El Papa pide oraciones para que China supere la «enfermedad tan cruel» del COVID-19 - Alfa y Omega

El Papa pide oraciones para que China supere la «enfermedad tan cruel» del COVID-19

En la audiencia general de este miércoles, Francisco ha hablado del llanto y el dolor al tomar conciencia de que se ha traicionado la relación con Dios y se ha herido «a aquel que amo»; un don que hay que pedir

Redacción
Foto: EFE/EPA/Giuseppe Lam

El Papa Francisco pidió oraciones por «los hermanos chinos» y para que consigan curarse de «esta enfermedad tan cruel», en referencia al coronavirus COVID-19, durante la audiencia general de este miércoles.

Francisco ya había mostrado su solidaridad y cercanía con las personas afectadas con un mensaje pronunciado al finalizar el rezo del Ángelus el pasado 26 de enero en la plaza de San Pedro del Vaticano.

«El Señor acoja a los difuntos en su paz, consuele a las familias y sostenga el gran esfuerzo de la comunidad china, que ya trabaja para combatir la epidemia», dijo Francisco en esta ocasión.

China informó de que se elevan a 1.113 las muertes por el coronavirus causante de la neumonía de Wuhan y que existen 44.653 contagiados diagnosticados.

Por otra parte, durante la audiencia de este miércoles, el Papa volvió como el pasado domingo a pedir oraciones por «la martirizada Siria», donde «tantas familias, tantos ancianos, niños, deben huir de la guerra». «Siria sangra desde hace años. Recemos por ella», dijo.

Pedir el don de lágrimas

Durante la catequesis en sí, el Santo Padre profundizó en la segunda bienaventuranza, que declara dichosos a «los que lloran». Pero no a todos. Hay quienes se afligen —matizó— porque se han equivocado; pero detrás de esas lágrimas está el «orgullo». Es el llanto de Judas después de traicionar a Jesús, y a Iscariote lo llevó al suicidio.

En el otro extremo está el llanto de Pedro, que «purifica y renueva». Esas lágrimas son fruto del bien omitido y de «la traición a la relación con Dios», de tomar conciencia de que «he herido a aquel que amo». Por medio de ellas, el Espíritu Santo nos abre al perdón de Dios, que «siempre perdona, hasta los pecados más feos». «¡Bendito sea Dios si llegan estas lágrimas!», exclamó, animando también a «pedir» esa «gracia».

Ya los primeros monjes —explicó el Pontífice— abordaron la cuestión del llanto, al hablar del penthos, «el dolor interior que nos abre a una auténtica relación con el Señor y con el prójimo». Puede deberse a dos causas: además del dolor de los pecados, se puede llorar legítimamente por la muerte o el sufrimiento de alguien que amamos.

Este luto, amargo y doloroso —prosiguió Francisco— paradójicamente puede ayudarnos a tomar conciencia del valor sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad de nuestro paso por este mundo.

Efe / Vatican News / Redacción