Inmaculada y San Pedro Claver - Alfa y Omega

Inmaculada y San Pedro Claver

Cristina Tarrero
Foto: Pastoral de la Universidad Pontificia de Comillas

En Madrid existen iglesias, capillas y oratorios desconocidos. Su historia y originalidad puede sorprendernos, como la iglesia de la Universidad Pontificia Comillas, de los jesuitas, llamada la Inmaculada y San Pedro Claver, a la que se accede por la actual calle de Santa Cruz de Marcenado.

Decisiones políticas de los siglos XVIII, XIX y XX afectaron en gran medida a los jesuitas, y el templo es heredero de esta situación. La primera iglesia de la Compañía de Jesús en Madrid fue la actual colegiata de San Isidro, antiguo colegio imperial que estaba dedicado a San Francisco Javier. La expulsión de los jesuitas decretada por Carlos IIII la convirtió en colegiata, cambiando su advocación, modificando la imaginería y recibiendo los restos del patrón de Madrid. En 1814 los jesuitas retornaron a una España convulsa, pero solo pudieron restablecerse por diez años, pues en 1835 volvieron a ser expulsados. Con la llegada de Fernando VII se reinstalaron, y con Alfonso XIII pudieron desarrollar su labor pastoral, dedicándose plenamente a la formación y la enseñanza. Es durante esta labor expansionista de la Compañía cuando se construyó la iglesia de la Inmaculada y San Pedro Claver.

La iglesia fue edificada por Enrique Fort y Guyenet, siguiendo los parámetros que estaban de moda a finales del siglo XIX y comienzos del XX, los llamados neos: su exterior es neomudéjar y su interior neogótico. Fue consagrada en el año 1908 y allí se trasladaron desde la colegiata los cuerpos de los jesuitas asesinados en 1834. Pero la estabilidad no duraría y, durante la República, la iglesia y el colegio fueron incendiados, perdiéndose gran parte su patrimonio artístico y bibliográfico, y la Compañía volvió a ser expulsada. Una vez finalizada la guerra, en 1939, los jesuitas reconstruyeron la iglesia siguiendo las trazas anteriores. Francisco de Asís Fort, hijo del anterior arquitecto, fue el encargado de la reconstrucción. En el interior se situó una imagen la Inmaculada Concepción, de Federico Coullat-Valera, y junto a ella las esculturas de los patronos de las congregaciones marianas de los alumnos del colegio, san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka. En los años 50 se realizó un retablo con escenas de la vida de Virgen, retablo que podemos contemplar en la actualidad.