En Estados Unidos, manifestaciones y oración por la vida - Alfa y Omega

En Estados Unidos, manifestaciones y oración por la vida

Redacción

«No podemos quedarnos callados cuando el Gobierno intenta imponer el aborto a nuestro pueblo. Debemos implicarnos. Si hablamos alto y fuerte y si nos implicamos, se salvarán vidas y los corazones serán transformados. El año 2014 podría ser el del comienzo del fin del aborto, aquí en París, en toda Francia y en el mundo entero». Así hablaba, el domingo, en París, el estadounidense David Bereit, responsable de la campaña de oración y ayuno 40 Días por la Vida.

Si el domingo la movilización provida fue en París, ayer fue en Washington D. C., San Francisco y —por primera vez— Chicago. Estados Unidos conmemoraba el 41º aniversario de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Roe vs. Wade, que supuso la liberalización del aborto en el país. Desde entonces, la capital del país acoge cada año su Marcha por la vida, que cosecha cada vez más éxito a pesar de las frías temperaturas y de las largas distancias: el año pasado, medio millón de personas participaron en la Marcha, y también en las actividades provida —conferencias, encuentros de líderes provida, exposiciones…— que se celebran en los días previos.

La Iglesia quiere estar muy presente en esta intensa semana. Por ejemplo, durante toda la noche anterior a la Marcha, 10.000 personas llenaron la basílica de la Inmaculada Concepción para la ya tradicional Vigilia de oración. Además, este año, la Conferencia Episcopal Estadounidense ha convocado, desde el sábado pasado hasta este domingo, una novena de oración, penitencia y peregrinación a las manifestaciones provida, para pedir el fin del aborto y la sanación de los corazones. En su mensaje con este motivo, el Presidente de la Comité de Actividades Provida de la Conferencia, el cardenal Sean O’Malley, recordaba que los 55 millones de abortos ocurridos desde 1973 reflejan, «con una magnitud que rompe el corazón», lo que el Papa Francisco quiere decir con la cultura del descarte. «Sin embargo, tenemos gran confianza en la providencia de Dios». La novena «nos recuerda —a través del mismo acto de rezar— nuestra bella dependencia de Dios y su profundo amor por cada uno de nosotros».