Paso adelante, no suficiente - Alfa y Omega

Paso adelante, no suficiente

«Ninguna situación justifica la muerte de un inocente». Por eso, el Presidente de la Subcomisión episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, monseñor Juan Antonio Reig Pla, considera que, aunque el anteproyecto de reforma de la ley del aborto es «menos malo que la ley actual», el resultado seguirá siendo «una ley inicua», que «no responde a la integridad de la defensa de la vida»

María Martínez López
Concentración en defensa de la vida, el pasado 6 de abril en la Puerta del Sol, de Madrid

El anteproyecto de Ley orgánica para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada «continúa permitiendo la muerte de inocentes e indefensos», y por ello «no responde a la integridad de la defensa de la vida». Lo explica a este semanario monseñor Juan Antonio Reig Pla, Presidente de la Subcomisión episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida. Se trata, afirma por ello, de una «ley inicua». Pero, con todo, será «menos mala que la actual, que presenta el derecho al aborto. También, en algunos aspectos, mejora la ley de 1985». Por ejemplo, establece requisitos más estrictos para que el supuesto de «grave riesgo para la salud de la madre» no permita, en la práctica, el aborto libre.

Sobre el peligro de que ese supuesto se convierta en la práctica en un coladero en la futura ley, el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco , dijo en una entrevista a ABC que esto «no tiene por qué» suceder, si los supuestos se comprueban en serio. En la Cadena COPE, el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, destacó el avance que supone la reforma, aunque pidió que «no se dé por buena» la futura ley. El cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, se preguntaba, en La Razón, si «se puede hablar de derechos de la mujer contra el derecho primero e inviolable a la vida».

Los poderosos contra los débiles

La nueva ley permitirá abortar en caso de violación, de grave riesgo para la madre, y de anomalías fetales incompatibles con la vida. Sin embargo, monseñor Reig Pla recuerda que «ninguna situación, por difícil o dolorosa que sea, justifica la muerte de un inocente». Permitir su eliminación «socava los fundamentos del Estado de Derecho», mientras se «continúa favoreciendo un concepto despótico de la libertad», convertida en «la fuerza de los poderosos contra los débiles». Éste es el verdadero abuso de poder. El obispo explica que la amenaza contra la vida «es global, una conjura», en palabras de la encíclica Evangelium vitae.

Los promotores de la cultura de la muerte han reaccionado ante el anteproyecto de forma furibunda, y 2014 promete ser intenso. «Éste es el momento de afrontar esta batalla con lucidez y audacia –anima el obispo–. No hay que tener miedo en la defensa de la vida humana. España tiene la oportunidad de dar un salto cualitativo en defensa de la vida humana». Retirar el llamado derecho al aborto «puede tener una influencia no sólo en el ámbito europeo, sino en toda Hispanoamérica». En esta batalla global, «todo paso en este sentido es verdaderamente histórico».

El verdadero progreso, la vida

Pero este paso «no es suficiente. Hoy, con los conocimientos de la biología y la genética, hemos de apostar por una defensa total de la vida humana. El verdadero progreso es la cultura de la vida. Todo lo demás es desconocer el profundo drama que supone el aborto. Son muchos los sufrimientos que he conocido durante años en las mujeres que han abortado. En ningún momento hemos de juzgarlas. La Iglesia las mira con un profundo cariño y respeto». Ante un embarazo imprevisto, la mujer «merece comprensión y ayudas de todo tipo», para que «ninguna se vea tentada a abortar».

Los resultados de la nueva ley también dependerán de esta tarea. Y «no es sólo de los políticos, sino de toda la sociedad. España debe apostar definitivamente por favorecer una cultura de la vida». También cobra gran importancia la labor de la Iglesia, con iniciativas como Proyecto Raquel –para mujeres que han abortado– o Proyecto Ángel –para embarazadas–. Además, «necesitamos promover un movimiento de oración, porque es nuestra arma más potente. Orar para que se convierta el corazón de las personas y para que no se destruyan más vidas inocentes». En este sentido, monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, acudió el viernes pasado a rezar delante del único centro abortista de Navarra. «Las leyes –subraya monseñor Reig Pla– cumplen una función pedagógica, pero es la sociedad la que tiene que cambiar. Y sólo con la conversión del corazón podemos esperar que florezca una auténtica cultura de la vida».

¿Menos abortos?

Pocos días después de la presentación del anteproyecto de Ley de defensa de la vida del concebido, y en víspera de Nochebuena, el Ministerio de Sanidad presentó los datos del aborto correspondientes a 2012. La reducción en casi 6.000 abortos respecto a 2011, un 5 %, queda matizada si se tiene en cuenta que, en el mismo período, la población en edad fértil se redujo alrededor del 3 %, debido sobre todo a la marcha de inmigrantes, un grupo social donde el aborto tiene más incidencia. Pero si se compara con el último año completo de la ley de 1985 (2009), la tasa de abortos por 1.000 mujeres en edad fértil aumentó un 12,44 %, y un 36,9 % desde 2003. Otro dato significativo es que el 91,26 % de los abortos se produjeron sin alegar ningún motivo. El pequeño descenso de los que se practicaron en centros privados (el 93,51 %) contrasta con el hecho de que, con la ley de 2010, estos centros han pasado de ser 141 a 188. 13.150 mujeres habían abortado al menos otras dos veces.