Un místico con los pies en la tierra - Alfa y Omega

Un místico con los pies en la tierra

La corresponsal en Roma del diario argentino La Nación ha presentado esta semana en Madrid Francisco. Vida y revolución (ed. La Esfera de los Libros), con detalles hasta ahora inéditos sobre el último cónclave, y una completa narración de la trayectoria del padre Jorge en la Compañía de Jesús y en el Arzobispado de Buenos Aires. Ha hablado con Alfa y Omega

Ricardo Benjumea
El cardenal Bergoglio entra en una de las reuniones previas al cónclave

Elisabetta Piqué define a los profesionales de la prensa como «la raza más escéptica y descreída del mundo», y sin embargo —cuenta—, «muchos periodistas que conozco, muy alejados de la Iglesia, quizá sí nacidos y criados en familias católicas, ahora de repente están yendo a Misa, están mandando a sus hijos a catequesis… Hay un gran cambio en Roma», una gran ilusión, con muchedumbres nunca vistas antes en la Plaza de San Pedro, atraídas por «la coherencia, la autenticidad total y la simplicidad de este Papa, que llama al pan, pan, y al vino, vino».

Ella misma quedó fascinada por Jorge Mario Bergoglio cuando le entrevistó en 2001. El arzobispo de Buenos Aires iba a ser creado cardenal. La periodista acababa de ser destinada a Roma por el diario La Nación, tras varios años como corresponsal de guerra. Le gustó ese arzobispo, porque «no era el típico cura».

Le siguió tratando en los años siguientes en Buenos Aires, y durante las visitas del cardenal Bergoglio al Vaticano. Los dos se conocían ya bien cuando llegó ese último viaje de Argentina a Roma para elegir al sucesor de Benedicto XVI. Piqué llamó al cardenal por teléfono el domingo anterior al cónclave, para sondear sus últimas impresiones, y asistió con un nudo en la garganta a su elección como Papa. Esa misma semana, recibió una llamada del nuevo Pontífice, que no se olvidó de felicitarla en el día de su cumpleaños, como de costumbre. Ella estaba esperando esa llamada. Dicen que a Jorge Mario Bergoglio nunca le gustaron las entrevistas ni las ruedas de prensa, pero siempre tiene ese tipo de detalles con los informadores que conoce. Con toda la gente con quien se relaciona, en realidad.

La descripción que hace Piqué de ciertas o supuestas intrigas en la Curia romana dejan entrever a la periodista habituada a cubrir conflictos internacionales. «¿Ahora no vas más a las guerras?, me preguntan. Y yo digo, en chiste un poco: La guerra ahora está acá, por las resistencias que el Papa tiene en el Vaticano».

Francisco. Vida y revolución tiene, en algún capítulo, aires de novela de Dan Brown, pero, a cambio, ofrece numerosos detalles hasta ahora desconocidos del último cónclave. Por ejemplo, que fueron seis, y no cinco, las votaciones para la elección del nuevo obispo de Roma (debido a un error en la quinta votación, que obligó a repetir el escrutinio). «Sé que gente que participó en el cónclave quedó asombrada, al ver que la reconstrucción que hago es bastante fiel a los hechos», comenta.

Y al Papa, ¿qué le ha parecido el libro? «Prefiero no contestar a esa pregunta», responde con una sonrisa, tras meditarlo unos segundos. Pero añade: «Es importante decir, y quiero que quede claro, que ésta no es una biografía autorizada. Él sabía, porque yo le dije, que se iba a publicar este libro, pero jamás de los jamases me pareció correcto involucrarlo a él». Para obtener la información, «he hablado con distintos interlocutores, con mucha gente».

El Papa saluda a Elisabetta Piqué, durante su encuentro con la prensa, el 16 de marzo de 2013

Las revelaciones del libro no se limitan a la Capilla Sixtina. Hay un completo relato de la trayectoria de Jorge Bergoglio en la Compañía de Jesús y en el Arzobispado de Buenos Aires. Piqué repasa la vida pública de «un místico con los pies en la tierra», de un santo de gran humanidad que se desvive por los hombres, para quien rezar es casi como respirar. Pero este místico «no tiene nada de ingenuo»; es un genuino hombre de poder, «un hombre de gobierno a quien no le tiembla el pulso», que reza y medita a fondo sus decisiones, y es capaz luego de mantener el rumbo en medio de cualquier tempestad. Le tocó ser Provincial en 1973, con sólo 36 años, y liderar la Compañía en Argentina en los duros años de la dictadura militar (y de los revuelos postconciliares). Veinticinco años más tarde, en 1998, se estrenó como arzobispo con el escándalo del colapso del Banco de Crédito Provincial. Nunca gustó ni a las derechas ni a las izquierdas, y en no pocas ocasiones pagó un alto precio por ser un hombre de Dios, un hombre libre.

Ese Jorge Mario Bergoglio que retrata Elisabetta Piqué es ahora el Papa Francisco, aunque en él se han producido algunos cambios. «Es muy interesante», dice. «Lo resumió un conocido periodista de radio argentino con el que hablé en Brasil. Me dijo: Le entrevistaba siendo arzobispo, y aunque dijera cosas interesantes, su tono de voz era aburrido. ¡Y ahora! Ha habido una transformación espectacular en ese sentido. ¡Parece 10 años más joven! Lo dicen todos los que lo conocían de Buenos Aires».

Este libro sirve ahora de base para el rodaje de una película sobre el padre Jorge hasta su elección como Pontífice, una coproducción argentina, española e italiana que se titulará Historia de un cura.

«Todos sentíamos que el Señor lo había elegido a él»

Llueve a cántaros. Se despierta, como siempre, muy temprano. Son las cuatro de la mañana del 12 de marzo y todavía es de noche. Arrodillado, los ojos cerrados, concentrado, reza en silencio, como todas las madrugadas. Les pide especialmente a san José y a santa Teresita que lo iluminen. A Dios, perdón por sus pecados. Y a Jesús, poder servir, ser un instrumento (…).

Desde que se ha enterado de la renuncia de Benedicto XVI, el 11 de febrero, cuando un amigo de Roma lo llamó a las 8 de la mañana para avisarle, algo le dice que su vida podría cambiar abruptamente. Aunque su parte cerebral —esencial en su ser— le dice que es imposible que él sea el elegido, porque ya ha renunciado a su cargo de arzobispo al cumplir los setenta y cinco, está viejo, a punto de retirarse, su parte intuitiva, su corazón —aún más esencial en su ser— le dice que tampoco es imposible.

No se olvida de aquella conversación premonitoria, esa misma mañana del 11 de febrero, con el padre Alejandro Russo, Rector del catedral metropolitana de Buenos Aires:

–Ay, Dios mío, qué barbaridad con este tema de la sede vacante —comenta el cardenal—. Vos sabés que yo en marzo pensaba que podía empezar el proceso de sucesión, en Buenos Aires… Esto va a retrasar todo de dos a tres meses…

–O lo va a adelantar —supone el Rector—.

–¿Vos pensás que el nuevo Papa me va a pegar una patada al otro día?

—No, no lo digo por eso, puedo pensar también que el nuevo Papa sea usted…

—¡Nooo, Alejandro! Yo acabo de renunciar a la sede, tengo setenta y seis años, de ninguna manera.

En el cónclave son más de las ocho de la tarde. En el comedor de la Domus Santa Marta, la cena, la primera de los 115 cardenales encerrados cum clave, está lista. El arzobispo de Buenos Aires se sienta a comer con su compatriota, Leonardo Sandri. (…) «Vení, sentate a mi lado, comamos juntos», le dice Bergoglio a Sandri, según cuenta el segundo. El menú de la noche es zuppa di verdura. Sandri no está bien de salud, tiene una especie de faringitis y le lagrimean mucho los ojos. Bergoglio, que ha estudiado química, examina el antibiótico que está tomando y le aconseja qué cantidad de miligramos de tal o cual sustancia debería tomar. Pero no pueden evitar hablar del cónclave. (…) «Prepárate, querido», le dice Sandri. (…) El nombre del arzobispo de Buenos Aires ya está en boca de todos. Esa noche, Bergoglio duerme poco. Si bien hay cardenales que se quedan hasta tarde conversando sobre el día siguiente, el día D, se encierra en su cuarto, el 207. Lo único que quiere es rezar, encomendarse a la Virgen de Luján, a san José, a santa Teresita, a Dios. Ellos saben lo que hacen.

La elecciónEn la cuarta votación, Bergoglio, rostro serio, pero sereno, entregado, ha estado muy cera de los 77 votos. Es claro como el agua que se encamina a ser el próximo Papa. Y ahora, en la quinta, está a punto de alcanzar y superar con creces el mágico umbral de los 77 votos. Pero pasa lo inesperado (…): el cardenal escrutador, que primero mezcla las papeletas depositadas en la urna, se da cuenta, al contarlas, de que hay una de más: son 116 y no 115, como deberían ser. De hecho, parece que, por error, un purpurado ha puesto dos papeletas en la urna: una con el nombre de su elegido y la otra, en blanco, que quedó adherida a la verdadera. Esa votación es inmediatamente anulada. (…) La tensión, ahora, está por los cielos. (…)

«Lo tenía enfrente de mí y podía ver en su rostro que estaba aceptando la voluntad de Dios y obedeciendo a lo que el Señor quería. Él sentía, y todos nosotros también, que el Señor lo había elegido a él, y que no iba a rechazar la cruz que se le estaba ofreciendo», cuenta el cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay.

Cuando Bergoglio llega a los 77 votos, estalla un fuerte aplauso. Un aplauso liberador de emociones y tensión. El primero que abraza al cardenal primado de Buenos Aires elegido Papa es su amigo y compañero de banco, el cardenal brasileño Claudio Hummes. «No te olvides de los pobres», le dice, en una frase que entra en la mente y en el corazón del primer Papa argentino, el primer latinoamericano, el primer jesuita.

De Francisco. Vida y revolución

Otros libros sobre el Papa Francisco

Estos días ha aparecido un precioso libro, editado por San Pablo, gracias al trabajo coordinador de Paola Daltoso. Se titula El Papa Francisco y las familias y recoge, en 120 páginas impagables, todo lo que el Santo Padre ha expresado hasta hoy sobre la familia, desde el comienzo de su pontificado. La obra se ha ofrecido como contribución a la 47 Semana Social de los católicos italianos, que tuvo lugar en Turín, del 12 al 15 de septiembre de 2013, sobre el tema La familia, esperanza y futuro para la sociedad italiana y constituye un material de trabajo excepcional en vísperas del próximo Sínodo que el Santo Padre quiere dedicar a la familia, que según el Papa no sólo es una de las bases de la sociedad, sino la clave fundamental para la supervivencia de la Humanidad.

¿En qué consiste la revolución reformadora del Papa Francisco? A éstas y otras preguntas responde el arzobispo y teólogo argentino Víctor Manuel Fernández, Rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) y amigo personal del Papa, en el libro La Iglesia del Papa Francisco. Los desafíos de la «Evangelii gaudium». Editado también por San Pablo, el volumen recoge una larga conversación entre monseñor Fernández y el periodista italiano Paolo Rodari, en la que se plantean temas como la relación de la Iglesia con la política o la economía, el diálogo religioso y el ecumenismo, o la reforma de las estructuras de la Iglesia.

Finalmente, Espasa, coincidiendo con el primer aniversario del pontificado, recopila en un libro los principales textos pronunciados por Francisco. Por orden cronológico, el volumen Una Iglesia de todos. Mis reflexiones para un tiempo nuevo rescata las homilías de las grandes festividades y los discursos que han marcado la línea de su magisterio.

M. A. V. y C. S. A.