Reformas y conversión - Alfa y Omega

«Recemos hoy juntos por Su Santidad Benedicto XVI, un hombre valiente y humilde», decía el martes el Papa Francisco desde su cuenta de Twitter. El 11 de febrero se cumplía un año desde el anuncio de su renuncia. «Hacía siglos que un Papa no renunciaba y, por lo tanto, para la mayor parte de las personas se trataba de un gesto inusual y sorprendente», decía el padre Federico Lombardi a Radio Vaticano. «En realidad, para quien acompañaba más de cerca a Benedicto XVI, estaba claro que el Papa había reflexionado sobre este tema», añade el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. «En este sentido, es un gran acto de gobierno, hecho con una gran profundidad espiritual y preparación desde el punto de vista de la reflexión y de la oración; con gran coraje, porque, efectivamente, tratándose de una decisión inusual, podían presentarse problemas o dudas acerca de lo que esto habría significado, o sus consecuencias para el futuro… La claridad con la que Benedicto XVI se preparó para este gesto y, diría, la fe con la cual se había preparado, le dio la serenidad y la fuerza necesaria para llevarlo a cabo, yendo con valentía y con serenidad, con una visión verdaderamente de fe y de espera en el Señor que acompaña continuamente a su Iglesia, ante esta situación nueva que él vivió en primera persona».

Sentí como una cuchillada

Era un día de intensos recuerdos. Famiglia Cristiana publicaba una entrevista con el prefecto de la Casa Pontificia y secretario personal del Papa emérito, monseñor Georg Gänswein, que reconocía que sintió «como una cuchillada, un intenso dolor» al conocer meses antes la noticia de boca del Pontífice, que le conminó a guardar absoluto secreto. «Instintivamente, dije: No, Santo Padre, no es posible, pero de pronto comprendí que no me estaba comunicando algo para discutirlo, sino una decisión ya tomada».

Monseñor Gänswein desmiente que el escándalo de los Vatileaks o la pedofilia (que con tanto empeño combatió, según destaca) influyeran en la renuncia. «El Papa no huyó de una responsabilidad, sino que fue valiente» al reconocer que no tenía ya las fuerzas requeridas para desempeñar su ministerio. Ahora, Benedicto XVI «está muy sereno y en paz consigo mismo»; dedica casi todo el tiempo «a la oración», pero también responde a la correspondencia personal, recibe visitas, lee… Su relación con Francisco es muy buena. «Hablan, se escriben, se llaman por teléfono…». El prefecto de la Casa Pontificia revela cómo le comunicó Francisco a Benedicto XVI su elección. En la tarde del 13 de marzo, antes de que se anunciara al mundo el nombre del nuevo Pontífice, monseñor Gänswein acudió a prometer obediencia al nuevo Papa en la Capilla Sixtina, junto a los cardenales, y Francisco le pidió hablar con Benedicto XVI, así que le llamó y le pasó el teléfono al nuevo Pontífice.

Recuerda también esos días el Secretario de Estado durante la mayor parte del anterior pontificado, el cardenal Tarcisio Bertone. Benedicto XVI —cuenta a Rome Reports— le comunicó su decisión a mediados de 2012. «Decía: ¿Cómo haré para hablar a millones de jóvenes [en Río de Janeiro], con la edad que tengo?».

Su recuerdo más amargo —dice el cardenal, en una entrevista a la televisión italiana Tgcom24— fue no poder «frenar las críticas tan despiadadas, en mi opinión infundadas, contra el Papa Benedicto XVI y sus colaboradores». El antiguo Secretario de Estado, que habla con el Papa Ratzinger con frecuencia (revela que salió incluso del monasterio Mater Ecclesiae, el 26 de diciembre, para comer en su apartamento), lamenta también la sombra de sospecha extendida sobre la gestión del IOR. Si es verdad que, «en los lustros pasados, ha habido comportamientos deplorables», también lo es que, «en los últimos años, se había comenzado un trabajo de limpieza, de reorganización administrativa, también con las nuevas leyes sobre blanqueo de dinero y con la adecuada vigilancia sobre los clientes del IOR», proceso que se ha intensificado gracias al «empuje del Papa Francisco», que ha impulsado unas «tan esperadas reformas», tras constatar «la necesidad de algunos cambios», por su experiencia «como obispo y cardenal de las Iglesias de periferia y de su contacto con Roma».

La renovación de la Iglesia

De «la renovación de la Iglesia» impulsada por el Papa habla, en una amplia entrevista concedida al diario Avvenire, el neo cardenal Pietro Parolin. El Secretario de Estado rechaza un concepto de la Curia como central de gobierno u organismo de control, y afirma que el objetivo es convertirla en «un instrumento ágil y rápido, menos burocrático y más eficaz, al servicio de la comunión y de la misión de la Iglesia en el mundo de hoy»; y «un instrumento al servicio del Papa y de los obispos, de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares». Dicho todo lo cual, añade que «no basta una reforma de las estructuras, si no va acompañada de una permanente conversión personal», lo cual remite a las tres grandes coordenadas que expuso el Papa en su felicitación navideña a la Curia: «Profesionalidad, servicio y santidad de vida».

También sobre la función de la diplomacia vaticana, se remite monseñor Parolin a palabras del Papa, que en su encuentro con los embajadores, en marzo de 2013, habló de «construir puentes —en el sentido de promover el diálogo y la negociación como medio de solucionar los conflictos—, difundir la fraternidad, luchar contra la pobreza, edificar la paz. No existen otros intereses ni estrategias del Papa y de sus representantes cuando actúan en el escenario internacional», añade.