Congreso de Laicos: «Es nuestro momento y somos los elegidos» - Alfa y Omega

Congreso de Laicos: «Es nuestro momento y somos los elegidos»

El Congreso de Laicos, celebrado el pasado fin de semana en Madrid, constituye un punto de partida para nuevos caminos que pasan por que el laicado observe la realidad a la luz de la fe y anuncie a Jesucristo con palabras y obras

Redacción
Más de 2.000 personas participaron en el Congreso de Laicos que se celebró en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. Foto: Congreso de Laicos

«Hemos vivido en estos días un renovado Pentecostés. Los miedos, dudas o prejuicios que hemos podido traer a este congreso se han disipado. Sigamos adelante». Esta frase, con la que se cierra la ponencia final del Congreso de Laicos que presentaron al unísono la periodista Ana Medina y el obispo auxiliar de Barcelona Antoni Vadell, resume a la perfección un evento, celebrado en Madrid el pasado fin de semana, que reunió a más de 2.000 personas, laicos y laicas de distintos lugares y sensibilidades, con un objetivo común: potenciar el papel de los seglares en la Iglesia en España.

La realidad es que el laicado en España sale reforzado. No solo por lo que se ha vivido durante los tres días que han durado los trabajos y la convivencia, sino por el recorrido previo. Un impulso que también dependerá de cómo se traslade a cada diócesis a partir de ahora. «Este proceso tiene ahora una clara continuidad. No hemos acabado con este congreso, sino que constituye el punto de partida de nuevos caminos. Los cuatro itinerarios serán los hitos que habremos de desarrollar en los próximos años en la pastoral con el laicado y, concretamente, desde las delegaciones de Apostolado Seglar», se abunda en las conclusiones, redactadas con las aportaciones de los trabajos en grupo durante el congreso.

Actitudes a convertir

Estas aportaciones pusieron de manifiesto, en primer lugar, que hay actitudes en los laicos que «se deben convertir». Y combatir. Son el individualismo, el derrotismo, el pesimismo y el clericalismo. Tentaciones de las que había advertido el Papa Francisco en un mensaje dirigido a los cardenales Blázquez y Osoro y que leyó el nuncio, Bernardito Auza, en la inauguración del evento. También recogieron que no es posible una Iglesia en salida «sin reconocer el papel de la mujer en la Iglesia, el protagonismo de los jóvenes en nuestras comunidades y la inclusión en ellas de personas con discapacidad funcional».

La clave, según el documento final, radica en pasar de una pastoral de mantenimiento a una pastoral de misión y ello, continúa el texto, «exige abrir nuestros corazones y nuestras comunidades, ponernos en disposición de escucha, cuidar el lenguaje, reforzar nuestra capacidad para la empatía, acoger; solo así es posible el diálogo, premisa de todo lo demás».

Hubo tiempo para el asueto gracias a participación de músicos cristianos. Foto: Congreso de Laicos

Procesos y proyectos

Para hacer realidad esta Iglesia en salida, que observe la realidad con la luz de la fe y anuncie a Jesucristo con palabras y obras, durante el congreso se trabajó sobre procesos que activar y proyectos que proponer bajo lasa premisas del discernimiento y la creatividad.

Así, en relación con el primer anuncio, el congreso recalca la necesidad de que los laicos se hagan presentes, a nivel personal y comunitario en los espacios públicos y en la vida de las personas para escucharlas, acompañarlas y anunciar a Dios con lenguajes adecuados. «En particular, deseamos proponer procesos como pueden ser: valorar la importancia del primer anuncio, la narración de la propia fe y el testimonio creyente en la vida diaria. Hemos hablado sobre la necesidad de procesos de iniciación cristiana que favorezcan el encuentro personal con Cristo. También pedimos explorar formas para acoger y acompañar a los que buscan y a quienes se han alejado de la fe», recoge. La propuesta más repetida fue la de crear escuelas de evangelizadores y de primer anuncio.

En materia de acompañamiento, la propuesta es que este sea una actitud básica en lo que se refiere a las personas y los grupos, con especial atención a aquellos que se encuentran en situación de sufrimiento y vulnerabilidad, matrimonios y familias, jóvenes, o personas en proceso de discernimiento vocacional.

Otro de los ejes es la formación, «elemento imprescindible para la experiencia de la fe y premisa del testimonio y del compromiso público». Y, por ello, desde el Congreso de Laicos se propone activar procesos continuados de formación desde la infancia hasta la edad adulta y que estos aúnen espiritualidad, oración personal y comunitaria, sacramentos y profundización en la fe. En particular, se destaca la formación en Doctrina Social de la Iglesia, que «se ha de hacer en diálogo con las realidades concretas y con las situaciones sociales que vivimos».

Finalmente, a nivel de presencia en la vida pública, reclama que se establezca un diálogo con la sociedad civil y, en concreto, sobre ciencia y fe. En particular, apuesta por la «promoción de foros y espacios de encuentros para los católicos comprometidos en el ámbito de la política», por un mayor compromiso con la ecología integral, y por la profesionalización y potenciación de la presencia en internet y redes sociales.

En definitiva, lo que el Congreso de Laicos ha querido gritar bien alto es que «los laicos estamos llamados a ocupar un papel central ante los retos que nos plantea este momento». «Lo hemos experimentado en el proceso previo que nos ha traído hasta aquí. Es nuestro momento y somos nosotros los elegidos», se recoge en la ponencia final.

La vigilia del viernes por la noche fue uno de los momentos más emotivos. Foto: Congreso de Laicos

«Patear la calle»

Una idea, la del protagonismo y responsabilidad, que fue central durante todo el evento. «¡Dios nos quiere laicos y laicas en medio del mundo!», dijo Isaac Martín, miembro del comité ejecutivo del congreso en la inauguración, afirmación que fue refrendada por los más de 2.000 asistentes con un fuerte aplauso. Sobre la que insistió el Papa Francisco en la ya citada carta: «Es la hora de ustedes. No tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad». Y que completó el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que intervino en calidad de anfitrión: «¡Qué belleza tiene pensar en una Iglesia que, como Jesús, desea salir, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro de todos los hombres, de los de cerca y de los lejanos, e invitar a los excluidos!».

Por su parte, el cardenal Kevin Farrell, también en el inicio del evento, reconoció que, aunque ni el laicado, ni la misionalidad de la Iglesia son temas nuevos, existe la «urgencia» de ponerlos «en primer plano» para que la Iglesia redescubra su identidad. Citando la reflexión del Papa Francisco de que «no solo las estructuras, sino también los corazones, tienen que experimentar una conversión misionera», destacó que «sin un cambio de mentalidad de los fieles laicos jamás será posible la transformación misionera de la Iglesia».

Apostó, así, porque este «congreso histórico» abra un «proceso que dé frutos concretos», sin olvidar que, como dijo Jesús en una de sus «últimas palabras terrenas», «el Espíritu Santo estará con nosotros siempre». El camino está abierto.

F. Otero / R. Pinedo