San Ginés y aledaños - Alfa y Omega

San Ginés y aledaños

Concha D’Olhaberriague
Foto: Maya Balanya

Entre la Puerta del Sol y Ópera, con entrada principal neoplateresca por Arenal, se halla una de las iglesias con más historia, referencias literarias y leyenda del Madrid antiguo. Tras la reja y hasta la logia de tres arcos carpaneles se extiende el espacio del antiguo terreno donde estuvo el cementerio.

Dedicada al santo provenzal san Ginés Arlès, en la fachada oriental, la del pasadizo de San Ginés –frente a un costado del antiguo teatro Eslava–, está adosada la librería más antigua de Madrid y una de las de mayor encanto, con tenderetes al aire libre, plúteos con techumbre de teja y tiendecilla de chaflán, tras de la cual está la famosa chocolatería –relacionada con Luces de bohemia, de Valle-Inclán– que lleva, asimismo, el nombre del santo. Al lado, en la plazuela de San Ginés, una placa recuerda que allí vivió el capitán Contreras, aventurero, amigo de Lope y autor de unas memorias que llamaron la atención de Ortega y Gasset por su viveza.

La parroquia actual, monumento histórico-artístico nacional desde 1982, es heredera de varios templos cuya historia se remonta, en lo tocante al culto a san Ginés, al siglo IX, en tanto que el primer edificio con esta advocación y en este mismo lugar fue, según sostienen algunos, una ermita mozárabe de fines del XIII. No obstante, la primera referencia documental es una bula papal de Inocencio VI que concedía indulgencia a quien colaborase en la edificación del templo; de ahí que en la fachada occidental de Bordadores, sobre la puerta neorrenacentista, haya un escudo en relieve del Pontífice. De entre los feligreses ilustres que tuvo San Ginés, una lápida recuerda a Lope de Vega, Quevedo y el maestro Victoria.

A mediados del XVII, el arenal que dio nombre a la vía se deslizó causando un derrumbe, y la reconstrucción subsiguiente concluyó en 1672. Pellicer consigna en sus Avisos que la caída de la torre causó tres muertos. Posteriormente, el templo sufrió dos incendios, en el siglo XVIII y otro en el XIX.

A la interesante arquitectura de San Ginés, con la acertada reconstrucción de la fábrica mixta de ladrillo y mampostería, hay que añadir piezas valiosas tales como El Salvador de Pereda, El Cristo de la humildad de Alonso Cano, y La expulsión de los mercaderes del templo del Greco.