Un año después de la cumbre antiabusos: así ha respondido la Iglesia en España - Alfa y Omega

Un año después de la cumbre antiabusos: así ha respondido la Iglesia en España

Doce meses después de la reunión de presidentes de conferencias episcopales en el Vaticano, las diócesis y congregaciones religiosas siguen poniéndose al día en materia de protección del menor

Fran Otero
Foto: CPPPolaris

Se cumple un año de la cumbre antiabusos celebrada en el Vaticano y en la que participaron, a instancias del Papa Francisco, los presidentes de las conferencia episcopales de todo el mundo. Doce meses que han servido para que la Iglesia universal y, en concreto, la española, se actualicen en materia de protección de menores.

Durante este tiempo, el Papa Francisco ha publicado, además, varios documentos en los que realiza algunas modificaciones legales. El más importante, el motu proprio Vos estis lux mundi, que entró en vigor el pasado 1 de junio, que obliga a los clérigos y religiosos a denunciar los abusos, mejora la rendición de cuentas ante el encubrimiento y establece que las diócesis deben crear oficinas para recibir denuncias.

Además, a finales del pasado año, el Papa modificó algunas disposiciones para aumentar de 14 a 18 años la edad con respecto al material pornográfico infantil, el levantamiento del secreto pontificio y la implicación de los laicos con formación en derecho canónico en los procesos.

Las consecuencias de aquel encuentro presidido por el Papa Francisco y moderado por el jesuita Federico Lombardi se fueron extendiendo inmediatamente en España. De hecho, los obispos solicitaron a la Santa Sede en la siguiente Asamblea Plenaria, en abril, la autorización para promulgar un decreto general sobre abusos. Visto bueno que todavía no ha llegado, pues el borrador, ya elaborado, tendrá que incluir el vademécum con todos los pasos a seguir ante un caso y que está pendiente de publicación por la Santa Sede.

En cualquier caso, las líneas generales de este borrador, que tienen en su haber todos los obispos, ya se está poniendo en marcha en muchas diócesis. Así, desde la citada reunión son varias las diócesis que han puesto en marcha oficinas, comisiones o proyectos para atender a las posibles víctimas de abusos. Las que todavía no las han puesto en marcha tienen hasta el próximo 1 de junio para hacerlo, cuando se cumple el plazo establecido por Vos estis lux mundi.

Comisiones y oficinas

La de Astorga fue una de las primeras en poner en marcha una comisión de atención a las víctimas que, además, ofreció al resto de diócesis que integran la provincia eclesiástica de Oviedo (Oviedo, León, Santander y Astorga). En estos momentos, las cuatro diócesis trabajan en un protocolo conjunto que se publicará próximamente.

También en Andalucía, las diócesis van de la mano en esta materia. Es el caso de Sevilla, Huelva y Cádiz y Ceuta, que han puesto recientemente una oficina para recibir y tramitar casos de abusos y acompañar a las víctimas. Lo hicieron en el marco de una reunión de los obispos de la provincia eclesiástica de Andalucía occidental, en la que también se integran las diócesis de Córdoba y Asidonia Jerez, que ya tenían creados sus propios organismos en esta materia.

La propuesta del Arzobispado de Pamplonauna comisión interdisciplinar para trabajar prioritariamente en la atención a las víctimas, pero también en labores de sensibilización y formación– también ha sido ofrecida al resto de las diócesis que forman la provincia (Pamplona-Tudela, San Sebastián, Jaca, Calahorra y La Calzada-Logroño). Cada una de ellas decidirá si se integra en la ya existente o crea la suya propia.

En Madrid, hace unas semanas, se puso en marcha Repara para la prevención de abusos de todo tipo y la atención a víctimas con independencia de quien sea el agresor. Un proyecto gestado durante meses lo coordina el filósofo y profesor de la Universidad Pontificia Comillas Miguel García-Baró.

Otra de las diócesis que más rápido cumplió las recomendaciones vaticanas fue la diócesis de Bilbao, donde ya existe una comisión de protección del menor desde el pasado verano y que está integrada por un sacerdotes y tres laicas.

La última en sumarse ha sido la de Jaén, cuya oficina ha sido presentada este viernes 21 de febrero por su obispo, Amadeo Rodríguez. Este nuevo órgano está destinado a «facilitar y asegurar que las noticias o denuncias sobre posibles abusos sexuales sean tratadas en tiempo y forma de acuerdo con la disciplina canónica y civil, respetando los derechos de todas las partes implicadas». Está compuesta, según ha informado la propia diócesis andaluza, por personas con experiencia y conocimientos jurídicos-penales y psicológicos-psiquiátricos.

Junto con estas y otras diócesis, son numerosas las entidades de Iglesia –congregaciones religiosas, Escuelas Católicas, CONFER…– las que han ido dando pasos a favor de una mejor protección de los menores en entornos eclesiales.

Encuentro obispo-víctima

Entre otros actos o eventos, cabe destacar el primer encuentro público entre víctimas y representantes de la Iglesia. Estuvieron presentes el presidente de Infancia Robada y padre de una víctima, Juan Cuatrecases; el obispo auxiliar de Madrid José Cobo; y el secretario general de CONFER, Jesús Miguel Zamora. «Tenemos que dar la mano, pedir perdón y reconstruir lo dañado. También generar una nueva cultura de la seguridad, de la protección, que la Iglesia sea un espacio seguro, no un terreno abonado para los abusadores», dijo entonces José Cobo.

Otro de los momentos más significativos fue la celebración de lo que se llamó «la cumbre española antiabusos», organizada por CONFER, Escuelas Católicas y la Conferencia Episcopal a finales de mayo. Allí se puso de manifiesto que las víctimas son parte de la Iglesia y que «no hay futuro ni memoria sin ellas».

Todavía queda mucho por hacer, pues hay diócesis y entidades eclesiales que tienen que avanzar en la protección del menor todavía más. Lo positivo, según explica Hans Zollner, miembro de la Comisión Pontificia de Protección de Menores, en una entrevista en Vatican News es que, un año después de la cumbre, hay una mayor conciencia del problema, especialmente en países donde esto no se trataba tan abiertamente.