¡No os olvidéis de los pobres! - Alfa y Omega

¡No os olvidéis de los pobres!

En vísperas del Encuentro de familias que, en la fiesta de la Sagrada Familia, reunirá a miles de padres, hijos, nietos, abuelos… en la madrileña plaza de Colón, el próximo domingo, 29 de diciembre, el cardenal arzobispo de Madrid escribe esta carta a las familias:

Antonio María Rouco Varela
El cardenal Rouco durante la Misa de la fiesta de la Sagrada Familia, que presidió en la Plaza de Colón el pasado año 2012

En su reciente Exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Papa Francisco nos invita a recorrer una nueva etapa evangelizadora en la Iglesia marcada por la alegría del Evangelio.

Mis palabras quieren ser un eco de las enseñanzas del Santo Padre, que lo son a su vez de las palabras de nuestro Señor Jesucristo, con Quien siempre nace y renace la alegría: «Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en el cielo» (Mateo 5, 12).

En ese clima presidido por el gozo del Señor, me dirijo de nuevo a vosotras, familias cristianas, para invitaros a la fiesta de la Sagrada Familia, que celebraremos el próximo domingo día 29 de diciembre, con el lema: La familia es un lugar privilegiado. La familia es la célula vital primaria de la sociedad, que se basa en «la íntima comunidad de vida y amor conyugal» establecida entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y a la procreación, es decir, en el matrimonio (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 48). El esposo y la esposa reciben la fuerza del amor eterno de Dios, de cuya paternidad son reflejo personal y mediadores indispensables en el tiempo.

En la familia, el padre y la madre transmiten la vida, experiencias y valores a sus hijos, los educan y les ayudan a ser personas. En las familias cristianas les confían el tesoro de la fe, que va unido a tantos valores humanos, como el amor a la libertad y el respeto a los demás. Es un lugar privilegiado donde cada uno es amado por lo que es –abuelos, padres, hijos, hermanos, nietos– y no por lo que tiene, como sucede en tantos sectores de nuestra sociedad.

Por la misericordia del Señor, esta fiesta de la Sagrada Familia se vive cada vez con mayor hondura en nuestra archidiócesis, fruto de la respuesta generosa de tantas familias madrileñas y de otras muchas, que acuden desde diversos lugares de España o desde otros países de Europa.

La Fiesta estará precedida, como en el año anterior, por tres días de oración y adoración ante Jesús-Eucaristía en los Jardines del Descubrimiento (Plaza de Colón). Me conmueve recordar la muchedumbre de familias –miles de personas de todas las edades– que el año pasado abarrotaron el espacio que se había dispuesto. Y, sobre todo, la presencia de tantos jóvenes que acudieron a rezar durante el día y la noche. Doy gracias a Dios con vosotros y pido al Señor que esos chicos y chicas se comprometan plenamente con su vocación bautismal y formen las familias evangelizadoras del futuro; y que se den entre ellos numerosas decisiones de entrega como sacerdotes, religiosos y religiosas.

En la carpa de adoración al Santísimo se recogerán donativos para ayudar a familias más necesitadas: solicito vuestra generosidad, porque, en estos tiempos de crisis, cada día son más las personas que encuentran ayuda material y espiritual en la Iglesia. «No te olvides de los pobres», nos contó el Papa que le recomendaron antes de iniciar su pontificado. Os traslado a todos y cada uno, esta preocupación para estas Navidades, que son para muchos una fiesta materialista del consumismo: ¡no os olvidéis de los pobres!

Familias misioneras

La Misa en honor de la Sagrada Familia: Jesús, María y José se celebrará el domingo día 29 y está íntimamente vinculada con el sentido de misión de las familias cristianas. En el transcurso de esa Eucaristía, que comenzará a las 12 de la mañana, un buen número de familias del Camino Neocatecumenal recibirán el envío a los cinco continentes, a donde irán como familias en misión.

Ese envío nos recuerda que a todos nos llama Dios a la santidad: allá donde estemos –en un barrio o en un pueblo de Madrid, en cualquier ciudad de nuestro país, o en el último confín de la tierra–, todos debemos renovar nuestro impulso misionero para ser sal de la tierra y luz del mundo.

Cantaremos villancicos al Niño que nos nace, y la fiesta se prolongará en cada uno de nuestros hogares. Que así sea.

Y que el Niño Jesús, su Madre Bendita Santa María la Real de la Almudena y el glorioso Patriarca san José nos acompañen y conduzcan siempre con alegría por los caminos de nuestra vida.