2 de febrero: Jornada Mundial para la Vida Consagrada. «¿Puede haber alegría mayor?» - Alfa y Omega

2 de febrero: Jornada Mundial para la Vida Consagrada. «¿Puede haber alegría mayor?»

El sábado, fiesta de la Presentación del Señor, se celebra la Jornada Mundial para la Vida Consagrada, enmarcada en el Año de la fe. La celebración de la Jornada en España toma por lema una expresión del Papa Benedicto XVI en la Carta apostólica Porta fidei: Signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo

Redacción
El padre Luis Casasús preside la Eucaristía en la Misión idente, en Bombay (India).

«Qué significa que los consagrados son un signo para el mundo de la presencia de Cristo resucitado en medio de nosotros?», se pregunta, en su carta de presentación de esta jornada, el obispo de Santander y presidente de la Comisión episcopal para la Vida Consagrada, monseñor Vicente Jiménez Zamora. «Los religiosos y religiosas, las vírgenes consagradas, los miembros de los institutos seculares y las sociedades de vida apostólicas, los monjes y monjas de vida contemplativa, y todos cuantos han sido llamados a una nueva forma de consagración» pueden considerarse personas nacidas del Misterio Pascual, que les impulsa a «entregarse sin reservas» en los más diversos ámbitos del «ejercicio de la caridad, en las escuelas y hospitales, en los geriátricos y en las cárceles, en las parroquias y en los claustros…» Para poner rostros e historias de vida concretas a este mensaje, la Comisión episcopal incluye en los materiales para esta Jornada testimonios como éstos:

Padre Luis Casasús Latorre, superior del Instituto Id de Cristo Redentor, Misioneras y Misioneros identes:

«Poner en mis manos de pecador el alma de una, dos o mil personas que esperan un gesto mío que hable del cielo; encargarme lo mismo que encomendó [nuestro Padre celestial] a Cristo: ¿puede haber otra alegría mayor? Es lo que siento recibir cada mañana, cuando renuevo en mi oración lo que recibí, junto con mis hermanas y hermanos, de manos de mi Fundador, Fernando Rielo, que sólo vivió y murió para la Iglesia. Éste fue siempre su deseo, auténtico testamento espiritual para quienes estamos llamados a llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo: Yo pido a Dios que los miembros de la Institución se caractericen por la alegría, una alegría en todas las cosas que no sea como las fugaces alegrías de este mundo. Quiero que crezcan con esa mística alegría en tal grado, que vean la tierra desde el cielo y no el cielo desde la tierra».

Cartel oficial de la Jornada en España para la Vida Consagrada 2013.

Hermana María del Carmen Mariñas, Concepcionista Franciscana:

«Como monja contemplativa, quiero manifestar que he sido encontrada por el Dios vivo y quiero irradiar al mundo la fuerza de su amor con un canto de alabanza. El día a día está marcado por la historia de una relación con Dios que se hace presente en su Palabra, en la liturgia, en la Eucaristía, que es lo que nosotras celebramos glorificándolo. El ritmo regular de la alabanza nos permite introducir ese tiempo eterno de Dios en el tiempo de la Humanidad y recibir de Él la luz que proyectamos hacia fuera… El silencio no es ausencia de Dios, sino palabra empezada con la Humanidad que habla calladamente a través de las cosas, de la naturaleza, de los acontecimientos y de la personas, a través de la vida entera y principalmente en su Verbo entregado y glorificado. La vida contemplativa es consciencia de estar invadida por la presencia del Resucitado. Vivir sirviendo a esta Humanidad desde la contemplación, no es desinteresarse de la realidad, sino un auténtico compromiso con ella».

Norka C. Risso Espinoza, del Ordo Virginum. Archidiócesis de Madrid:

Norka Risso, virgen consagrada.

«Una cosa es clara: cuando Dios te elige, posteriormente te sigue, te persigue y te consigue, y ¡menos mal! Creemos que todas nuestras preocupaciones son la familia, los amigos, los estudios o el trabajo; sin embargo, el Señor va actuando en cada uno de nosotros, y nos hace salir de nuestra mismidad para poner los ojos en el otro. Y a mí todo me iba fenomenal (con las complicaciones típicas de los jóvenes). Pero… había algo que no encajaba, no sabía el qué, algo faltaba, no era feliz en mi humanidad y no sabía explicarlo. Hasta que, en 2003, en el aeródromo de Cuatro Vientos, el Beato Papa Juan Pablo II nos dijo: Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo; y con su No tengáis miedo, todas mis seguridades humanas se tambalearon, y surgía desde lo más hondo el hágase que, posteriormente, se plasmaría en un fiat en el Orden de las Vírgenes, el 11 de junio de 2005, el día más feliz de mi vida hasta hoy, porque Dios cada día me sorprende; y si bien no sé lo que me deparará mañana, yo confío en Él. Los años van pasando, y hoy sigue ardiendo en mí esa felicidad. Mi vida como consagrada en medio del mundo es maravillosa; me despierto cada mañana dando gracias a Dios. Mi jornada diaria diría que se trata de llevar el abrazo de Dios a aquellos que están necesitados, a sus preferidos; ser testimonio del amor de Dios, porque la esperanza de que Dios está allí no deja de crecer. Y si un día yo escuché: Eres precioso ante mí, de gran precio, y yo te amo (Is 43, 4), esto mismo lo intento hacer llegar a los que el Señor va poniendo en mi camino entre ellos, a los residentes del Centro San Juan de Dios en el que trabajo, a los chavales del grupo de Confirmación de mi parroquia, y a tantos otros.