«Que Ginebra 2 marque el comienzo de la pacificación» - Alfa y Omega

«Que Ginebra 2 marque el comienzo de la pacificación»

La Jornada Mundial del Refugiado tiene, este año, un claro centro de atención, Siria. La situación se ha recrudecido, hasta el punto de que la ONU se declara incapaz de seguir llevando la cuenta de los muertos (se estima que se acercan a los 150 mil). La Santa Sede, que se ha convertido en un actor de referencia para todas las partes en el conflicto, está decidida a poner toda la carne en el asador para impulsar un acuerdo de paz. El Papa y sus colaboradores multiplican estos días la actividad diplomática

Ricardo Benjumea
Un niño herido en un bombardeo, en Damasco, el pasado 26 de diciembre

«Confío en que la Conferencia Ginebra 2, convocada para el próximo 22 de enero, marque el comienzo del deseado camino de pacificación» en Siria, decía el Papa al lunes, en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. No parece fácil. Las remotas garantías de éxito pasan por el encuentro celebrado el 9 de enero en Córdoba, en el que la oposición al régimen de Damasco, muy dividida, trató de acercar posturas, y por la reunión de expertos, convocada el pasado lunes, por la Academia Pontificia de las Ciencias, a petición del Papa, en la que participaron, entre otros, el ex ministro de Exteriores español Miguel Ángel Moratinos; el director del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas, el norteamericano Jeffrey Sachs; el Nobel de la Paz egipcio Mohamed El Baradei; o el embajador ruso en Israel, Piotr Vladimirovich Stegny.

Se trataba de un grupo heterogéneo, lo que da especial valor al comunicado final del encuentro, que se resume en un alto el fuego inmediato y sin precondiciones políticas que permita la asistencia humanitaria a los refugiados y el comienzo de la reconstrucción del país. A juicio de los expertos, la guerra en Siria ha dejado de ser un conflicto civil y lo que se dirime son más bien «rivalidades de las potencias internacionales y regionales». Esta dimensión internacional, paradójicamente, tiene un aspecto «prometedor», afirma el documento. «Los pueblos de Siria han convivido en paz a lo largo de la Historia, y pueden volver a hacerlo», en su «tradición de pluralismo religioso, de etnias y de culturas». El reto ahora es abordar «los conflictos regionales que han engullido a Siria para crear condiciones duraderas de paz», en este país y en el conjunto de Oriente Próximo. Para ello, se pide involucrar a Irán en las negociaciones. Este país es el principal soporte del régimen de Bashar Al Asad y de la milicia Hezbolá en el Líbano, antigua colonia siria, mientras que la oposición sunita, incluida la de corte fundamentalista –enfrentada también al Gobierno chiíta de Irak, país en el que hubo unos 9 mil muertos en conflictos sectarios en 2013–, cuenta con el apoyo de Arabia Saudí. El 18 de enero, comienza la inspección internacional a las instalaciones nucleares de Irán, que está saliendo de su aislamiento, pero no tan rápido como para haber sido invitada a Ginebra 2. Una solución al problema del enriquecimiento de uranio en Irán, a juicio de los expertos convocados por la Santa Sede, ofrecería una magnífica oportunidad para «una nueva era de confianza y cooperación», en Siria y en el conjunto de Oriente Próximo. Además, se ve con esperanza el impulso del Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, al diálogo entre Israel y Palestina.

El martes, Kerry fue recibido por el Papa Francisco, acompañado de su Secretario de Estado, el arzobispo Pietro Parolin; fue una conversación dedicada especialmente a «la situación en Siria y la preparación de la Conferencia de paz Ginebra-2, así como las negociaciones entre israelíes y palestinos», según el comunicado vaticano. Kerry se había reunido, la víspera, en París, con su homólogo de Rusia (aliado de Damasco) y con el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe a Siria, para abordar las posibilidades de un alto el fuego. Hace unas semanas, una delegación del Gobierno sirio visitó el Vaticano, con un mensaje del Presidente Al Asad para el Papa Francisco.

La Santa Sede, convertida en actor de referencia para todas las partes en este conflicto, sobre todo desde la Jornada de oración y ayuno exitosamente convocada por el Papa el 7 de septiembre, desarrolla además estos días una intensa labor diplomática en el Líbano, país vecino sobre el que pende la amenaza de un estallido social, como contagio de la guerra en Siria. La prensa libanesa informaba, el domingo, de un inminente encuentro entre el Papa y el general Michel Aoun, líder político cristiano aliado de Hezbolá, grupo chiíta, considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. El cardenal Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, se reunió el domingo, en Beirut, con el Presidente del Líbano, el católico maronita Michel Suleiman, mientras que el Patriarca de los Maronitas ha recibido a una delegación de Hezbolá, para tratar de volver a conformar un Gobierno de unidad nacional y evitar la ruptura.