Programas de cocina, a todas horas - Alfa y Omega

Mañana es el día del ayuno voluntario propuesto por Manos Unidas para luchar contra el hambre en el mundo. Con los pequeños ahorros de mucha gente se puede contribuir a remediar el hambre. ¿Cómo explicar, por el contrario, las comidas de lujo que nos presentan las televisiones inmediatamente antes y después de los informativos donde vemos a tantos niños desnutridos? Lo siento: no será políticamente correcto, pero tengo que decir que me parece indecente la proliferación de cocineros que se han constituido en auténticos okupas de infinidad de cadenas de televisión. No tiene justificación alguna que, mientras sufrimos la crisis más dura que ha conocido nuestra sociedad, uno se encuentre nada más encender el televisor con mesas repletas de alimentos, con platos llenos de suculentos manjares y lujosamente presentados.

No hay derecho a mostrar mañana, tarde y noche la sobreabundancia de la que pueden disfrutar algunos privilegiados; en la intimidad de los hogares las pantallas muestran comidas que únicamente sirven para excitar la envidia o la rabia cargada de impotencia en tantas personas que padecen la dureza de una crisis económica sin precedentes, con recortes en todas las prestaciones que les son necesarias e imprescindibles.

Cuando la gran mayoría de las familias está ajustando sus presupuestos en lo más básico para el sustento diario de los hijos pequeños, de los ancianos, de los enfermos, y cuando nuestra sociedad sigue desangrándose por el paro, sin esperanza de una pronta recuperación del trabajo perdido o nunca conseguido, es indecente poblar las programaciones de los medios de comunicación audiovisuales con desayunos, comidas, meriendas y cenas de lujo y despilfarro, convirtiéndolas en objeto de deseo: lo verás pero no lo catarás.

Enseñar a todas horas fogones de lujo, platos caros, mesas repletas y cocineros de firma en las pantallas del electrodoméstico más cercano y familiar y tener que ver, a renglón seguido, en los programas informativos, las imágenes de madres esqueléticas y de niños famélicos que, en tantos lugares del mundo, hurgan en los basureros o se llevan a la boca unos granos de maíz a puñados y con prisa porque ya les ladran y arañan los mastines del hambre… es sencillamente indecente.

Los responsables de las programaciones de nuestras televisiones prefieren dar la imagen de una sociedad feliz, comilona, opulenta, mientras hay gente que pasa literalmente hambre. Menos mal que hay gentes que, siguiendo la llamada de Manos Unidas, no cierran los ojos a la realidad y se alejan de la ostentación y el lujo y se sacrifican practicando un determinado ayuno en la medida de sus posibilidades y colaboran con una parte de sus ahorros a remediar la pobreza y el hambre en el mundo. Euro a euro, Manos Unidas recauda un dinero que llega, sin distraerse en el camino, hacia las gentes pobres del tercer mundo.

La reciente denuncia del Papa Francisco en la Evangelii gaudium clamando contra una economía de la exclusión es contundente: «No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre».

Miguel de Santiago