Frente al frío, esperanza - Alfa y Omega

Frente al frío, esperanza

La fuerte ola de frío que asolaba Estados Unidos la semana pasada deslució sólo en parte la 41ª edición de la Marcha por la vida. El movimiento provida ve signos de esperanza: la opinión pública –sobre todo los jóvenes– son cada vez más partidarios de proteger la vida, y las leyes estatales avanzan en este sentido. Un cambio en el que la Iglesia ha jugado un papel importante

María Martínez López
Biden amplía el aborto en vísperas de la Marcha por la Vida
«Soy la generación provida». La presencia de jóvenes en la Marcha por la vida es siempre muy numerosa

«Nos estamos congelando por la mejor causa del mundo», fue el grito de guerra de uno de los líderes provida durante la Marcha por la vida del pasado 22 de enero en Washington D. C. Una intensa ola de frío, que obligó a cancelar muchos viajes, sólo logró ensombrecer parcialmente esta gran cita, que ya tiene hijas en San Francisco –con una asistencia récord este año– y Chicago. 41 años después de la Sentencia Roe vs. Wade, que legalizó el aborto, el movimiento provida va viendo signos de esperanza.

En 2013, un abortista ha sido condenado por rematar a bebés que sobrevivían al aborto, y decenas de centros abortistas han cerrado. En tres años, se han aprobado 200 normativas que limitan el acceso al aborto, más que en toda la década anterior. Estas leyes siguen a un cambio en la opinión pública: en 2009, por primera vez, los estadounidenses se declararon más provida que proelección en la encuesta Gallup; este resultado, aunque disputado, predomina desde entonces. Según la misma encuesta, casi un 60 % de los encuestados quiere que el aborto sea ilegal, o legal en pocos casos. Las generaciones jóvenes, además, son más provida que sus padres.

Este cambio de tendencia empezó a finales de los 90, década en la que la cultura de la muerte tocó techo; y se ha reflejado también en una caída del 30 % en el número de abortos anuales desde 1990. La evolución es fruto del trabajo incansable de un movimiento provida muy activo, diversificado, con fuerte presencia local y una implicación activa de la Iglesia católica en todos los niveles. Muestra de esto último es la Vigilia de Oración por la Vida que, desde hace 35 años, se celebra en la víspera de la Marcha de Washington. Este año, la presidió el cardenal Sean O’Malley, Presidente del Comité de Actividades Provida de la Conferencia Episcopal, acompañado de 30 obispos. En sus palabras, subrayó que «el movimiento provida necesita ser el rostro misericordioso de Dios» para las mujeres que se plantean abortar.

La implicación de la Iglesia no ha sido sólo local. Igual que una semana antes en Francia, el Papa Francisco apoyó abiertamente la Marcha por la vida. Una carta del Secretario de Estado del Vaticano, monseñor Pietro Parolin, transmitía el agradecimiento del Pontífice por «este extraordinario testimonio público del derecho de los no nacidos a la vida». Un día antes de la Marcha, monseñor Parolin no tuvo reparo en abordar la polémica reforma sanitaria de Obama, durante la visita al Vaticano de su homólogo estadounidense, John Kerry. La reforma, que obliga a contratar seguros médicos que cubran la contracepción y fármacos abortivos, recibió un nuevo revés el viernes, cuando el Tribunal Supremo ratificó su decisión de diciembre a favor de las Hermanitas de los Pobres. Hasta que se dicte sentencia, esta congregación podrá abstenerse de cumplir el mandato sanitario. Esta cuestión promete seguir en la agenda durante la visita del Presidente Obama al Vaticano, el 27 de marzo.