Donde está la Iglesia, ahí está el amor - Alfa y Omega

Donde está la Iglesia, ahí está el amor

Hoy, cuando la situación económica atenaza la vida de muchas personas y de muchas familias, y surge la tentación de instalarse en la queja y en la protesta, la Iglesia en Madrid responde con hechos: a la ya ingente labor que se desarrolla en parroquias y en las Cáritas diocesana y parroquiales, se suma ahora la apertura de un comedor en la parroquia Virgen del Camino, en Collado Villalba

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El cardenal Rouco comparte mesa con los beneficiarios del comedor de la parroquia Virgen del Camino

La semana pasada, el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, bendijo las instalaciones del nuevo comedor abierto por la Iglesia en Madrid. Con el nombre Los panes y los peces, está instalado en la parroquia Virgen del Camino, en Collado Villalba, y ofrece cada día 25 comidas a otros tantos beneficiarios. Se trata del único comedor social que hay en la zona de la sierra noroeste de Madrid, y está financiado con los fondos de Cáritas parroquial y con donativos de particulares, además de una aportación puntual de la Obra Social La Caixa.

En sus palabras a los voluntarios del comedor, el cardenal Rouco afirmó que, «ante las nuevas necesidades que surgen en la actual crisis económica, la Iglesia responde, y lo hace como Iglesia. ¡Cuántas veces parece que lo que hace Cáritas no tiene nada que ver con la Iglesia, y no es así! ¡Cáritas es la misma Iglesia! Si algunos no quieren verlo es porque no saben relacionar el amor a Dios con el amor al prójimo, pero donde está la Iglesia, ahí también está el amor».

Una auténtica familia

En la misma línea habló el párroco de Virgen del Camino, don Roberto Rey, cuando explicó que «el comedor ha surgido como fruto de la actividad sacramental de la parroquia. Fruto de los sacramentos es la labor caritativa, como una fe que va creciendo». Contó asimismo que el templo no se cierra a la hora de comer, la hora de apertura del comedor. Durante una hora, uno de los 20 voluntarios que trabajan en él sube al templo y está rezando por la actividad del comedor y por las personas que trabajan en él. Don Roberto subraya así que «éste no es un comedor social; es un comedor parroquial. Esto es lo que distingue lo que hacemos aquí de lo que pudiera hacer una ONG».

Fruto del espíritu que mueve la labor de los voluntarios y de cuantos están implicados en esta tarea, han surgido anécdotas muy bellas, como cuando el catering que sirve habitualmente las comidas decidió regalar una cena de Nochebuena por todo lo alto; o como cuando uno de los voluntarios, con amplia experiencia en hostelería, hizo para los beneficiarios del comedor una cena de Nochevieja muy especial.

«La gente no viene aquí sólo a comer -comenta don Roberto-. Es muy bonito ver cómo antes se sentaban y casi no se hablaban, pero ahora ya hasta se hace algo de tertulia, y se saben queridos. Poco a poco, se está haciendo familia».