejores manos.

El cardenal Rouco escucha confesiones.

Mientras, en uno de los lados de la carpa, dos confesionarios de los que ya estuvieron en la Fiesta del Perdón, durante la JMJ Madrid 2011, funcionan a tope: también hay fiesta en el cielo durante estos días. Entra un pecador, y sale una nueva criatura; no hay mejor lugar para empezar de nuevo.

Cerca, una abuela coloca a sus nietos en fila, de rodillas, delante del Señor, pero alguno de ellos no está muy de acuerdo… Un poco más allá, una muñeca es el objeto de discusión de un par de pequeñas. Y es que entrar en la carpa es como entrar en casa: gritos, peleas, discusiones, problemas, dificultades… sí; pero también el perdón y la cercanía, y la certeza de que uno ya no va estar solo nunca jamás.

Entrar en la carpa es entrar en casa, porque vivir en la Iglesia es encontrar un hogar. Con Cristo en medio de todos.

Los besos, y la comida de mi madre

Unos metros fuera de la carpa, está situada la muestra Qué ayudas ofrece la Iglesia en Madrid a las familias hoy, organizada por la Delegación episcopal de Familia, para dar a conocer las diferentes actividades que desarrolla la Iglesia en Madrid a favor de la familia. Allí se puede conocer la labor de Cáritas Madrid, la de los distintos Centros diocesanos de Orientación Familiar (COF), la del Instituto Juan Pablo II, o la de la asociación Spei Mater en favor de la mujer.

En una de las mesas hay colocada una cartulina que lleva por título: Lo que más me gusta de mi familia es…; allí, cada uno puede ir escribiendo lo que quiera. El cardenal Rouco es de los primeros en escribir: Que sigue siendo fiel a la fe recibida de sus padres; y monseñor Reig Plà, obispo de Alcalá de Henares: Que me siento querido. Junto a ellos, aparecen frases de lo más simpático… y sincero: La comida de mi madre; La alegría de mi mujer y de mis hijas; Lo que más me gusta es tener hermanos para jugar con ellos; Los besos… Porque si algo ha habido durante estos días ha sido besos, muchos besos…

El lugar natural del hombre

Después de un rato en el frío de Madrid, volver a la carpa es encontrar un refugio. No deja de ser un símbolo del cobijo que ofrece la Iglesia ante todo lo que está cayendo ahí fuera, y que no es sólo una crisis económica. Todas estas familias reunidas alrededor del Señor, con su algarabía de niños y todos sus frentes abiertos, son el único baluarte serio frente a la dictadura de lo inconsistente. La familia cristiana es la única que defiende hoy en día la naturaleza del hombre, que plasma la verdadera ecología humana, que desvela cuál es el verdadero hábitat del ser humano.

«Compensa sufrir porque compensa amar», dice el sacerdote que dirige una de las meditaciones que se han podido escuchar durante estos días. Se trata de dar la vida para recuperarla de nuevo: esto es la familia. No en vano, estos días, los villancicos cantan a quien es Amor en el pesebre, y sufrimiento en la cruz.

Adorando al Santísimo: Cristo es el centro de la familia cristiana.

Sólo quien mira al Señor es capaz de amar de verdad. Lo saben bien Pablo y Rocío, un matrimonio de Madrid que se ha acercado hasta aquí con sus seis hijos, encantados porque «la presencia del Señor en medio de la ciudad es un signo muy bonito, porque refleja que Él es el centro de la Navidad, y también porque Él es también el centro de nuestra familia». O José Antonio y Belén, quienes han venido de Cuenca, con sus tres hijos, «para hacer ver al mundo que, aunque no salimos en los medios de comunicación, nosotros existimos, y estamos contentos con lo que somos»; para ellos, ha sido una gran idea la carpa de Adoración, porque «la oración es el pilar fundamental de nuestra vida como familia».

Nadie se queda fuera

Durante estos días, aunque son continuas las colas para poder entrar en este espacio de oración y encuentro, nadie se queda fuera; se pueden escuchar peticiones por los matrimonios separados o divorciados, por sus hijos, por los matrimonios sin hijos, por los niños no nacidos, por nuestros padres y abuelos, por nuestros difuntos… No hay familia que se quede fuera, porque la Iglesia es la única que puede recomponer, hoy en día, el rostro de la familia tal como ha salido del abrazo del Padre.

Han sido días y noches de oración, de perdón y de ayuda. Por aquí han pasado mayores y jóvenes, y sobre todo familias, muchas familias. Los confesionarios no han descansado un solo momento. Siempre ha habido gente, incluso a altas horas de la noche, rezando con las familias y por las familias.

Al empezar uno de los turnos de adoración, una madre se apresura a entrar en la carpa. Lleva de la mano a una niña pequeña que apenas ha comenzado a andar hace poco. Algunos de sus primeros pasos los va a dar delante del Santísimo. Con la ayuda de Dios y de su familia, caminará toda su vida en presencia del Señor. Porque ésta es la misión de la Iglesia. Porque Él es la alegría de la familia.

Así ayuda la Iglesia a la familia

Las 40 horas previas antes de la Misa de las Familias también sirvieron para explicar a los fieles, a pie de calle, las ayudas que ofrece la Iglesia en Madrid a las familias. Las familias que lo necesiten cuentan específicamente con el trabajo de cuatro instituciones que, día a día, trabajan, de una forma u otra, ayudando a las familias: Cáritas, los Centros de Orientación Familiar (COF), la asociación Spei Mater y el Pontificio Instituto Juan Pablo II. Todos ellos son el rostro de la ayuda práctica y concreta de la Iglesia a las familias.

Cada una atiende la realidad familiar de una forma. Por ejemplo, el Pontificio Instituto Juan Pablo II centra su labor en «el estudio y la profundización en la verdad del matrimonio y de la familia», asegura Cristina Záforas, especialista en pastoral familiar del centro. «Éste es un instituto de formación. Hay muchas familias que se están formando para conocer bien el plan de Dios sobre su propio matrimonio, y eso es una gran ayuda para ellos. A su vez, transmiten esa formación y esa ayuda a otros», asegura Cristina, casada y madre de familia. El Instituto ayuda a la familia «difundiendo la verdad sobre el matrimonio y la familia y formando a las personas en este sentido», concluye.

La asociación católica de fieles pro-vida Spei Mater también trabaja por la familia, pero de forma diferente. Spei Mater promueve la atención a «la mujer con un embarazo imprevisto, en riesgo de aborto, o que ha sufrido un aborto provocado», explica su presidenta, María José Mantilla. El trabajo está ramificado en tres áreas: El Proyecto Raquel, «centrado en la sanación y la reconciliación de las mujeres que han sufrido un aborto provocado, y de sus familiares»; el Proyecto Effetá, que «busca fomentar y formar a grupos pro-vida en las parroquias, a través de la oración por la vida, formación y capacitación en el Evangelio y atención y acogida en las parroquias»; y, por último, el Proyecto Ángel, «que trata de ayudar a la mujer embarazada, pero no sólo de forma material. También se trata de un proceso de conversión y de fe», explica Mantilla.

En la Plaza de Colón se presentó también la actividad de Cáritas por la familia. «Siempre hemos trabajado con la familia. Desde 2008, se ha priorizado la atención de familias en crisis», asegura Concha García, coordinadora técnica de Cáritas Madrid. «Además de trabajar en los programas clásicos, ahora estamos prestando mucha atención a las necesidades más básicas de las familias», añade. Y concluye: «Trabajamos, sobre todo, en las necesidades económicas más urgentes: ropa, alimentos, etc.; en el campo del empleo, en el que trabajamos, sobre todo, en la formación y capacitación de las personas; y en el tema de vivienda».

Por último, la archidiócesis de Madrid presentó, además, la actividad de sus nueve Centros de Orientación Familiar, más conocidos como los COF. También estuvieron representados los ocho de Getafe y Alcalá de Henares. «En ellos, tratamos de ayudar a los matrimonios de forma específica y profesional, porque la vida en familia es muy bonita pero, a veces, tiene momentos difíciles y críticos», asegura Beatriz Domínguez, directora del COF noroeste Reina de las familias, de Las Rozas. «Nosotros les ayudamos, en primer lugar, acogiéndolos con misericordia en nombre de la Iglesia. Ellos son el pueblo de Dios que sufre en su vida afectiva. Luego, realizamos un análisis para descubrir el origen del problema. Una vez localizado, le intentamos dar solución», asegura Beatriz, que concluye afirmando: «Si la familia está bien, la persona está bien y, entonces, el mundo está bien».

José Calderero