«Majestad, no firme la ley» - Alfa y Omega

«Majestad, no firme la ley»

Jessica Saba nació con una malformación cardiaca severa y una esperanza de vida no demasiado halagüeña. Nadine, con 14 años, sufrió una leucemia tan agresiva que, en comparación con los tratamientos, la idea de morir no le causaba rechazo. Hoy, estas dos chicas están sanas y son felices. Sus testimonios, divulgados por una asociación canadiense, alertan de los peligros de las leyes de la eutanasia, que se debaten esta semana en Bélgica y Quebec (Canadá)

María Martínez López
Jessica (a la izquierda), con el resto de su familia. Foto: Coalición de Médicos por la Justicia Social

«Por favor, Majestad, no firme la ley de eutanasia, por el bien de los niños». Jessica, de cuatro años, y su hermana mayor Eliana hacen este llamamiento al rey Felipe de Bélgica. Le piden que no firme la ley que extiende la eutanasia a los niños mayores de 12 años, y que podría aprobarse hoy en la Cámara belga.

Jessica Saba y su familia son los protagonistas del vídeo De una niña a un rey, difundido por la Coalición de Médicos por la Justicia Social, de Canadá. Aunque están a miles de kilómetros de Bélgica, a los padres de Jessica les preocupa que «la eutanasia no se extenderá sólo a los niños» belgas, «sino también a los del mundo», explica Paul, que es médico de familia en Quebec. Niños como su hija Jessica, que nació con una válvula cardiaca cerrada y el corazón sin desarrollar del todo. «Si hubiera nacido en un país que permitiera la eutanasia» desde el nacimiento, como ocurre en Holanda –país vecino de Bélgica–, «la podrían haber eutanasiado»; su esperanza de vida era bastante baja.

Afortunadamente, lo que ocurrió fue muy distinto. Marisa, su madre, cuenta que, cuando vio a su hija por primera vez, con tubos y cables enganchados a su pequeño cuerpo como se ve en el vídeo, «lo primero que le dije fue: Lucha, pequeña, lucha. Es lo que hizo, y lo ha seguido haciendo desde entonces». Con seis días, la operaron para dilatar la válvula cerrada, y finalmente su corazón empezó a crecer. Con cinco semanas, salió del hospital.

Rendirse demasiado pronto

En la corta vida de la pequeña –añade su madre–, «por supuesto que hemos tenido momentos difíciles, pero doy gracias a Dios por el resultado: está viva y bien». Sin embargo, teme que una familia sin el apoyo y los recursos que ellos tenían «pueda rendirse demasiado pronto, y aceptar la eutanasia de su hijo como la única solución, cuando no lo es». También los hermanos mayores de Jessica están encantados. «Jessica es muy enérgica y una hermana genial», afirma Eliana, mientras John-Anthony, el mediano, añade: «Quiero a Jessica, me hace reír. Es la mejor: es divertida, le gusta jugar con mis juguetes, y no ronca».

El testimonio de los Saba podría haber formado parte de una campaña sobre el Día Internacional de las Cardiopatías Congénitas, que se celebra mañana. El sábado, es el Día Internacional del Cáncer Infantil. Por desgracia, al mismo tiempo que la sociedad lucha por concienciar y buscar soluciones para estas enfermedades de los niños, se propone la muerte como salida.

Nadine con su madre. Foto: Coalición de Médicos por la Justicia Social

Contra esta paradoja se han rebelado también 38 pediatras belgas que, en una carta abierta publicada hace unos días, subrayaban que «la mayor parte de equipos médicos» que atienden a niños en fase terminal «nunca se han enfrentado a una demanda de eutanasia espontánea y voluntaria» de un menor. Además, con el desarrollo de los cuidados paliativos, «nos encontramos en situación de controlar perfectamente el dolor» y los demás síntomas de una enfermedad terminal. Y, en caso de que un niño pida morir, «no hay ningún método objetivo para apreciar si está dotado de la capacidad de discernimiento».

Cuando los padres de Jessica hablan de su miedo a que la eutanasia se extienda, no lo hacen en vano. Esta semana, de forma paralela a la ley belga, la provincia de Quebec debate su proyecto de ley 52, que permite la eutanasia en caso de sufrimiento físico o psicológico, y que deja una puerta abierta a que se aplique a los mayores de 14 años. Por eso, mientras el vídeo sobre Jessica aún circulaba por las redes sociales, sus autores han lanzado otro: SOS: Los quebequeses lanzan un grito de corazón para parar la eutanasia.

¿Qué será lo siguiente?

Una de sus protagonistas es Nadine Maltais, de 16 años, que se ha recuperado de una forma muy agresiva de leucemia y de un doloroso trasplante de médula. Lo pasó tan mal que, si la ley hubiera permitido la eutanasia, quizá la habría pedido. «No me quedaba nada por lo que me gustara seguir viviendo –reconoce–. No tenía vida social, estaba en cama 24 horas al día, los siete días de la semana; no tenía nada con lo que entretenerme. No tenía miedo de morir», pues «no tenía nada que perder». Su madre, Claude, se pregunta que, si se abre esta puerta, «¿quién sabe dónde se va a parar?». Tal vez, niños como Jessica no podrían jugar en la nieve que estos días cubre Quebec.