De Asís a Santiago, y de Santiago al resto del mundo - Alfa y Omega

De Asís a Santiago, y de Santiago al resto del mundo

En 1214, una pequeña compañía de hombres cruzaba los Pirineos, como peregrinos a Santiago. Entre ellos, uno que estaría llamado a impulsar una de las mayores reformas espirituales en la Historia de la Iglesia: Francisco de Asís. A los 800 años, la Orden franciscana y al Arzobispado compostelano acaban de iniciar las celebraciones que conmemoran esa peregrinación, en la que el santo tendría una revelación de Dios: su regla debía extenderse por el mundo y, para eso, tenía que empezar a fundar conventos. Así, los primeros monasterios franciscanos vieron la luz en España, para llevar la Luz al mundo

José Antonio Méndez
El cardenal Amigo, durante la Eucaristía del día 17, en el convento de San Francisco, en Santiago. Foto: Miguel Castaño

«En los comienzos de la fundación de la Orden, cuando aún eran pocos los Hermanos y no habían sido establecidos los conventos, san Francisco fue, por devoción, a Santiago de Galicia, llevando consigo a algunos Hermanos. (…) Llegados allí, se hallaban durante la noche en oración en la iglesia de Santiago, cuando le fue revelado por Dios a san Francisco que tenía que fundar muchos conventos por el mundo, ya que su Orden se había de extender y crecer con una gran muchedumbre de Hermanos. Esta revelación movió a san Francisco a fundar conventos en aquellas tierras». Así es la narración del momento en que el Poverello de Asís comprendió que su incipiente regla evangélica había de extenderse por todo el mundo, tal y como queda recogida en el que es uno de los más antiguos escritos franciscanos: el Actus Beati Francisci et Sociorum ejus, conocido como Florecillas de San Francisco. Y aunque ese escrito del siglo XIII –compuesto por algunos de los primeros frailes que acompañaron a san Francisco– no aporta más detalles, lo cierto es que aquella peregrinación del santo hasta la tumba del Apóstol resultó ser determinante no sólo para los franciscanos, sino para el devenir de toda la Iglesia universal.

El contexto de tal viaje no era irrelevante: sólo dos años antes de que el santo llegase a tierras hispanas, los reinos cristianos de la península habían derrotado al imperio almohade en la batalla de Navas de Tolosa. La noticia de la victoria sobre las huestes del sultán Miramamolín recorrió toda Europa, pues pronto se vió que había resultado clave para evitar una invasión musulmana del viejo continente.

No obstante, donde otros veían el peligro, san Francisco veía una ocasión para anunciar el Evangelio: su objetivo no era sólo llegar a Santiago para venerar la tumba del Apóstol, sino, desde allí, partir a tierra de moros y cruzar a Marruecos, con la intención de convertir al sultán. De hecho, ya en 1211 había intentado viajar hasta Siria con el mismo objetivo, aunque un naufragio en Dalmacia (hoy, Croacia) frustró sus planes. Unos planes que retomaría en 1219, cuando, este vez sí, llegó a Egipto y a Siria para anunciar al Resucitado ante el sultán –con no mal resultado, pues logró salir con vida de tan osada visita–.

‘San Francisco’, en el convento de Santiago

Una providencial revelación

La inesperada revelación «en la iglesia de Santiago de Galicia» cambió sus proyectos inmediatos, y también los más profundos. Y es que, hasta ese momento, Francisco se había negado a tener casa alguna para su Orden, a fin de vivir en radicalidad la pobreza evangélica. Sin embargo, discernir y acatar la voluntad de Dios le llevó a renunciar a sus ideas, y a fundar las primeras residencias franciscanas fuera del entorno de Asís. De este modo, vieron la luz eremitorios como el de San Miguel, en Burgos; el de la Magdalena, en Vitoria; o el de San Bartolomé, en Sangüesa (Navarra), todos, para llevar la Luz de Cristo a los hombres.

También fue en tierras hispanas donde se sintió fuertemente impactado por el signo TAU (la cruz con forma de letra T, hoy propia de los franciscanos), presente en los hospitales de los monjes de San Antón, en la ruta jacobea. Y fue el signo TAU el que utilizó el Papa Inocencio III para hablar de la necesidad de una renovación espiritual en la Iglesia de su época, durante el Concilio Lateranense de 1215, al que asistió el santo tras volver de España.

Ahora que se cumplen los 800 años de la peregrinación de san Francisco a Santiago, la Orden franciscana y el Arzobispado de Santiago de Compostela ya han iniciado los actos conmemorativos, que empezaron el viernes 17 con una Misa en el convento compostelano de San Francisco, que presidió el cardenal Amigo, junto con monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago, los obispos de Galicia y monseñor Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Además, a lo largo de este año, serán muchas las actividades que buscan conocer y reconocer la presencia del Poverello en la ciudad, y la labor que sus hijos espirituales han desarrollado desde entonces. Incluso, se ha invitado al Santo Padre a participar en ellos. Quizá, en 2014, otro Francisco vuelva a Santiago…