Un hogar para los voluntarios de Mensajeros de la Paz en Roma - Alfa y Omega

Un hogar para los voluntarios de Mensajeros de la Paz en Roma

Victoria Isabel Cardiel C.
Foto: Victoria Isabel Cardiel C.

Primero llegó una Iglesia que nunca cerrará sus puertas. El padre Ángel logró en diciembre del año pasado el sueño de trasladar a Roma el modelo de la iglesia de San Antón de Madrid. Desde entonces, decenas de personas han encontrado cobijo, una comida nutriente, una ducha caliente, un banco sobre el que rezar o un café reponedor con una buena charla en la iglesia de los Santísimos Estigmas de San Francisco, en el centro de la ciudad. Ahora es el turno de la casa para voluntarios.

«Este será su hogar mientras presten su servicio para Mensajeros de la Paz. Aquí no hay límite de edad y tampoco preguntamos la nacionalidad. Puede venir quien tenga ganas de ayudar a los demás», dice Frédéric Soler sentado en el gran salón de la casa que acogerá a los voluntarios de Mensajeros en Roma. A su lado, Justo Lotar, que trabaja desde hace unos meses con Mensajeros, explica que los voluntarios van al encuentro de una «experiencia muy enriquecedora» que puede trasformar los corazones de las personas. «El voluntario acaba con una sensación de plenitud. Y se da cuenta de que no es él el que ha ayudado al otro, sino casi al revés. No hay que ver al otro como un desecho, porque de cada persona se pueden sacar cosas muy positivas», subraya.

Capacidad para nueve personas

La casa todavía conserva el color a recién pintada. Tiene capacidad para nueve personas y cuenta con baños y habitaciones individuales. Lo mejor es su posición privilegiada en pleno Trastévere. Su vocación es ser, como señala el padre Álvaro Suárez, que llegó a Roma en diciembre para echar a andar la iglesia abierta 24 horas, «un espacio abierto» y un «foco de convivencia donde aprender a ayudar a los demás». La estancia de los voluntarios puede durar entre un mes y un año como tiempo mínimo y máximo.

Foto: Mensajeros de la Paz

El camino para llegar hasta aquí no ha sido fácil. Como incide el propio padre Ángel, «las dificultades pueden hacernos perder la paciencia, pero no van a hacer que el sueño se rompa». A la inauguración de la casa hogar de Mensajeros en Roma acudió también el arzobispo de Madrid, que estaba en la ciudad participando en la reunión de la plenaria de la Congregación para la Educación Católica. El cardenal Carlos Osoro invitó a la organización a no perder nunca «la originalidad» del padre Ángel, que es también «la espontaneidad» de Jesús. «Al padre Ángel si le queremos meter en un cuadro no nos entra, se nos sale», declaró antes de bendecir la casa. «Mensajeros de la Paz dice algo en todas las partes del mundo. Más allá de las diferentes culturas, llega al corazón porque crece en todas las partes», destacó el purpurado. Porque la fe no entiende de fronteras.