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Agentes de cambio

El Papa anima a cuidar de forma especial la oración y «dejarnos fascinar» por la Palabra en un «tiempo favorable» para la conversión

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Foto: CNS

Acaba de arrancar la Cuaresma, propicia para «prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran misterio de la Muerte y Resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria», como recuerda el Papa Francisco. En su precioso mensaje para este tiempo, invita a mirar de nuevo a Cristo, a contemplar su sufrimiento y a sentir cómo se entrega por todos y cada uno, con un amor infinito. La Pascua de Jesús, asevera, «no es un acontecimiento del pasado»; por el contrario, «es siempre actual».

Para tener esta «experiencia de misericordia», explica el Sucesor de Pedro, es fundamental no rehuir el «cara a cara con el Señor crucificado y resucitado». Se trata de cuidar de forma especial la oración y «dejarnos fascinar» por la Palabra en un «tiempo favorable» para la conversión que no se debe dar «por supuesto», sino aprovechar para salir de la «modorra» en la que tan a menudo se vive. «A pesar de la presencia –a veces dramática– del mal en nuestra vida, al igual que en la vida de la Iglesia y del mundo, este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros», agrega con certeza.

Al colocar la cruz en el centro, detalla Francisco, emerge también un sentimiento de «compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en numerosas víctimas inocentes». Como ha hecho tantas veces durante su pontificado, cita a quienes conviven con las guerras y la violencia, a los descartados por un sistema económico que solo busca maximizar beneficios, a aquellos que sufren la trata y a los que padecen los «desastres medioambientales», así como a no nacidos y ancianos. Con el Evangelio en el corazón, a los cristianos debe preocuparles el inicio y el final de la vida, pero también el durante.

En este sentido, el Papa termina el mensaje con una alusión explícita al inminente encuentro de jóvenes economistas, empresarios y change-makers en Asís para «diseñar una economía más justa e inclusiva que la actual». Interpela a todos. A cada uno en su ámbito. Porque, en definitiva, en Cuaresma se pide volver al Evangelio y convertirse, con las propias limitaciones, en auténticos agentes de cambio.