La Santa Sede, frente al abuso a menores - Alfa y Omega

La Santa Sede, frente al abuso a menores

Redacción

Ocho horas duró la intervención del arzobispo Silvano Tomasi, Observador vaticano Permanente ante la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, sobre la aplicación de la Convención de los Derechos de los Niños. Se trataba del primer informe que la Santa Sede presentaba sobre este asunto. El prelado explicó las medidas adoptadas para prevenir y atajar este crimen, tanto a nivel del Vaticano, como de las Iglesias locales. Aunque, «lamentablemente, los abusadores se encuentran entre los miembros de las profesiones más respetadas del mundo, incluidos los miembros del clero», dijo, «la Santa Sede ha delineado cuidadosamente políticas y procedimientos diseñados para contribuir a eliminar esos abusos y colaborar con las autoridades estatales respectivas en la lucha contra este delito. La Santa Sede también se ha comprometido a escuchar con atención a las víctimas de abusos y a abordar el impacto que tales situaciones tienen en las víctimas de abuso y de sus familias».

A su comparecencia ante el Comité sobre la Convención de los Derechos del Niño, le acompañó el arzobispo maltés Charles Scicluna, que fue Promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el pontificado de Benedicto XVI, y su brazo ejecutor en la lucha contra el abuso a menores. En declaraciones a varios medios, el obispo advirtió de que, a pesar de los avances, la Iglesia no puede bajar la guardia, porque «la inocencia de los niños no es negociable». Ésa es también, a su juicio, la línea del Papa actual, que en diciembre instituyó una comisión de expertos para abordar la respuesta a esta lacra. «Me he reunido con Francisco, y ha expresado una gran determinación para continuar en la línea de sus predecesores», dijo a Reuters. «Su Evangelio de la compasión es muy importante, pero no es compasión barata. Tiene que respetar la verdad y las demandas de la justicia».

El día de la comparecencia, en la misa matinal en la casa de Santa Marta, el Papa lamentó que, cuando los sacerdotes son corruptos, sufren los fieles. «¡Pobre gente! No damos de comer el Pan de la vida»; «y hasta damos de comer comida envenenada, tantas veces!» Y añadió: «Pero ¿nos avergonzamos? Tantos escándalos que no quiero mencionar individualmente, pero que todos conocemos… ¡Sabemos cuáles! Escándalos, algunos que han costado tanto», dijo, en alusión a las compensaciones económicas a las víctimas en Estados Unidos. «¡Está bien! Se debe hacer así… ¡La vergüenza de la Iglesia! ¿Pero nos hemos avergonzado de aquellos escándalos, de aquellas derrotas de sacerdotes, de obispos, de laicos?».