Una sola Iglesia, luz para todas las naciones - Alfa y Omega

Una sola Iglesia, luz para todas las naciones

El arzobispo Gerhard Ludwig Müller, que será creado cardenal el próximo 22 de febrero, participó el lunes en las XII Conversaciones de Derecho Canónico de la Universidad Católica San Vicente Mártir, de Valencia, con una conferencia sobre Colegialidad y ejercicio de la potestad suprema de la Iglesia, en la que encuadró el sentido de esa mayor colegialidad en la Iglesia que impulsa el Papa Francisco. Éstos son algunos párrafos de su intervención:

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El Papa Francisco con cardenales y obispos, en Río de Janeiro, durante la JMJ de 2013, el 27 de julio

Al hablar de la Iglesia, sólo podemos hacerlo con motivo de la cuestión sobre Dios. Las guerras y el terrorismo, la pobreza y la explotación, la crisis de sentido y la desorientación espiritual y moral de millones de personas…, todas estas tragedias hacen que sobrevenga a la Iglesia de Dios la tarea trascendental de dar esperanza a la Humanidad. Pero la Iglesia no es la Luz, sólo puede dar testimonio de la Luz que ilumina a cada hombre, es decir, un testimonio de Jesús, el Hijo de Dios y Redentor de todos los hombres. Una Iglesia que sólo girase en torno a los propios problemas estructurales sería espantosamente anacrónica y ajena al mundo.

Un reajuste de independencia y colaboración de las Iglesias locales, de la colegialidad episcopal y del Primado del Papa nos permitirá no perder de vista la exigencia trascendental de la cuestión sobre Dios. El Papa Francisco, en su Exhortación apostólica Evangelii gaudium, habla de una saludable descentralización. La vida de la Iglesia no puede concentrarse de tal forma en el Papa y su Curia, como si en las parroquias, comunidades y diócesis tuviera lugar sólo algo secundario. Papa y obispos se remiten más bien a Cristo, el único que da esperanza a los seres humanos. El Papa no puede ni debe abarcar centralmente desde Roma las diversas condiciones de vida que se le presentan a la Iglesia en las distintas naciones y culturas, ni resolver por sí mismo los problemas de cada lugar. Por eso, un ejercicio reformado del Primado también pertenece a la nueva evangelización.

Con esto, no se ha dado la señal para una revolución en el Vaticano. Debemos excluir una interpretación antagónica o dialéctica de la relación entre la Iglesia universal y las Iglesias locales. La unidad fraternal de los obispos de la Iglesia universal cum et sub Petro [con Pedro y bajo la autoridad de Pedro] se fundamenta en la sacramentalidad de la Iglesia, y con ello, en el derecho divino. Sólo al precio de una desacralización de la Iglesia podría realizarse una lucha de poder entre fuerzas centralistas y particularistas. Al final, quedaría una Iglesia secularizada y politizada, que sólo se diferenciaría en grado de una ONG, y esto sería un contraste completo respecto a la Exhortación apostólica Evangelii gaudium.

La Iglesia es sólo una

La Iglesia se funda como comunidad de vida con Jesús. Por tanto, es esencialmente una sola. La Iglesia única y universal, dirigida por el Papa y los obispos en comunión con él, existe en y desde las Iglesias locales. La sola y única Iglesia de Dios está presente como Iglesia universal en las Iglesias de Dios en Corinto, Roma, Tesalónica, etc. Y en cada lugar, los fieles no tienen que ver con otra cosa que no sea la Iglesia única de Cristo, en la cual el Espíritu Santo une entre sí a todos los bautizados, y los inserta en la unidad del Cuerpo de Cristo.

Se presupone aquí la constitución apostólica de las Iglesias locales. Esto significa que las Iglesias locales no son constituidas en absoluto por la voluntad asociacional de cada uno de los cristianos. Más bien es Cristo mismo quien, mediante sus apóstoles y los sucesores de éstos, funda la Iglesia universal en y desde las Iglesias locales como Communio Ecclesiarum. La doctrina de los obispos como sucesores de los apóstoles, su unidad colegial entre ellos y su unidad con el sucesor de Pedro, como cabeza visible de toda la Iglesia y del Colegio episcopal, es, por tanto, constitutiva para el concepto católico de Iglesia.

El Papa sugiere en Evangelii gaudium una praxis corregida, correspondiente a la civilización global y digitalizada de hoy. Aunque primado y episcopado pertenecen a la esencia de la Iglesia, las formas de su realización en la Historia son necesariamente diversas. La invitación del Papa a una renovada percepción de la colegialidad de los obispos es lo contrario a una relativización del servicio que Cristo le ha encomendado de forma inmediata, es decir: un servicio a la unidad de todos los obispos y fieles en la fe revelada, un servicio a la vida común desde la gracia sacramental, y un servicio a la misión de mediar la unidad de los hombres en Dios. En tanto que el episcopado tiene naturaleza colegial, al obispo, en virtud de la consagración y de la misión canónica, también se le confiere la co-preocupación y la co-responsabilidad para el bien de la Iglesia universal.

La Iglesia católica es Communio Ecclesiarum y no una federación de Iglesias estatales, o una alianza mundial de comunidades eclesiales confesionalmente emparentadas, que respetan por tradición humana al obispo de Roma como presidente honorífico. Pues nación, idioma, cultura, no son principios constitutivos para la Iglesia, que testifica y realiza la unidad de los pueblos en Cristo; pero son medios indispensables, en los cuales se despliega toda la riqueza y la plenitud de Cristo en los redimidos.

La Evangelii gaudium quiere reunificar interiormente a la Iglesia, para que el pueblo de Dios, en su servicio misionero, no sea obstáculo a una Humanidad necesitada de salvación y ayuda.

Gerhard Ludwig Müller