Corte de Honor: «La Almudena acoge a todos y no rechaza a nadie» - Alfa y Omega

Corte de Honor: «La Almudena acoge a todos y no rechaza a nadie»

«Queremos que la gente sepa que la Virgen está ahí, para echar una mano cuando haga falta», afirma Mercedes, la responsable de caridad de la Corte de Honor de la Almudena

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Ani, en primer plano, junto a una de sus hijas, Mercedes y María Elina. Foto: Juan Luis Vázquez Díaz- Mayordomo

Ani conoció a Teresa, una de las damas de la Corte de Honor de la Almudena, hace unos años, cuando llegó a Madrid, embarazada y sola. Además de la ayuda de la Fundación Madrina, Ani pudo contar con el apoyo de las damas de la Corte de Honor de la Almudena, cuya labor social se incrementa año tras año gracias a la generosidad de unas mujeres siempre preocupadas por fomentar el culto y la devoción a la patrona de Madrid.

Gracias a la ayuda de la Corte, Ani pudo retomar sus estudios y su vida. Se casó y, con el paso de los años, ha contado con la Corte para dar a sus hijos material escolar, uniformes, una lavadora para su casa, «imprevistos a los que no hemos podido hacer frente, cosas sueltas…». Las damas de la Corte de Honor de la Almudena «siempre me han ayudado: cuando no he podido hacerlo de otra manera, he acudido a ellas. Son muy generosas, nos han ayudado a poder pasar dignamente algunas épocas más duras». Gracias a Teresa, Ani pudo incluso entrar en la Iglesia, pues el contacto con estas mujeres «hizo nacer en mí el deseo de bautizarme». Recibió el Bautismo precisamente el día en que llevó a bautizar a su primer hijo.

«Ya no es simplemente que te ayudan y ya está, sino que Teresa forma parte de nuestras vidas», aunque la ayuda de la Corte siempre llega «cuando ya no puedo más y he agotado todos mis recursos», explica.

La de Ani es una situación especial, porque «no siempre en la Corte se da esta relación tan continuada», explica María Elina, del equipo de caridad de la Corte. «Lo normal es dar nuestra ayuda y ya está, porque no queremos sostener situaciones cronificadas. Nosotras queremos estar en la urgencia, y luego orientamos a quien lo necesite a acudir a otro tipo de recursos. Nuestra ayuda tiene un principio y un fin».

«Queremos que la gente sepa que la Virgen de la Almudena está ahí, para echar una mano cuando haga falta», añade Mercedes, la responsable de caridad, «pero la Corte también quiere que estas personas se muevan y hagan todo lo posible por salir adelante con sus medios».

«Palpamos a la Virgen constantemente»

Solo durante el año pasado, las damas de la Corte de Honor de la Almudena donaron casi 140.000 euros en la ayuda a ancianos, niños, familias y enfermos, así como a monasterios y al Seminario Conciliar de Madrid.

Con este dinero se paga, por ejemplo, el alquiler de muchos ancianos enfermos y solos, o con hijos con discapacidad o desempleados a su cargo; la manutención de varias mujeres víctimas de la violencia; el comedor escolar y el material de muchos niños cuyos padres están sin trabajo; los suministros de varios hogares sin recursos; el piso de acogida que tutela un párroco de Madrid; los productos de aseo de un albergue de personas sin hogar y enfermos de sida; el proyecto de atención a mujeres maltratadas de una parroquia madrileña, y las reparaciones y el mantenimiento de varios monasterios en España y en otros países… Además, las damas ofrecen ayudas en especie, como la entrega de paquetes de Navidad a familias sin recursos, botes de leche para lactantes, bolsas de alimentos, sillas de ruedas o muebles y enseres domésticos.

Asimismo, la Corte cuenta con la presencia oculta y silenciosa de las damas orantes, religiosas contemplativas que ofrecen su oración por toda esta labor. «Hemos visto milagros gracias a la oración –asegura Mercedes–, desde curaciones de alguna compañera, hasta necesidades económicas urgentes que han salido fruto de la oración y que se han cubierto a última hora con el importe justo que necesitábamos. Nosotras palpamos a la Virgen constantemente».

En dinero y en especie

Mercedes y María Elina son conscientes de la situación de «tantísima gente que con la crisis lo ha pasado realmente mal. Y también tenemos comprobada la cantidad de enfermedades que se generan después de una mala situación económica; de estos casos hemos visto muchos».

Las situaciones llegan a su conocimiento sobre todo por el boca a boca: «Entre las 3.000 damas que somos imagina la cantidad de situaciones difíciles que puede aportar cada una, del vecino, de algún familiar… La mayoría de los casos nos llegan de forma directa», dice María Elina.

La labor social de la Corte no se queda solo en la aportación económica, sino que va más allá, hasta llegar a lo personal. La mayoría de las necesidades las conocen de manera directa porque van a hablar personalmente con las personas afectadas, y acuden a casas de muchas familias en necesidad, estén donde estén. Alguna ha ayudado en la mudanza de refugiados procedentes de Venezuela, otras acompañan a algún enfermo al médico, o se ponen en contacto con algún sacerdote si identifican alguna necesidad espiritual. Otras ofrecen el importe de sus regalos de cumpleaños, o lo recogido en sus Bodas de oro…

Un avemaría diario

La Corte de Honor de la Almudena fue fundada por la infanta María Teresa en 1912, al comprobar que la imagen de la Almudena permanecía mucho tiempo sola en lo que hoy es la cripta de la catedral. Ideó entonces una Corte para ella, a la manera de las cortes palaciegas, para que la Virgen esté siempre acompañada.

Al principio pertenecían a la Corte las mujeres de la nobleza madrileña, pero poco a poco y con el paso de los años se fue abriendo a cualquier mujer que lo desee, con dos condiciones: que rece una avemaría diaria a la Virgen y dé una cuota, «la que sea, no importa si es poco, porque la Virgen no rechaza a nadie –explica Mercedes–. Tenemos cuotas muy grandes y tenemos otras de cinco euros al año. En eso no hay para nada ninguna exigencia; en lo del avemaría sí, porque la Corte quiere difundir la devoción a la Almudena y que seamos conscientes de que es la patrona de Madrid».

En la actualidad son más de 3.000 las damas que hay en Madrid, cuyos maridos apoyan su labor y son receptivos hacia sus actividades: «Vienen a todas nuestras Misas y nos acompañan». El relevo vocacional está asegurado porque ya hay vocaciones, entre muchas jóvenes que son hijas y nietas de las damas actuales. Para todas ellas, además de las Misas mensuales ante el altar de la Almudena y las procesiones del Corpus y de la Almudena, está la sencillez del avemaría, porque «la devoción a la Virgen María es lo más importante, la labor social viene después».