El mundo necesita testigos del amor y misericordia de Dios - Alfa y Omega

El mundo necesita testigos del amor y misericordia de Dios

Es una de las primeras grandes decisiones de este pontificado: el Papa Francisco ha anunciado que la Iglesia dedicará un año, el 2015, a las personas que han consagrado su vida totalmente a Dios en pobreza, castidad y obediencia

Jesús Colina. Roma
Una indigente abraza a una religiosa de la fraternidad ‘O Caminho’, en la barriada de Campo Grande, en Brasil

¿Cuáles son los motivos de esta decisión del Papa de dedicar un Año a la Vida Consagrada? Alguno podría decir que Jorge Bergoglio es el primer Papa religioso, en concreto jesuita, desde hace mucho tiempo, y por tanto es normal que subraye la importancia para la Iglesia de los religiosos. El último Papa perteneciente a una familia religiosa fue el camaldulense Gregorio XVI, elegido en 1831.

Situación difícil

Otros podrían pensar que la decisión responde a la crisis que viven muchas congregaciones religiosas, que en muchos casos, desde hace más de cuatro décadas, experimentan una preocupante disminución de sus miembros y un aumento considerable en su promedio de edad. Por ejemplo, en las últimas tres décadas, el número de las religiosas en el mundo ha disminuido en un cuarto: de un millón, se ha pasado a 713.000. Un caso típico es el de Italia: en 1971, las religiosas eran 154.000, ahora son 89.000, y el 46 % tienen más de 70 años.

En el caso de los religiosos la situación también es complicada. En números absolutos, en todo el mundo, el número de sacerdotes diocesanos (o sea, no religiosos) crece, mientras que disminuye el de los sacerdotes pertenecientes a órdenes o congregaciones religiosas. La consecuencia lógica es que muchas de las escuelas, hospitales o centros de caridad que han creado y dirigen los religiosos, ahora se ven obligados a cerrar.

No se trata sólo de una pérdida material para la Iglesia y el mundo. Está en juego, sobre todo, una dimensión decisiva del testimonio cristiano en el mundo de hoy. Y es aquí donde se encuentra el verdadero motivo que ha llevado al Papa a convocar este año. Él mismo lo explicó, este domingo, en el Vaticano, al celebrar la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

Al referirse a los hombres y mujeres que han decidido llevar una vida de pobreza, de obediencia en el seno de una familia religiosa, y de castidad para consagrar su corazón totalmente a Cristo, el Papa aclaraba: «Las personas consagradas son signo de Dios en los diferentes ambientes de vida, son levadura para el crecimiento de una sociedad más justa y fraterna, son profecía que comparte con los pequeños y los pobres».

Imposible un mundo sin monjas

«Pensemos por un momento lo que sucedería si no estuvieran las religiosas en los hospitales, en las misiones, en las escuelas. ¡Pensad en una Iglesia sin las religiosas!», afirmaba el Papa con cierta provocación. «No es posible: ellas son este don, esta levadura que hace crecer al pueblo de Dios. Son grandes estas mujeres que consagran su vida a Dios, que llevan adelante el mensaje de Jesús». Y concluyó: «La Iglesia y el mundo tienen necesidad de este testimonio del amor y de la misericordia de Dios».

Éste es el verdadero motivo por el que el Papa ha decidido atraer la atención de la Iglesia y el mundo durante doce meses sobre la vida y obra de ese millón de personas en el mundo que, como señales de tráfico, muestran la presencia de Dios en el mundo.

Memoria del pasado, mirar al futuro con esperanza…

Así lo explicó el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación vaticana para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el 31 de enero, al presentar a los periodistas los tres objetivos de esta iniciativa del Papa. En primer lugar, dijo el purpurado brasileño, el primer objetivo del Año de la Vida Consagrada es recordar, «con memoria agradecida», la entrega de estos hombres y mujeres, sin por ello ocultar sus «debilidades e infidelidades». Se trata, en definitiva, de hacer memoria de la «experiencia de la misericordia y del amor de Dios» que permite el testimonio de los religiosos.

El segundo objetivo de este año, según el cardenal, consiste en «abrazar el futuro con esperanza», no dejándose impresionar por las estadísticas, que parecen ser negativas. «Somos muy conscientes de que el momento actual es delicado y fatigoso, y que la crisis que atraviesa la sociedad o la misma Iglesia toca plenamente a la vida consagrada —añadió—. Pero queremos asumir esta crisis no como la antecámara de la muerte, sino como una ocasión favorable para el crecimiento en profundidad y, por tanto, de esperanza, motivada por la certeza de que la vida consagrada no podrá desaparecer nunca de la Iglesia, ya que fue querida por el mismo Jesús como parte irremovible de su Iglesia».

… y vivir el presente con pasión

Esto lleva al tercer objetivo que plantea el Papa al Año de los consagrados: «Vivir el presente con pasión». Esta iniciativa, en palabras del cardenal, «será un momento importante para evangelizar la vocación propia, y dar testimonio de la belleza del seguimiento de Cristo en las múltiples formas en que se desarrolla nuestra vida».

El cardenal João Braz de Aviz concluyó presentado este año como un momento en el que los consagrados quieren «despertar al mundo con su testimonio profético, particularmente con su presencia en las periferias existenciales de la pobreza y del pensamiento».

Dos frailes franciscanos rezan los ‘Laudes’, en las calles de Río de Janeiro

De noviembre de 2014, a noviembre de 2015

Los elementos organizativos del Año de la Vida Consagrada corren a cargo, sobre todo, de un español, el arzobispo José Rodríguez Carballo, a quien el Santo Padre, nada más ser elegido, nombró como secretario de la Congregación vaticana para los Institutos de Vida Consagrada, pidiéndole el sacrificio de dejar la guía de la orden franciscana. Monseñor Rodríguez Carballo anunció que el Año de la Vida Consagrada podría comenzar el 21 noviembre de 2014, y concluir el mismo día del año sucesivo, cuando se celebrarán los cincuenta años del decreto Perfectae caritatis, el gran documento del Concilio Vaticano II (1962-1965) sobre la vida consagrada. Estas fechas todavía no son definitivas, pues todavía deben ser aprobadas finalmente por el Papa.

El prelado reveló que, en este año, se celebrarán encuentros internacionales, en Roma, de religiosos, incluidos los más jóvenes, pero sobre todo servirá como gran oportunidad para actualizar los documentos generales de la Iglesia para la vida religiosa. En particular, estos documentos tienen un objetivo prioritario: lograr una profunda comunión entre los obispos y los religiosos, entre las diócesis y parroquias con las congregaciones y órdenes religiosas.

Lo que espera el Papa

Será también la oportunidad para crear una cadena mundial de oración entre los monasterios, reveló monseñor Rodríguez Carballo, dando a entender la importancia que tienen las religiosas que dedican totalmente su vida a la oración y la contemplación por la Iglesia y el mundo.

El Papa confesó por primera vez su idea de lanzar el Año de la Vida Consagrada el 29 de noviembre, al encontrarse con 120 superiores generales de órdenes y congregaciones religiosas. En ese encuentro, el Papa mantuvo una conversación con los religiosos, recogida en parte por la Civiltà Cattolica, que permite descubrir lo que el Papa tiene en la mente. Los religiosos y las religiosas, dijo entonces, «deben ser verdaderamente testimonio de un modo distinto de hacer y de comprometerse. Pero en la vida es difícil que todo sea claro, preciso, diseñado de manera neta. La vida es compleja, está hecha de gracia y de pecado. Si uno no peca, no es hombre. Todos nos equivocamos y tenemos que reconocer nuestra debilidad. Un religioso que se reconoce débil y pecador, no contradice el testimonio que está llamado a dar, sino que, sobre todo, lo refuerza, y esto hace bien a todos. Por lo tanto, esto que espero es el testimonio. Deseo de los religiosos este testimonio especial».