No es verdad 790 - Alfa y Omega

Me da igual si es rescate, ayuda, liberación, intervención, o lo que sea; me da absolutamente igual, y no voy a perder ni un segundo más en echar más leña al fuego de la polémica de si es o no es rescate lo que Bruselas ha hecho con el crédito de 100 mil millones de euros, en condiciones que ya veremos. No sé ustedes, pero yo tengo absolutamente claro quién va a pagar los intereses y a devolver el préstamo: ¿el Estado? ¿Pero quién es el Estado, si no usted y yo y el señor de al lado?; ¿los Bancos? ¿Pero quién son los Bancos, más que sus clientes? O sea, otra vez usted y yo y el señor de al lado. Últimamente me vengo preguntando, cuando veo que de lo que se trata es de ayudar a los pobres Bancos, ¿qué clase de empresa es un Banco? ¿Acaso es una empresa que no puede tener pérdidas, sino sólo ganancias? Cuando ganan, se reparten los dividendos; y cuando pierden, los ciudadanos tenemos que sacrificarnos para remediar el entuerto; porque, claro, son las arterias por las que circula la sangre económica del país, bla, bla, bla. El caso es que los responsables del desaguisado de las Cajas de Ahorro en España (políticos, sindicalistas, asesores) se van a su casa forrados para el resto. El que no se lleva un millón de euros, se lleva diecisiete; y yo, como la señora Gumersinda de mi pueblo, no paro de preguntarme por qué si yo gestiono mal mi tienda, mi negocio, mi empresa, tengo que pagar las consecuencias, y todos esos señores, no. Si alguien con más luces que yo me lo puede explicar, se lo agradecería, francamente.

De todo este tinglado de los 100 mil millones de euros, cuya traducción en pesetas no sé ni escribirla, también tengo muy clara una cosa: que será lo menos malo, como dicen nuestros gobernantes, pero, bueno, desde luego no es para los españoles, que ya veremos cómo salimos de ésta. Y, otra cosa más, ya que estamos metidos en harina: son tantos los árboles, que no nos dejan ver el bosque. Quiero decir, lisa y llanamente, que qué pasa con lo esencial. Yo ya comprendo que, para estos señores de Bruselas y de Estrasburgo y de los Bancos, lo esencial es el dinero, pero para mí, no. A mí me interesan mucho más las raíces y las causas morales, culturales y sociales que han causado esta situación. A mí lo que me interesa saber de verdad es qué pasa con la división de España, qué pasa con la ETA, qué pasa con la Ley electoral, qué pasa con la Ley del aborto, qué pasa con la Ley que se ha cargado el matrimonio intentando equiparar las uniones de homosexuales a la familia natural; a mí me interesa saber qué va a pasar con las Autonomías, con el Tribunal Constitucional y con el Consejo General del Poder Judicial; si de verdad la Justicia va a ser igual para todos y cuándo; y si nuestros hijos y nietos van a poder tener una educación elemental, media y universitaria decente alguna vez; porque estoy absolutamente convencido de que, cuando eso empiece a ser una realidad, esta querida nación llamada España empezará verdaderamente a salir del pozo en el que la han sumido unos políticos indeseables e impresentables que, encima, son remunerados intolerablemente y hasta condecorados.

Alguien ha hecho estos días un recuento, y resulta que en la España actual hay 450.000 políticos, oigan ustedes. Si a eso le sumamos que hay 3 millones de funcionarios y asimilados y no sé cuantos sindicalistas liberados de trabajar pero cobrando todos ellos, pues ya me contarán ustedes cómo va a acabar la película, si Dios no lo remedia y, en vez de gastar todas las energías en lo del dinero, gastamos alguna en lo esencial.

El director de Cáritas Madrid acaba de denunciar, estos días, que el nivel de pobreza de España es comparable al que se vivió en la postguerra de nuestra triste guerra civil. Échenle por favor un vistazo al tema que Alfa y Omega lleva en este número, bajo el título Una pobreza nueva y peor, y, con la mano en el corazón, reflexionen sobre qué culpa tienen nuestros niños, esos que aparecen en las fotos y muchos miles más, de esto que les está pasando y del futuro que les espera, si Dios no lo remedia. Uno de nuestros humoristas acaba de verlo así: un mendigo le dice a otro: Te veo triste, a lo que el otro replica: Es que estoy preocupado por lo de la Banca… Por humor, que no quede.