Sex education. ¿Por qué lo llaman sexo? ¿Por qué educación? - Alfa y Omega

Sex education. ¿Por qué lo llaman sexo? ¿Por qué educación?

Isidro Catela
Foto: Netflix.

Lo llaman sexo cuando quieren decir sexo. Las apariencias no engañan. Si, como muchos de los que vivimos en grandes ciudades, han visto las marquesinas inundadas de una colección de frutas alegóricas, bajo el zafio reclamo de asociaciones supuestamente ingeniosas, sabrán en seguida que estamos hablando de la británica Sex education, una de las grandes apuestas de Netflix.

¿Sex education? En realidad deberíamos decir que lo llaman sexo cuando quieren decir genitales. En cuanto a lo de educación, pueden hacerse una idea. Cuenta las desventuras de un grupo de jóvenes, entregados de principio a fin a la corrección política, social y cultural. El reclamo es la madre terapeuta sexual entre los protagonistas, que da mucho juego para una premisa interesante, cuyo desarrollo lamentablemente se ahoga en la ideología de género, envuelto bajo apariencia de diversidad, inclusión y tolerancia.

Será difícil, pero si son de los que no han oído hablar de la serie, valga el resumen del primer episodio. Es el primer día de Otis de sixth form con su amigo gay Eric, quien le dice que todos han tenido relaciones sexuales durante el verano, excepto Otis. Mientas tanto, Adam acababa de tener relaciones sexuales con su novia, Aimee, la noche anterior, fingiendo su orgasmo después de no poder eyacular… Les ahorro los detalles de las frutas simbólicas que niños, jóvenes y adultos vemos mientras esperamos al autobús. Es una pena porque estamos ayunos de una buena serie sobre educación integral, que incluya por supuesto la educación afectivo-sexual.

La serie tiene su interés para darnos cuenta de hasta qué punto la apuesta de la moral dominante es un pansexualismo de los que agita irresponsablemente las causas y se echa las manos a la cabeza con las consecuencias, mientras busca un chivo expiatorio al que acusar de retrógrado, puritano y de estar obsesionado con el sexto mandamiento. Quizá alguno pueda sacarle algún partido, si su hijo adolescente ya la está viendo. Hay, por supuesto, temas como el acoso escolar que merecen la pena, aunque el tratamiento general de lo que nos proponen sea tan sectario. Pero si pueden, evítenla y evítensela a quienes quieren. Estamos hechos para algo más grande que para andar mendigando males menores.