La alegría de la consagración - Alfa y Omega

En la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, damos gracias a Dios por las Órdenes e Institutos religiosos dedicados a la contemplación o a las obras de apostolado, por las Sociedades de vida apostólica, por los Institutos seculares, por el Orden de las vírgenes, por las nuevas formas de vida consagrada.

El lema escogido para este año es La alegría del Evangelio en la vida consagrada. Está en sintonía con la primera Exhortación apostólica del Papa Francisco, Evangelii gaudium. «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús». Éstas son las primeras palabras de la Exhortación del Papa. Entre los que se encuentran con Jesucristo están de modo especial las personas consagradas, cuya vocación (consagración-comunión-misión) se entiende plenamente desde el encuentro personal con Jesucristo pobre, casto y obediente, a quien siguen más de cerca y con radicalidad evangélica.

La alegría de los miembros de vida consagrada nace de Dios, que es la fuente de la verdadera alegría. La alegría de la vida consagrada procede de la fe, que a su vez proviene de la acogida de la Palabra de Dios. Las personas consagradas viven la alegría de su vocación, desde la consagración a Dios, la comunión fraterna y la misión evangelizadora (por el apostolado o por la contemplación), en la profunda unión y amistad con Jesucristo en su vida diaria, siendo reflejo del amor de Dios, dispuestos a abrazar todas las miserias y a curar todas las heridas humanas para poner en ellas el bálsamo de la ternura y de la misericordia divina.

Ahora bien, la alegría cristiana es siempre una alegría crucificada, que pasa por la Cruz y culmina en la Resurrección. A la alegría se opone la tristeza, no la Cruz, que es signo de amor.

La Santísima Virgen María, Mujer consagrada, es Causa de nuestra alegría, icono de la vida consagrada, que nos enseña a vivir la alegría verdadera del seguimiento de Jesucristo. María es la Madre que presenta en el templo el Hijo de Dios al Padre, dando continuación al pronunciado en el momento de la Anunciación.

Del Mensaje para la Jornada Mundial de la Vida Consagrada