Lugares de comunión - Alfa y Omega

Lugares de comunión

Redacción
Miles de familias escuchan la oración del Santo Padre, en Madrid

En este primer domingo después de Navidad, la Liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En efecto, cada belén nos muestra a Jesús junto a la Virgen y a san José, en la gruta de Belén. Dios ha querido nacer en una familia humana, ha querido tener una madre y un padre. Como nosotros. Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia en el camino doloroso del exilio, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los prófugos, marcada por el miedo, la incertidumbre y las estrecheces.

Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día, la televisión y los periódicos dan noticias de prófugos que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para ellos y para sus propias familias.

En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre los prófugos y los inmigrados encuentran acogida verdadera, respeto, aprecio de los valores de los que son portadores. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que parecen, a veces, insuperables. Por esta razón, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que está obligada a hacerse prófuga, pensemos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo. Pero también pensemos en otros exiliados, yo los llamaría exiliados escondidos, que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, a veces tratados como presencias molestas. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se trata a los niños y a los ancianos.

Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado el exilio, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, donde sufre, donde escapa, donde experimenta rechazo y abandono; pero Dios también está allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en libertad, proyecta y elige la vida y la dignidad suya y de sus familiares.

Hoy, nuestra mirada sobre la Sagrada Familia se deja atraer también por la sencillez de su vida en Nazaret. Es un ejemplo que hace mucho bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse en comunidades de amor y de reconciliación, en las que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco.

Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: permiso, gracias, perdón. Cuando en una familia no se es entrometido y se pide permiso, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir gracias, y cuando en una familia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedir perdón, ¡hay paz y alegría! Recordemos estas tres palabras. Podemos repetirlas todos juntos: Permiso, gracias, perdón.

También quisiera animar a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. El anuncio del Evangelio pasa ante todo por las familias, para alcanzar después los diversos ámbitos de la vida cotidiana (…).

Oración del Papa por el Sínodo de los Obispos sobre la familia

«Jesús, María y José, / en vosotros contemplamos / el esplendor del amor verdadero, / a vosotros nos dirigimos con confianza.

Sagrada Familia de Nazaret, / haz que también nuestras familias / sean lugares de comunión y cenáculos de oración, / auténticas escuelas del Evangelio / y pequeñas Iglesias domésticas.

Sagrada Familia de Nazaret, / que nunca más en las familias se vivan experiencias / de violencia, cerrazón y división: / que todo el que haya sido herido o escandalizado / conozca pronto el consuelo y la sanación.

Sagrada Familia de Nazaret, / que el próximo Sínodo de los Obispos/ pueda despertar en todos la conciencia / del carácter sagrado e inviolable de la familia, / su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José, / escuchad y atended nuestra súplica. Amén.