La misión es para todos - Alfa y Omega

La misión es para todos

Redacción
José Antonio y Vanessa, con sus hijos

El mandato misionero de hablar de Dios y anunciar el amor de Jesús por todos no es algo circunscrito a misioneros, religiosos, monjas o familias muy concienciadas. La experiencia que hacen todas estas familias del Camino Neocatecumenal a las que va a enviar el Papa Francisco, también vale para todos. José Antonio y Vanessa reconocen: «Hoy lo que pasa es que no se habla nada de Dios, pero estamos llamados a hablar de Él, que nos ha regalado la vida. Si nos quedamos en casa, ¿de qué vale la fe? Hay que ir a la gente. Hay muchos problemas de familias, mucha idolatría, la gente está sufriendo muchísimo, incapaces de salir de ahí».

«Nosotros mismos -confiesan- no somos un ejemplo; ante un sufrimiento de alguien alrededor, nos hemos callado, pero Dios nos llama ahora: con nuestros pecados, faltas y egoísmos. Dios no nos ha elegido sólo para nuestra conversión, sino para una misión. Dios no nos ha llamado a la Iglesia para quedarnos en el sofá, sino para que la gente vuelva a Dios. Depende de nosotros que muchos puedan ver a Dios: un vecino, un amigo que lo está pasando mal… La gente necesita mucho que la escuchen, que se sientan queridos, y comprendidos. Eso es para todos, no sólo para los misioneros».

La misión es para todos. Lo confirma también el presbítero del que hablan estas páginas: «La misión comienza, primero, con nuestras propias familias, con nuestros compañeros de trabajo. Si yo me he encontrado con el amor de Cristo, la misión no debe ser algo complicado, como de laboratorio, o una estrategia empresarial, sino que nace de una experiencia que ya hemos hecho. Cuando uno está más cerca de Jesucristo, más brilla esta luz en él, y eso reverbera en los que están alrededor de manera casi automática. Si has conocido el amor de Cristo, inmediatamente te pones en misión; no podrías no hacerlo».

También Santiago y Vanessa recomiendan: «Lo primero: buscad a Dios y esto despertará en vosotros la necesidad de que los demás le puedan conocer, sobre todo porque, al lado de Dios, la vida es una vida auténtica; y cuando esto lo experimentas, pides ayuda para combatir y que nada ni nadie te la robe. Oración e intimidad con Dios: el resto sale sólo. ¡Él ya nos ha hecho apóstoles!».